Pintada de Verde
cuando nació la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1519, casi todo era verde. Progresivamente, con el crecimiento de la ciudad, el paisaje natural fue sustituyéndose por entramados urbanos, edificaciones y motivos citadinos. Sin embargo, mas allá de los municipios periféricos en los que abundan zonas pobladas con las más diversas especies forestales, la capital cubana siempre ha preservado espacios para oxigenar el paso del caminante, brindar sombra y frescor a la mirada, mientras se convierten en refugio de la fauna que demanda su pedacito de hábitat en medio de la metrópoli.
Arterias como las de Paseo y Quinta Avenida, la conocida calle G, Boyeros, la Alameda de Paula o el Paseo del Prado muestran un trazado urbano en el que se respetan los frondosos árboles en sus parques y aceras, y abren paso a la experiencia de sentir la naturaleza a cada paso, aunque existan lugares con mayor extensión y diversidad que propician ese deleite.
De cualquier manera el llamado cinturón verde está ubicado en las afueras de la ciudad, en las cercanías de la carretera de Calabazar y la Avenida 100: el Parque Lenin. Fundado en abril de 1972, posee caobas, yagrumas, majaguas, framboyanes, jagüeyes y almácigos entrelazados con las áreas de diversiones diseñadas con un complejo de piscinas, un lago artificial y las plazas de rodeo, junto a otros establecimientos. Muy cerca, el Zoológico Nacional también clasifica, desde que en 1984 privilegia que los muchos animales que protege se muevan en libertad dentro de su superficie de 340 ha.
Siguiendo ese mismo rumbo se encuentra el Recinto Ferial Expocuba, la mayor área expositiva de la Isla y sede de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV), el cual recibe al visitante para mostrarle un diseño perfecto de pabellones, integrados de manera armónica con la vegetación autóctona, al que se suma una laguna para paseo en botes, un parque de diversiones, un mirador, cafeterías y restaurantes como el afamado Don Cuba.
El magnífico Jardín Botánico Nacional, distante a solo unos pasos de Expocuba, alberga, en sus 600 ha, 4 000 especies vegetales, atesorando así la segunda colección más importante de flora cubana y un sistema de almacenamiento en estanterías compactas, lo cual lo posiciona entre los mejores en América Latina. Dentro de sus límites, de obligada visita es el Jardín Japonés, único de su tipo en el país, que reabrió este agosto con la presencia de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, como parte de las celebraciones por los 500 años de La Habana.
A cuatro millones de pesos ascendió la restauración capital del Jardín Japonés que respetó el diseño original e incluyó el cambio del sistema de impermeabilización, la renovación del sistema hidráulico y el replanteamiento de la jardinería. De esa manera ha recuperado su esplendor este emblemático exponente de uno de los estilos más renombrados de la jardinería mundial, que dejara inaugurado el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 26 de octubre de 1989, hace tres décadas. Inscrito dentro del estilo Kaiyu-Shiki-Teien, que significa Jardín de los Paseos, cuenta con 5 ha donde luce un lago artificial de 300 m largo donde viven coloridas carpas, así como su ecorestaurante El Bambú, cuya carta menú respeta los preceptos vegetarianos.
Río Cristal, localizado en el camino que por la Avenida Rancho Boyeros conduce al Aeropuerto Internacional José Martí, constituye un hermoso parque que exhibe la arboleda tropical junto al río Almendares más importante de la capital, y cuyo centro es una pequeña presa rodeada de abundante vegetación. La quietud de las aguas invita al sosiego, mientras su restaurante campestre se vanagloria de ofrecer lo mejor de la comida criolla.
Ciudad adentro existen sitios que, cual pulmones necesarios, son protegidos de manera especial. Así sucede con el Gran Parque Metropolitano de La Habana, cuyas 700 ha de franja verde «acompañan» los últimos 9 km del Almendares. Laureles, majaguas y ocujes conforman un paisaje maravillosamente natural, junto a las impresionantes enredaderas y lianas.
Justamente el Gran Parque Metropolitano de La Habana acoge al antiguo Jardín Botánico, los renombrados Jardines de las cervecerías La Polar y La Tropical, la Loma del Husillo y el Parque Almendares, que es, tal vez, el lugar más visitado de la urbe, gracias a su geografía. Atravesarlo constituye un regalo para los sentidos, y hasta te puede llevar a visitar el Jardín Zoológico de La Habana o Zoológico de 26, cuyo arsenal faunístico no es tan extenso como el otro, pero que, desde su creación en octubre de 1939, sobresale como uno de los lugares más verdes de la urbe.
Otro oasis en medio del bullicio citadino es la Quinta de los Molinos, en plena Avenida Salvador Allende, conocida como Carlos III. Brinda especial refugio a enamorados, poetas, pintores…deseosos de hallar la inspiración allí donde la diversidad natural y la quietud se dan la mano en la isla de los bonsáis, alrededor de las ceibas, las palmas, los cactus, los cedros, las caobas y no pocas plantas endémicas…. Precisamente en la Quinta de los Molinos fue declarada la mariposa como la flor nacional en 1936, y en sus predios se descubre un mariposario y un orquideario de referencia en el país.
El parque ecológico Monte Barreto, el pulmón verde del municipio de Playa, destaca como sitio ideal para hacer picnics, meditar, descansar o ejercitarse, montar a caballo, en bote o bicicleta, empinar papalotes y practicar aeromodelismo. Robles, cedros, framboyanes, uva caleta y otras especies vegetales se aclimatan al entorno, en el que se incluye un aula ecológica para el aprendizaje del cuidado del medioambiente. Es, además, un importante corredor aéreo.
En otro municipio, en el Cerro, se edificó la conocida mansión que fuera bautizada como la Quinta de las Delicias, aunque para la población seguirá siendo la Finca de los Monos. Su propietaria, Rosalía Paula Caridad de la Luz González Abreu y Arencibia, atendía personalmente las aves, mamíferos y reptiles que traía desde Asia y África, razón por la cual se considera como el primer zoológico de Cuba. A los monos en particular, les profesaba cariño inigualable, por lo que le quedó el popular nombre. De hecho, allí logró que naciera el primer chimpancé en cautiverio del mundo, en 1915, asesorada por la Universidad de Yale y el Zoológico de New York.
Justo en la Finca de los Monos se preparan condiciones para albergar el Palacio Tecnológico de La Habana, en saludo al quinto centenario de La Habana, el cual incluirá un cibercafé, un laboratorio de idiomas, un aula de robótica, una biblioteca virtual, salas de juegos, un pequeño estudio de TV, un cine 12D...
La Habana, felizmente, está inundada asimismo de plazas y parques que preservan el verdor. Mencionemos la Plaza de Armas y el Parque de la Fraternidad, como los más conocidos, pero además los jardines Las Carolinas y el de Teresa de Calcuta, la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, los manantiales de La Cotorra, el parque de H y 21, el de John Lennon en el Vedado, el de Ho Chi Min…. Porque si importante han sido el crecimiento y desarrollo de una urbe, también lo ha sido la manera en la que estos se han conjugado con la naturaleza.