Desbordada espiritualidad
Encrucijada, lugar de adopción y encuentro de gentes de disímiles procedencias, La Habana tenía que ser ciudad heterogénea. Pujante y variopinta es su cultura, fruto de un diálogo de siglos. El alma de una ciudad es la de sus habitantes; su cultura es la huella que han dejado mujeres y hombres. Ese entramado se va consolidando poco a poco, en un proceso de acumulación que no termina nunca. Como las capas de una cebolla.
Hay una Habana superficial, postal para turistas, hermosa incluso en la destrucción (belleza que duele) y vocinglera hasta el delirio. Y hay otra Habana más profunda e intensa, arca de millones de historias, aspiraciones y desafíos cotidianos. Las dos se hacen una en la expresión del arte.
Está el arte inspirado en la ciudad y la ciudad misma es arte.
A pesar de los embates de la naturaleza y el hombre, de carencias puntuales o sempiternas, de las veleidades de la historia… La Habana es uno de los epicentros culturales de América Latina. Y esa variedad de opciones artísticas y literarias obedece a una vocación institucional, pero sobre todo, a su riquísimo acervo y a la vitalidad de sus creadores.
El que vive en la ciudad o la visita tiene a su disposición una cartelera que, en algunos de sus ámbitos, emula con las de las grandes capitales del mundo. Desde manifestaciones eminentemente populares (y en esa categoría, por supuesto, se incluyen las fiestas más o menos espontáneas en barrios y comunidades) hasta eventos de la (mal) llamada «alta cultura»: ópera, ballet, música de concierto…
Lo interesante es que muchas de esas expresiones, que siguen siendo patrimonio de élites en otros lugares, en La Habana devienen fenómenos de gran convocatoria.
El ballet, por ejemplo, que es pasatiempo de miles. Cuando los bailarines del Royal Ballet de Londres vieron el entusiasmo del público que abarrotó los teatros durante las presentaciones de esa compañía en la ciudad, se sintieron como estrellas de rock –eso dijeron a la prensa.
A las temporadas de los grandes clásicos, por el Ballet Nacional de Cuba, asisten personas de todos los sectores, que integran un auditorio llamativo.
El ballet es la proa, pero en La Habana hay muchas compañías de danza moderna, folclórica y de variedades, que agrupan (es opinión generalizada de especialistas internacionales) a bailarines de clase mundial.
Las agrupaciones teatrales cubren un espectro temático y estilístico tan amplio, que se puede decir que hay opciones para todos los públicos.
La Habana cuenta con un importante sistema institucional y privado de galerías de arte. Todos los meses se inauguran decenas de exposiciones.
Por razones sobre todo económicas, la urbe está fuera del circuito internacional de presentaciones de las compañías y figuras del arte universal. Y, sin embargo, muchos de los más encumbrados artistas del mundo, de las mejores agrupaciones, la han escogido como plaza para sus presentaciones, en giras sin intereses mercantilistas.
Festivales de cine, teatro, ballet; Bienal de artes visuales; ferias del libro y de artesanías… el catálogo de encuentros culturales es considerable cada año. Y gracias a esas convocatorias, el público ha podido acceder a lo mejor del arte universal… sin contar el hecho de que en La Habana se ha concretado siempre un arte de primerísimo nivel.
La particular fisonomía de la ciudad puede motivar de por sí una experiencia estética; pero más allá de esa naturaleza, La Habana asume el arte como sostén principalísimo de su desbordada espiritualidad.