COMENZAMOS en el embarcadero Cahuaré, nos subimos a las lanchas con los chalecos y la naturaleza se abrió ante nuestros ojos de la forma más pura, casi intimidante. Paredes de unos 1200 m, una profundidad aproximada de 80 a 200 m y un recorrido total que puede llegar a unos 35 Km. desde el embarcadero a la presa Hidroeléctrica Manuel Moreno Torres “Chicoasen”, son la parte tangible.

Sin embargo, el Cañón es un lugar cargado de simbolismo para los chiapanecos, ya que en él, tuvo lugar una batalla contra los españoles en la que según cuenta la leyenda los indígenas prefirieron lanzarse a sus aguas que dejarse dominar por el invasor.

Carlos V para conmemorar este triunfo español otorgó el 1 de marzo del 1535, a la capital de la provincia, antes Ciudad Real, hoy San Cristóbal de las Casas, el escudo que ahora pertenece a todo el Estado y en el que aparece el Cañón del Sumidero. Este escudo fue el símbolo de identidad del nuevo pueblo que nació de la fusión de las dos culturas, la indígena y la española.

En el recorrido son algunas las curiosidades que se pueden ver como una estalactita con forma de caballito de mar, o una cascada como árbol de navidad, pero son mucho más impresionantes los cocodrilos que descansaban en las orillas y que al acercarnos se lanzaron al agua.

Otros animales como garzas y monos araña nos acompañaron en el camino dándole color al verde y azul. Como dato geológico podemos añadir que el Cañón es una falla geológica ocasionada por una ruptura de la corteza terrestre en su parte más débil originada hace 36 millones de años.

PARQUE ECOTURISTICO CAÑON DEL SUMIDERO Llegamos a nuestro destino, bajamos de la lancha y caminamos curiosos por los senderos para ver a los jaguares, puma, tucanes y venados. El grupo se separó y mientras algunos se decidieron por la tirolesa otros nos quedamos observando la belleza milenaria del Cañón a la orilla de la alberca. Reunidos de nuevo en torno a la sabrosa comida chiapaneca, comenzamos a conocer más en profundidad donde estábamos.

En 1999 se acordó la creación del Parque Ecoturístico Cañón del Sumidero, aunque fue en el 2002 cuando se logró reunir el grupo inversor que puso en marcha el proyecto, con 14 meses de trabajo, un capital totalmente mexicano y 80% chiapaneco de 9 millones dólares. En los años 80 ya se había construido algo como lugar de esparcimiento de los trabajadores de la comisión federal pero fue abandonado.

Iván Corso, biólogo y gerente de desarrollo sustentable y Educación ambiental, nos explicó parte de este importante trabajo y de sus objetivos más allá de lo que pudimos ver. El Parque se divide en tres ámbitos: Servicios como el restaurante, bar y alberca; Aventura con tirolesas, escalada, rappel y senderismo y naturaleza, la más importante porque es el motivo de todo, con 7 hectáreas de zona de impacto. Una de las actividades en las que más corazón y esfuerzo se pone es en el “Programa de Educación ambiental”, conscientes de que son los niños el futuro de la conservación del medio.

Ya lo han visitado desde su apertura más de 98.000 niños de comunidades atravesadas por el río Grijalva, a los que se les explica la importancia de cuidar este río, y serán otros 50.000 en el 2007. En época de lluvias el problema se agudiza mucho, arrastrando todos los residuos y maderas de los 15 municipios de su cuenca. Sin embargo los avances han sido significativos con un programa permanente de limpieza del río durante 250 días al año, recolectando 5 mil toneladas de madera y mil de desechos domésticos cada año.

Cuando se comenzó a fraguar la construcción el Parque, Tuxtla Gutiérrez, la capital chiapaneca, no contaba con una planta de tratamiento de aguas residuales. Desde el mes de enero de 2005 se encuentra operando la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Tuxtla Gutiérrez en la que se dan tratamiento a las aguas negras generadas en la capital para garantizar el cuidado del Grijalva ahora y en el futuro.

Nos dirigimos de nuevo a la lancha, habían pasado unas horas desde nuestra llegada y una neblina misteriosa había descendido por las paredes inalcanzables creando un ambiente mágico y envolvente. A mí en el camino de vuelta todo me pareció diferente, más alto, más ancho, más largo, más cargado de historia y de secretos. Todos permanecimos en silencio fundidos con la naturaleza como en pocas ocasiones se puede.

Llegamos al embarcadero y a la realidad, vendedores de ropa típica, recuerdos y plátanos nos esperaban tranquilos. El Cañón del Sumidero había sido mi primera experiencia de Chiapas, la puerta a muchas otras sensaciones y descubrimientos que superaron con mucho todo lo que había imaginado.