Excma. Sra. Alexandra Bugailiskis, Embajadora de Canadá en Cuba
Cuba y Canadá comparten una larga historia diplomática que se inició en marzo de 1945, cuando se estableció la primera representación de ese país en La Habana. Sin embargo, estas relaciones tuvieron su punto de partida en 1903, fecha en la que los buques mercantes procedentes de las provincias atlánticas de la nación norteña solían intercambiar bacalao salado por ron y azúcar cubanos. Así lo atestigua la Excma. Sra. Alexandra Bugailiskis, Embajadora de Canadá en Cuba, entrevistada por la revista Excelencias a propósito del aniversario 60 de las relaciones ininterrumpidas entre ambos países.
«Fue el 16 de marzo de 1945 cuando Canadá declaró su intención de establecer relaciones diplomáticas con Cuba. Aquel fue un momento muy significativo porque era el fin de la Segunda Guerra Mundial, donde perdimos miles de soldados. Cuando la guerra estaba llegando a su fin, Canadá emergió como una nación fuerte con uno de los ejércitos más grandes del hemisferio occidental y una potente economía que nos otorgó mayor confianza en cuanto a nuestro papel en la arena internacional.
«De hecho, Cuba fue el primer país del Caribe con el que establecimos relaciones diplomáticas y, no solo como usted bien mencionó, por los nexos que datan de cientos de años atrás, sino también por los lazos históricos. Estos nexos incluyen al notable militar y marino Pierre Le Moyne d'Iverbille, de quien existe una bella estatua en la Avenida del Puerto, y el próximo año estaremos conmemorando el aniversario 300 de su muerte aquí en La Habana.
«Creo que es fascinante poder celebrar estos acontecimientos históricos de conjunto, además celebramos la manera en que las relaciones entre nuestros gobiernos se han expandido en estos sesenta años. Lo más importante es la relación entre nuestros pueblos, desde los intercambios académicos, las relaciones científicas y comerciales, los vínculos entre las universidades, las organizaciones no gubernamentales y el crecimiento del turismo. El secreto del éxito de haber podido mantener nuestras relaciones en momentos tan difíciles, como la Crisis de Octubre, Playa Girón o el Período Especial, es que hemos sido capaces de mantener el diálogo y zanjar nuestras diferencias de una manera franca, abierta y de respeto.»
Ahora que hablamos de celebraciones compartidas, este aniversario 60 ha sido el centro de un amplio programa de festejos que ha involucrado a ambos pueblos. ¿Cuáles han sido sus hechos más significativos? «Uno de los puntos centrales de nuestra celebración es la Carrera Terry Fox, la más grande de todas. Pero lo más importante no es siquiera el tamaño, sino el amor de los cubanos hacia Terry, que se debe, pienso yo, a la identidad común con este muchacho, un individuo que se sobrepuso a las peores adversidades. También ofrecimos un concierto para recaudar fondos destinados a la investigación sobre el cáncer en Cuba, con la participación de Chucho Valdés y de los artistas canadienses Hugh Fraser y Janet Bunnett. Otro momento especial fue el espectáculo del grupo infantil La Colmenita y las visitas a pacientes del Instituto de Oncología.
«A estas celebraciones se suma el décimo aniversario de un programa en el que cubanos y canadienses aprenden de la cultura e idioma de ambos pueblos. Diez años también cumple House Partners International of Canada, organización que ha enviado a la isla medicamentos y equipos médicos por un valor de más de 40 millones de dólares. Igualmente celebramos la Semana de Estudios Canadienses, exposiciones de fotografía y, aunque el año no ha terminado, nos mantenemos muy activos. En sentido general, el programa ha sido un éxito gracias a la cooperación del Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Cultura, INDER y de otros departamentos, así como del pueblo cubano que ha salido a celebrar con nosotros.»
La cooperación para el desarrollo se ha convertido en uno de los temas centrales de las relaciones de su país con Cuba ¿Cuáles son las principales líneas de acción en esta esfera? «Esta es la nueva cara de nuestro programa de colaboración con Cuba, que comenzó mayormente como un gesto humanitario entre los años 1994 y 1995, durante el Período Especial. Afortunadamente ya hemos vencido esos años difíciles y el programa de desarrollo ha crecido y se han tornado mucho más complejo. Hoy nuestra atención se centra en dos áreas: la modernización del Estado y el desarrollo local. Nos sentimos muy orgullosos de todos los logros en ese sentido. El impacto del programa lo vemos en las cooperativas, ministerios y en los trabajadores que reciben entrenamiento, adiestramiento de informática y la certificación necesaria para operar en la economía actual. Además, mantenemos intercambios entre las universidades, organizaciones no gubernamentales, comunidad de negocios y organizaciones multilaterales que trabajan muy estrechamente con el PNUD. Uno de los programas con el que más nos sentimos orgullosos es el CMCI, que garantiza la certificación de obreros calificados y técnicos como plomeros y electricistas para trabajar luego en plantas y empresas mixtas.»
Más de 500 000 canadienses visitaron a Cuba en el año 2004, cifra que coloca a su país en un importante lugar entre los emisores de turistas hacia la isla ¿A qué le atribuye usted esa preferencia del turismo canadiense? «En Canadá tenemos un invierno muy largo y frío. Les gusta venir a Cuba más que a otras islas del Caribe porque este es un país muy seguro, famoso por su cultura y con precios muy competitivos. Hemos visto crecer enormemente la cantidad de turistas canadienses, el doble de visitantes en los últimos cinco años. El año pasado vinieron a Cuba casi medio millón de canadienses, y en 2005 esperamos que esa cifra se incremente entre un 10 y un 15 por ciento.
«Este incremento de visitantes impone nuevos retos que ahora deben centrarse en lograr que los canadienses regresen cada vez más a Cuba. Los que vuelven quieren ver novedades, explorar la capital para disfrutar de las ofertas culturales, los museos, la música e, incluso, viajar más allá, al puerto de Holguín, a algunos de los cayos o a Santiago de Cuba. Creo que aunque los canadienses son muy aventureros y les gusta disfrutar de la comida, el ron y los tabacos cubanos, también gustan de las comodidades. En Cayo Coco, donde existe un hotel con el 90 por ciento de los huéspedes canadienses, ellos se sienten muy bien degustando rosquillas y mantequilla de maní, elementos familiares en la mesa de nuestro país.
«Es desafortunado que aunque el 28 por ciento del turismo que ustedes reciben proviene de Canadá, no tenemos grandes inversiones en el sector turístico de la Isla, excepto en el caso del hotel que ya le mencioné, y otras inversiones pequeñas que tenemos. Canadá no ha tenido una participación activa y sí pienso que es uno de los renglones en los que debiéramos crecer, por interés de ambos países.»
Usted ocupa el cargo de Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de Canadá en Cuba desde fecha relativamente reciente ¿Qué impresión le merecen nuestro país y el pueblo cubano? «Es maravilloso trabajar en un país que tiene tanta historia y tanta cultura. Mis contactos más cercanos con el pueblo cubano los tengo mediante los empleados que laboran aquí en la embajada. Todos me han impresionado por su nivel de educación, dedicación, generosidad, espíritu y carácter alegre. Pienso que representan un sector mayoritario del pueblo cubano. Siempre me ha impresionado mucho su generosidad y eso es algo en lo que los canadienses somos muy buenos. Es maravilloso poder vivir en Cuba y volver a aprender la gracia de cuidar del hogar y de la familia, de tener tiempo para llegar a conocer a las personas. A los cubanos usted se los encuentra cantando y bailando a pesar de las dificultades. Creo que el espíritu indomable del pueblo cubano es lo que voy a llevarme de regreso a mi hogar.»