Villa Clara
Una batalla del Che Guevara. Las columnas guerrilleras mandadas por Camilo y Che Guevara, por orden de Fidel, avanzaron desde la Sierra Maestra rumbo a la zona central de Cuba. Para llegar a pie evadieron al enemigo cuanto se pudo y se introdujeron en las difíciles ciénagas del río Cauto y del sur de Camagüey y Ciego de Avila. Ya en la antigua provincia de Las Villas, Camilo y sus hombres continuaron al norte y el Che siguió en la parte central, para desatar la ofensiva final del Ejército Rebelde contra la dictadura. En los últimos quince días de diciembre de 1958, el Che y sus guerrilleros llevaron a cabo una fulminante ofensiva, que rindió cuartel tras cuartel y se aproximó a la ciudad de Santa Clara, donde se encontraban grandes fuerzas enemigas. Dentro de la urbe el Che se enfrentó y destruyó un poderoso tren blindado y fue avanzando casa a casa hasta hacer capitular al regimiento principal, lo que precipitó la huida del tirano. Hoy el inolvidable revolucionario, en su histórica estampa de guerrillero, se levanta en bronce en una gran plaza en la ciudad santaclareña, donde también se veneran sus restos mortales y los de quienes le acompañaron en semejante objetivo de liberación, en Bolivia, en 1967.
Las islas playeras de Villa Clara. Una insólita carretera marítima de 48 kilómetros llega hasta el Cayo Santa María, uno de los islotes playeros del norte de la provincia cercano al Canal Viejo de Bahamas, donde tiene lugar una primera expansión turística. El vial atraviesa mares de poca profundidad y tiene 55 puentes, necesarios para garantizar el libre movimiento de corrientes y mareas y para la conservación de la gran biodiversidad de la zona. El mayor es el del Canal de los Barcos, de 350 metros de largo y ocho metros sobre las aguas. Por ahí cerca, junto a Cayo Francés, igual de playas, está el mercante San Pascual tocando fondo, antes un tanque para mieles azucareras de exportación y hoy un hotel con todas las de la ley. Lo curioso es que este barco está fabricado todo de hormigón y fue botado al agua en San Diego, California, en 1933.
La octava villa colonial… ¡de parranda! Aunque la antigüedad de Remedios y sus riquezas históricas sigue conmoviendo, la octava villa fundada por los conquistadores españoles brilla actualmente por sus simpáticas parrandas carnavalescas. En esas fiestas los barrios del Carmen y Salvador se enfrentan cada cual con una artística carroza gigante de luces, música, bailes, disfraces y pirotécnica, a la que acude el vecindario y mucha gente de afuera. Son reconocidas sus iglesias centenarias, donde hace casi dos centurias surgieron estas celebraciones, inventadas por el cura párroco para atraer a la feligresía a la misa del gallo. Estos templos destacan por sus leyendas, un decorado altar revestido en oro y una Virgen María en estado de gestación.
El verde lago del Hanabanilla. Flanqueado por las montañas villaclareñas del macizo Guamuhaya, este cuerpo de agua parece un lago pero no lo es. En realidad se trata del embalse de los ríos Hanabanilla, Negro y Guanayara, acumulado para servir a una hidroeléctrica aguas abajo que opera solo en los breves momentos de máxima demanda de energía, lo que da gran estabilidad a su espejo de aguas de 19 kilómetros cuadrados. Cierto es que sus aguas y el entorno son de un fulgurante verde intenso, por sus aguas profundas y su vegetación tropical, respectivamente. En este ambiente suelen ser célebres sus truchas record de casi veinte libras, las mayores de Cuba, que muchas veces son devueltas al lago por los deportistas luego de anzueladas. El hermoso y resistente pez no es otro que la lobina negra boquigrande, que los cubanos llaman trucha porque halando el cordel se comporta igual que la mejor de las arcoiris.