El secreto de un mágico estallido de satisfacción sensorial en el disfrute de un habano de largo recorrido está en la armoniosa combinación de este con vinos robustos.

Saber apreciar el tiempo es realmente clave a la hora de armonizar habanos y bebidas. Para lograr una verdadera satisfacción sensorial entre estos dos elementos, hay que tener en cuenta el paso del tiempo, ente virtual que todo lo transforma. Si el maridaje está mal concebido el tiempo puede convertir la sensación de placer en acto ilusorio, trivial y sin sentido. Cuando acompañamos vitolas de largo recorrido o fumada, entre ellas Grandes Coronas, Prominentes y Julietas con una Bebida Espirituosa, Fortificada o Licorosa, por muy certero que sea el maridaje de sus complejidades, generalmente el fumador nunca llega a saborear el tercer tercio del habano con sus papilas gustativas en plenitud de facultades. Si la armonizamos con un Oporto meloso o un clásico Licor, nuestros sensores se rinden tras la segunda copa ante la sensación excesiva de dulzor. Si la maridamos con un excelente Cognac, Whisky o Ron, el alcohol nos desborda los sentidos, y nos separa del buen juicio antes de arribar a la mitad de la hora que necesitaremos para acabar nuestro habano. Sucede que ni el alcohol excesivo, ni el dulzor persistente llenan las expectativas hedonistas de un fumador que desee contemplar en toda su magnitud la majestuosidad incomparable de un habano de formato largo. ¡Qué diferente se siente en el paladar un vino robusto, equilibrado, expresivo, que copa tras copa crece en sensaciones, de bouquet meloso y alcohólico, pero en la justa medida que perdura en el postgusto y espera por las bocanadas finales de ese habano hecho para el deleite total! Es cierto que al igualar taninos y fortalezas se logra un buen maridaje de bebida y habano. Sin embargo, solo compensando el bouquet evolutivo, es decir, el conjunto de sabores y aromas que afloran con el tiempo en ambos elementos, se logra una experiencia verdaderamente placentera y exclusiva. Con grandes vitolas se deben beber grandes vinos. El verdadero placer en el disfrute de un buen habano de largo recorrido está en la habilidad de dejarlo expresarse y en la capacidad de saber acompañarlo con una bebida que propicie un ambiente mágico, único y sensual. Para estos formatos sugerir un buen Borgoña o un Ribera del Duero, que ni empalagan ni empobrecen los sentidos, solo tienden la mano para convertirse en testigos excepcionales del encuentro final entre lo humano y el habano.

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Great cigars for full-bodied wines

The secret of a magic burst of sensorial satisfaction while puffing on a long-burning habano lies in the harmonious combination between letting the cigar express itself and accompanying it with drinks that could actually stir up a genuinely magic, unique and sensual environment. Taking the timing is really important when it comes to harmonization. In order to come up with the perfect match between these two elements, you must bear in mind the passage of time, a virtual element that transforms everything. If the combination is poorly matched, time could turn pleasure into an illusory, trivial and senseless act. Great vitolas take great wines. For these formats, a good glass of Burgundy or Ribera del Duero –they are neither sickly nor sense-killing- only reach out their hands to become exceptional witnesses of the final encounter between the human and the habano.

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