Hoxton Radio.
Dan Parry Jones contemplation. Cortesía de Adam Gallery 0.

London Art Fair nos da la oportunidad de descubrir arte moderno y contemporáneo excepcional. Encontramos piezas históricas y llamativos nuevos talentos. Sin embargo, lo que la organización no clarifica es que el término arte en esta ocasión queda restringido a la pintura y a la escultura, excluyendo al resto del arte contemporáneo, el cual queda resignado a un pasillo estrecho, una esquina o el olvido.
LAF19 expone un mercado tradicional que falla en representar las corrientes artísticas contemporáneas, subrayando un espacio aparentemente irreductible entre economía y arte. Las performances en este espacio son espectáculos diseñados para entretener al visitante, el turista perdido, el estudiante de bellas artes… No es que otras formas de arte se menosprecien, sino que su coexistencia no es posible con el materialismo de una feria.

Un lente por el que vemos el mundo
Los stands se presentan como vitrinas y en su mayoría no son enfocados en crear una experiencia como esperamos de una galería. El espacio uniforme crea una jerarquía homogénea entre las distintas obras, galerías y artistas. La igualdad de representación es una estrategia positiva en particular para el artista y la galería emergente, que son recibidos con la misma expectación que los participantes más consolidados.
Sin embargo, esta igualdad desemboca graves consecuencias. El arte expuesto debe pasar unos parámetros de dimensiones y composición que limitan no solo la oferta, sino la representación del arte contemporáneo a grandes rasgos.
Como espacio de negocio es un entorno antirromántico, y esto crea una experiencia complicada. El arte es una comodidad, eso queda claro, pero su atractivo comienza con la ilusión de ser «un lente por el que vemos el mundo», una experiencia que se eleva por encima de lo monetario, de las construcciones sociales…
Lo más interesante de las ferias es la yuxtaposición mercantil, social y educativa, el diálogo que se crea cuando el arte es introducido en este espacio. LAF19 impulsa la conversación del arte como herramienta de reflexión y cambio. Sabe que la respuesta a estas cuestiones es una respuesta global. Necesitamos de una colaboración internacional para crear una experiencia artística más enriquecedora para todos, que refleje la era de globalización en la cual vivimos, caracterizada por la necesidad de contacto entre países, artistas y personas.
Atendiendo a la conversación, la iniciativa Art Projects reunió este año treinta y trés proyectos internacionales, exposiciones curadas en solitario y de grupo que cuestionan el poder educativo del arte, en particular «el arte como camino hacia el conocimiento tanto para el artista como para el espectador», integrando un diálogo entre creador y experimentador en el que ambos se educan mutuamente.
Usando la riqueza del internacionalismo, Kiki Mazzucchelli, mediante Dialogues, se dirigió a «las correspondencias entre los trabajos de artistas contemporáneos de Latinoamérica y Europa», consolidando con este gesto a Latinoamérica como jugador global. Es importante recordar que las ferias son herramientas que fácilmente establecen modas y hacen uso de tendencias, lo cual es particularmente útil para artistas y galeristas que responden a dichas características.

Latam: «Las posibilidades de diálogos no tienen límites»
Kiki incorpora a la conversación latinoamericano-europea distintas perspectivas, entre ellas al reconocido artista conceptual y activista argentino Marcelo Brodsky y a Gasworks, una organización londinense de arte visual sin ánimo de lucro con estrechos lazos con América Latina, especializada en residencias artísticas.
Gasworks encabeza una lista de organizaciones que más allá del mercado se cuestionan el arte como herramienta social. Esto fue expresado en palabras de su director Alessio Antoniolli en LAF19 de la siguiente manera: «Creo en el arte como agente social. No quiero instrumentalizar el arte y darle solo un propósito social, pero es parte de ese diálogo, es parte de la historia y es parte del lenguaje, y creo que tiene una gran capacidad para unir a la gente».
La necesidad de movilidad creada por la demanda de proyectos como Gasworks es cada día más incipiente y LAF19 complace esta demanda con sus cien galerías de treinta y tres países. Ampliando el terreno nuevas rutas son establecidas mediante networking, otorgando al artista mayor libertad de movimiento y alcance.
Marcelo Brodsky añade: «Las posibilidades de diálogo no tienen límites. El lenguaje visual no tiene límites en oposición al lenguaje verbal, que sí los tiene». Y enfatiza sobre la habilidad del arte para producir reacciones culturales, un debate histórico que continúa creciendo y evolucionando en el mundo del arte.
LAF combina el arte moderno y contemporáneo, contextualizando lo nuevo y reevaluando la historia. Las ferias nos facilitan una plataforma de enfoque global en la que varias voces responden a estas preguntas mientras le ponen precio y nombre a la respuesta, demostrando la necesidad de transformar el arte en inversión para mantener su relevancia social pese a que su valor trasciende lo material.
En tono metafísico uno se da cuenta de que la feria de arte es una obra en sí, una instalación de la que todos somos partícipes. Las obras conversan, haciendo imposible observar una de ellas sin tener como contexto la que ha sido experimentada minutos antes. Cada uno va creando su propio relato mientras camina. Una reflexión artística, social, industrial…