- César Lucas. El fotógrafo que retrató al Che en Madrid
César Lucas es uno de los fotógrafos españoles más importantes, un hombre muy vinculado con el mundo del arte, y sus fotos son el registro histórico de una época. Ha hecho arte de la mayor parte de sus fotografías, y ha logrado difundirlas en la prensa mundial.
¿Cómo empiezas a aficionarte por el mundo de la fotografía?
Viendo fotografías que me llamaban la atención en las revistas. Mi padre tenía una cámara y empecé a juguetear con ella. Luego coincidí con un compañero de estudios que ya era fotógrafo, y me metía con él en laboratorios. Ahí fue donde se me disparó la afición: cuando entré en aquel laboratorio a oscuras con solo una luz pequeña.
Publiqué la primera foto cuando tenía 16 años. Acababa de ver en un periódico una noticia muy pequeña sobre un hombre que estaba dando la vuelta al mundo a pie y que había llegado a Madrid. Yo iba con mi cámara, y cuando paso cerca de la Cibeles veo a un hombre que llevaba gorra con pegatinas de colores, escudos en la chaqueta, mochila… Estaba hablando con un guardia, este no lo entendía, me acerqué. Las cuatro palabras en inglés que sabía me alcanzaron para preguntarle. ¡Yes, yes! Lleno de nervios hice una o dos fotos y me fui corriendo al laboratorio de mi amigo. Luego me fui corriendo al ABC: «Este es el hombre que le está dando la vuelta al mundo a pie». Me dieron veinticinco pesetas y al día siguiente se publica la foto y ponen: «Fotografía César»… ¡en el ABC!
He visto portadas tuyas antiguas y parece que son de ayer. Eres un hombre adelantado para tu época.
Siempre he estado mirando más allá y sigo mirando más para delante que para atrás. No me dedico a ir poniendo las fotos en álbumes y mirar cómo las hacía.
En el mundo del arte consideran que la fotografía tiene que tener características tradicionales. Lo digital ha hecho que la fotografía esté más globalizada; de la forma tradicional, uno hace una foto, saca una copia y no hay más que esa copia. Antes la familia llevaba al niño cuando se hacía al estudio de fotografía a que le hicieran una foto para llevarla en la cartera: eso ya no existe. Ahora todo el mundo tiene un teléfono con el que hace la foto, pero eso no quiere decir que sean fotógrafos. Las fotos buenas que hacen falta para la comunicación, la publicidad, las tiene que hacer alguien que esté preparado, que sepa, que tenga ojo.
Ahora me pongo a trabajar en el ordenador con fotos de hace muchos años y digo: «Esta foto estaba mal encuadrada, le sobra eso ahí», «Esta está muy oscura». También me encuentro con fotos que en su día no tenían ningún interés, y hago un descubrimiento, porque esa foto ha cobrado vida con el paso del tiempo, el ojo se ha educado de otra forma. Antes la despreciaste y hoy te das cuenta de que tenía un valor, que ha recuperado un valor, y con otras ha pasado lo contrario.
Has hecho fotografías a personajes importantes durante muchísimos años. ¿Con cuál te has sentido más cómodo?
No se puede sintetizar en una persona. Primero porque no es lo mismo la persona con la que tú te relacionas en el trabajo cuando tienes 18 años que cuando tienes 30 o 50. Por eso es muy difícil decir cuál es la que más me ha gustado. Te diría que muchísimas, y las personas que menos me han gustado, muchísimas. Pero la persona que no me gusta, la olvido. Me quedo en la memoria con las personas que me han gustado, aunque tampoco he tenido malísimas experiencias.
Cuando el Che vino a Madrid, tú eras el único fotógrafo que estaba ahí.
Probablemente, de las fotos mías, las más famosas sean las del Che. La foto del Che la hice cuatro días después de cumplir 18 años. Era 1959, hacía seis meses que había entrado en La Habana, y venía a Madrid. Iba hacia El Cairo a una reunión. La conexión era La Habana-Madrid-El Cairo, y la escala duró poco más de medio día. En aquel entonces se sabían muy pocas cosas del Che, pero había una relación muy sentimental con Cuba. Un compañero mío había estado con él en la Sierra Maestra y les había hecho una entrevista a él y a Fidel Castro. Los de la embajada le dicen que el Che Guevara viene a hacer una escala en Madrid. Me llamó por si me interesaba hacerle fotos, y claro que acepté. Fuimos a buscarlo al aeropuerto, lo acompañamos al hotel, y entre mi amigo y yo le arreglamos las cosas. Él conocía al dueño de Galerías Preciados. En domingo estaba cerrado. Mandó a su hijo y a un empleado para que le abriera para él atenderle, y empezamos la gira. Nos fuimos a la ciudad a las seis de la mañana.
La gente me pregunta: «Y tú ¿qué le decías al Che?». ¿Qué voy a decirle yo al Che? «¿De qué hablaba el Che?». Yo no hablaba con él, me ponía a distancia, lo que quería era que se viera en las fotos que Guevara estaba en Madrid, que se viera la Universidad, el Arco del Triunfo…, pero esa foto no se vio hasta 1996.
¿Por qué tanto tiempo?
Porque el periódico no la publicó. Sale por primera vez en una exposición que se hizo en Barcelona, y esa foto sorprende, porque se ve solo, con el uniforme de militar, en una calle que está vacía a las siete de la mañana del domingo, con un letrero, él mirando para otro sitio. Verle solo y en Madrid. Esa foto —la tomé en la ciudad universitaria, se ha convertido en histórica— sorprendió en la exposición, porque nunca se había visto. Recuerdo que me llamaron unos compañeros míos de Barcelona para decirme que habían visto una foto del Che tomada por mi padre. «¿De mi padre? Mi padre nunca ha hecho fotos».
Iba el Che —y otros dos que también llevaban uniforme y barba— paseando por La Gran Vía. Hubo quien dijo: «Ese que lleva la gorra diferente debe ser Fidel Castro». En la cafetería donde estuvimos desayunando, la camarera —ella estaba en la barra sirviendo— lo reconoció y me dijo: «Ay, ese es el Che Guevara, ¿me podría tirar una foto con él?». «Por mi parte no hay problemas, pero debía pregúnteselo a él». Y el Che: «Claro, cómo no».
¿Cómo ves el mundo de la fotografía actual?
En España no ha tenido el respeto y el reconocimiento que ha tenido en otros países. Hubo un momento, en el periodo de la transición, en el que hubo una revolución en la libertad, en lo cultural, un cambio de la sociedad y sobre todo de los medios de comunicación. Gracias a esa libertad aparecieron diferentes medios de comunicación, una forma de contar la realidad y lo que pasaba, donde la fotografía tuvo una importancia muy fuerte.
Hoy se hacen mejores fotos que las que se han hecho nunca. Ahora mismo hay en Madrid cuatro o cinco escuelas de fotografía importantísimas.
Una cosa es importante: la fotografía solamente se aprende viendo fotos y haciendo fotos. No se necesita la técnica que requiere un arquitecto o quien va a operar el corazón; esos profesionales necesitan sabiduría, formación y muchas cosas. La técnica para hacer fotografías es poca: es el ojo, solo el ojo.