- DESCUBRIENDO LAS VIDES DEL OLIMPO
El tinto griego de la denominación de origen Rapsani nos invita a descubrir la tipicidad única de la región, la distinción y la elegancia
Una de las características más apasionantes del vino es su diversidad. Existen distintos aromas, texturas y sabores que son producto de combinaciones únicas e irrepetibles de más de tres mil variedades de cepas con sus respectivos climas y suelos.
En esta ocasión les quiero escribir sobre un vino que me sorprendió gratamente. Se trata de un tinto griego de la denominación de origen Rapsani, ubicada en la región de Tesalia, en Grecia Central, cuya zona de cultivo se extiende por las laderas del Monte Olimpo, monumental escenario donde moran bajo el cristal los eternos dioses helénicos. Más precisamente, en los alrededores del Valle de Tempe -formado por el tiempo del Río Peneo y antiguamente consagrado por su belleza al dios Apolo y a las musas- se establece legalmente el área de cultivo de Rapsani, en 1971, cuyo centro administrativo es un pueblito con el mismo nombre que se fundó hace más de mil años, y donde muy posiblemente se elaboraba vino.
El denso y robusto caldo es una mezcla de tres uvas en partes iguales. Dos cepas locales, la Stavroto y la Krassato, le imprimen al vino la tipicidad única de la región. La tercera, llamada Xinómavro, le otorga distinción y elegancia. Esta última, famosa también en Macedonia, da los tintos más finos del país que, en los mejores casos, son comparados con los Barolo italianos y los Pinot Noir franceses, algunos de los vinos más elegantes que hay. Pero es una cepa sensible y de cultivo complicado, por lo que el método de elaboración se está mejorando todavía.
Con respecto al clima, el área cuenta con muchas horas de sol, lo que permite la correcta maduración de la uva. La cercanía al Mar Egeo modera la temperatura y asegura que la maduración sea lenta y que el fruto conserve la acidez, evitando así vinos fofos. El Monte Olimpo también cumple una función moderadora, refrescando el verano con sus vientos y proveyendo agua de deshielo a los viñedos.
El suelo está compuesto por esquisto rico en hierro y el subsuelo por arcilla y arena, lo que permite un buen drenaje y evita que la uva se llene de agua, logrando una correcta concentración. Los minerales son absorbidos por las raíces de la planta y llegan a las bayas, lo que aporta complejidad al producto final.
La denominación contempla la clasificación Epilegmenos (Reserva), que exige 3 años de añejamiento, de los que al menos 12 meses deben ser en barrica. Vale mencionar que la denominación sobrevivió al olvido gracias a la Bodega Tsantali, que continuó con la producción de este tesoro griego y es hoy, con mucho mérito, uno de los actores de su renacimiento y reconocimiento internacional.
Termino la descripción informativa, me siento a la mesa y me sirvo una copa. Entre tonos granate y notas de cuero y viejo corral, recuerdo que somos la gota que cae y desaparece, el aroma sutil y pasajero. Son nuestras grandes obras las que perduran en la inmensa posteridad. Así, el amanecer del mito, del filósofo, del mármol y de la roja ánfora, ahora nos pertenece.
Unearthing the Olympus Grapevines
This time around, I’d like to write about a wine that took me aback pleasantly. It’s a Greek red wine from the Rapsani denomination of origin, out of the Thessaly region in central Greece. The thick and robust beverage stems from the even mixture of three different grapes: two local strains –Stavroto and Krassato that stamp the unique taste of this neck of the woods- and Xinomavro, which makes the wine pack a wallop in terms of distinction and elegance.