A celebrar en Passat los 500 años espirituanos
El Volkswagen Passat, en su más reciente versión, se comercializa desde 2010 y se ha actualizado año tras año incorporándole nuevas tecnologías que acentúan la seguridad activa, a la vez que son renovadas las motorizaciones. El que probamos lo impulsa un motor lineal de cuatro cilindros, 1.8 L de cilindrada y 160 CV de potencia, que está acoplado a una transmisión automática DSG de siete velocidades, dirigida al tren delantero.
Para acceder al habitáculo se utiliza la llave con mando a distancia, tiene un sistema que reemplazó las tradicionales, pero a diferencia de las más modernas que se pueden llevar en el bolsillo, esta se introduce en una ranura situada en el salpicadero, a la derecha del volante. Luego se presiona hasta el fondo (pisando el freno) y se pone en marcha el motor.
Los asientos delanteros son cómodos y están tapizados con una espuma que garantiza permanecer varias horas sentados sin molestias. Se pueden regular (manualmente) en distancia y altura. Presentan unos reposacabezas que, además de sus ajustes tradicionales (altura), permite un movimiento de aproximación a la cabeza de los ocupantes, lo que evita lesiones mayores de cuello en caso de accidente.
Tanto el conductor como su acompañante –en la fila delantera– tienen múltiples espacios para guardar objetos. Entre ellos destacan dos grandes situados entre las butacas que, además de amplios, tienen tapa. Esta área es aprovechada debido a que el freno de mano es eléctrico, una pequeña tecla que, aunque está ubicada en el lugar tradicional del freno de emergencia, evita utilizar todo el espacio que conlleva un mecanismo manual.
Para llegar a Sancti Spíritus el camino más rápido y directo es tomar la Autopista Nacional rumbo este y avanzar 334 km, hasta llegar al paso superior que enlaza la ciudad espirituana (al sur) con el poblado de Yaguajay (al norte). Luego se dobla a la derecha y tras recorrer 20 km se llega a la bella e histórica villa que crece, pero que también conserva un impecable trozo colonial que como máquina del tiempo te transporta a cientos de años atrás.
Desde que salimos de La Habana, colocamos la transmisión automática en el modo directo (D), una de las tres opciones de la caja DSG que también se puede poner en modo deportivo (S) y secuencial manual (M). Con la palanca de cambios en directa el Volkswagen Passat se mueve con soltura tanto en la ciudad como en carretera. El cambio es suave, casi imperceptible y con unos valores de consumo puntual bajos, si tenemos en cuenta su tamaño y prestaciones. En ese sentido la transmisión desempeña un importante papel, porque la séptima velocidad baja sobremanera las rpm del motor sin perder empuje.
En gran parte del trayecto por la Autopista lo llevamos a 90 km/h. A esa velocidad y en la séptima marcha el motor gira 1 900 rpm, mientras que el consumo puntual reflejó 6.0 L/100 km. También lo pusimos a 110 km/h (2 100 rpm) con un consumo de 7.0 L/100 km. Cuando lo subimos a 130 km/h el tacómetro se detuvo en 2 500 rpm, mientras que el consumo apuntó 8.7 L/100 km.
El panel de instrumentos combina la información analógica (tacómetro a la izquierda y velocímetro a la derecha) con una pequeña pantalla digital monocromática ubicada entre ambos relojes donde se reflejan los datos procesados por la computadora y en la que destacan: consumo puntual, consumo promedio, autonomía, tiempo de viaje, promedio de velocidad, entre otros.
La entrada a Sancti Spíritus nos anunció, con una gigante valla, el aniversario 500 de la villa, pero más que el inmenso cartel, el ambiente festivo se respiraba, se veía en cada espirituano, en cada visitante, en cada hogar. ¡Es el día de la celebración! Como era de esperar la ciudad estaba repleta; sin embargo, nuestro equipo había reservado desde La Habana (a través de la agencia de viajes Excelencias Travel) un acogedor hostal. El Hostal Santa Elena, que toma el nombre de la calle donde está enclavado, cuenta con tres excelentes habitaciones –de las cuales ocupamos dos–, pero más que todo sobresale por sus anfitriones. Sara y Elio conforman un matrimonio que te acoge con amor y te colma de atenciones. Nos fue utilísimo el plano de la ciudad (a puño y letra) que nos realizó Elio, con él fue fácil llegar a los lugares más importantes de la villa, sobre todo en su centro histórico.
Es sin duda la Iglesia Mayor el símbolo arquitectónico de la ciudad, su construcción data de 1680 y la edificación de su torre tardó 80 años. Mitos y leyendas perduran con el pasar del tiempo: la de un güije, la del gallo de oro robado del altar mayor por los piratas, la de un peregrino que talló la imagen que se venera en la capilla del suroeste, la de la señora que antes de morir pidió ser inhumada bajo la puerta principal para pagar por sus pecados. Pero ninguna es más vigente y real como la de los Pasamontes, una familia dedicada al oficio de campanero. El primero fue José Feliciano, y en la actualidad repica las campanas para anunciar: cada amanecer, misas, días festivos y decesos su nieto, Alfonso Rafael Pasamontes Alfaro, a quien toda la villa lo llama cariñosamente Cuco.
En el recorrido por el centro histórico nos encontramos con el presidente del Grupo Excelencias, José Carlos de Santiago, quien con editores, periodistas y fotógrafos de otras publicaciones de nuestra empresa también estaban de celebración por el cumpleaños de la villa espirituana.
Llegamos en el Passat hasta el parque Serafín Sánchez que es, desde hace mucho, el área principal de la ciudad. Su entorno está conformado por edificaciones de diferentes siglos, en las que predominan las expresiones eclécticas. Su historia se remonta al siglo XVII (1690), cuando se construyó la Plaza del Recreo en el área de la ermita de la Veracruz. El parque más popular de Sancti Spíritus se erigió en 1914 y lleva el nombre del paladín de las tres guerras de independencia contra el yugo español.
Nuestro auto a prueba también rodó sobre el puente Yayabo, uno de los más antiguos y único de su tipo en Cuba. Se construyó a base de ladrillos, cal y arena de la zona, sin utilizar cemento, algo que asegura el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología, después de un minucioso estudio de laboratorio. Fue levantado en 1831 a un costo de 30 000 pesos de la época. Tiene una altura máxima de nueve metros y un largo de ochenta y cinco, con un estado de conservación impecable.
El regreso lo hicimos por el Circuito Sur de la Carretera Central, un trayecto colmado de hermosas vistas e impresionantes puentes. Por esa vía, y antes de atravesar la villa de la Santísima Trinidad visitamos el antiguo ingenio Manaca Iznaga, donde permanece imponente la torre Iznaga. Allí disfrutamos de un exquisito guarapo y deliciosa agua de coco. También hicimos parada en el mirador del Valle de los Ingenios, con una extraordinaria vista. Inigualable es, además, el tramo Trinidad-Cienfuegos donde destacan las playas y los puentes. Entre Trinidad y Cienfuegos se encuentra el restaurante La Piedra. Es una casa de madera construida encima de una roca donde se disfrutan los más diversos y sabrosos platos, pero sin duda sobresalen la comida criolla y los mariscos.
Las plazas traseras del Volkswagen Passat son muy cómodas y con mucho espacio para dos personas, independientemente de la talla de los pasajeros. No así para tres, porque privaría a los ocupantes de utilizar un aditamento escondido en el espaldar que permite colocar vasos o pequeñas botellas. Además, desde ahí mismo se puede acceder a su amplio maletero capaz de almacenar 556 L con las dos filas de asiento disponibles.
En nuestro tramo de pruebas extremas activamos a fondo el turbocompresor, con la transmisión en modo secuencial manual (M). De primera a quinta lo llevamos hasta 6 500 rpm. En primera alcanzó 45 km/h, en segunda 78 km/h, en tercera 118 km/h, en cuarta 160 km/h, en quinta 210 km/h y en sexta marcó 218 km/h con el motor a un régimen de 5 600 rpm. La séptima marcha mantiene la velocidad, mientras que las revoluciones descienden hasta 5 400 rpm.
Resumiendo
En un recorrido que superó los 1 000 km, el Volkswagen Passat destaca por su insonoro, cómodo y amplio habitáculo. La combinación motor-transmisión es muy acertada porque equilibra sobremanera las prestaciones y el bajo consumo. El depósito de combustible, que acumula 70 L, garantiza una autonomía que supera los 800 km. El Passat que probamos carecía de elementos de equipamiento que hubiesen aumentado el confort, como pudieran ser: sensor de lluvia, sensor de parqueo, aire acondicionado bizonal, arranque sin llave, entre otros extras que ofrece el Volkswagen Passat como opcionales.
Excelencias del Motor realizó este viaje de prueba con la colaboración de la firma italiana Resigum, la agencia de viajes Excelencias Travel (a través de la cual reservamos hospedaje y auto) y la rentadora de autos Rex.