Santuario VIRGEN DEL COBRE
Si usted llega a Cuba cercano al ocho de septiembre y trata de viajar desde el occidente hacia el oriente de la isla, le resultará un tanto difícil. Miles de personas comienzan a desplazarse en esos tiempos rumbo a un sitio ubicado en pleno corazón de la Sierra Maestra, la mayor y más importante cordillera del país, muy cerca de la ciudad de Santiago de Cuba. Van rumbo a El Cobre.
Se trata de una pequeña villa cuyo sostén económico es la explotación de un yacimiento de cobre que está en activo desde el siglo XVI. Sin embargo, existe una atracción superior que es la que motiva el desplazamiento general; en El Cobre se encuentra el Santuario de la Virgen de la Caridad y los Remedios. Si se acerca a las inmediaciones del poblado en la noche de un siete de septiembre, tropezará con una muchedumbre que marcha por la carretera que lo une con Santiago de Cuba. Avanzan hacia El Cobre en cualquier tipo de vehículo, incluso por sus propios pies. Cuando consiga llegar hasta frente a los 240 escalones que hay que ascender para penetrar en el santuario, tendrá ante sí a cientos de creyentes que los suben arrodillados o reptando. Otros con cargas sobre sus hombros o transportando en sus brazos a un familiar incapacitado. Todo ello no es sino una muestra de la devoción y fe que sienten la mayoría de los cubanos por su virgen mulata. Y esta sensación quedará fortalecida cuando, una vez dentro del templo que siempre resulta pequeño para los posibles asistentes, verá depositados exvotos muy diferentes, tanto que bien pudieran enriquecer las colecciones de un anticuario o un joyero. Sin embargo, nada es capaz de romper la solemnidad de este lugar que no conoce razas, credos, posisición social o cultura. Pero, ¿cuándo comienza la historia de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba?
SANTIAGO DEL PRADO Y REAL MINAS DE COBRE, DONDE LA MADRE DE DIOS DECIDIO ESTABLECERSE.-
Lo que hoy se llama pueblo del Cobre, entra en la historia de la Isla de Cuba en la primera mitad del siglo XVI. Todo comienza cuando en un cerro, llamado del Cardenillo, se descubre la existencia de grandes yacimientos de cobre. Casi setenta años después, en 1599, el capitán español Francisco Sánchez de Moya, funda oficialmente el sitio que entrará en los libros oficiales con el nombre de Santiago del Prado y Real de Minas de Cobre. En la segunda mitad del XVIII el Cobre es una población mestiza de negros, blancos e indios. A ellos se suman inmigrantes franco haitianos procedentes de la vecina Haití donde se había producido una revolución de los esclavos. También grupos de catalanes y canarios, contingentes de culínes chinos que oficiaban como mano de obra en las labores de minería y la presencia inglesa con capataces, técnicos y otros especialistas también relacionados con la minería. Esta mezcla de razas es quizás la razón por la cual la actual población del Cobre presenta rasgos característicos que no pueden ser hallados en otras regiones de Cuba. Otro hecho importante en la historia de El Cobre nace cuando los esclavos que por haber cesado las labores en las minas se consideran como libres, se niegan a regresar a su condición anterior: por Real Cédula del 7 de abril de 1800, dictada en Aranjuez, España, el Rey les reconoce el derecho a la tierra y la libertad. Era el primer grupo de esclavos negros que lograban emanciparse de sus amos. En la actualidad el poblado del Cobre, a unos 27 kilómetros al noroeste de Santiago de Cuba es una villa apacible, sus minas aún continúan en explotación y tiene como orgullo y principal elemento de atracción, la existencia en el Cerro o Loma de la Cantera, de un santuario ordenado como Basílica Menor, donde radica la patrona de Cuba: la Virgen de la Caridad del Cobre.
EL COMIENZO DE UNA HISTORIA QUE NUNCA HA TERMINADO.-
Barajagua era un alto cercano a la población de El Cobre. Del mismo partieron rumbo a la bahía de Nipe, ubicada en la costa norte de la región oriental de Cuba, tres hombres en busca de sal para ser utilizada en el proceso de refinamiento del mineral de cobre. Dos de ellos eran indios naturales del país: Rodrigo y Juan de Hoyos, hermanos. El otro era un negrito de unos diez años Juan Moreno. Alcanzando su objetivo se alojaron en un paraje nombrado Cayo Francés o La Vigía. Tres días estuvieron sin poder echarse a la mar debido a las inclemencias del tiempo. En la medianoche del cuarto, sereno el mar, emprendieron el viaje. Cuando comenzaba a aclarar divisaron a larga distancia una especie de bulto blanco y algo les llevó a tratar de interceptarlo. Ya más claro el día reconocieron que aquello que venía era la imagen de María Santísima, la madre de Dios. Anclaron la canoa y la tomaron: traía un hermoso niño en su brazo izquierdo y en la mano derecha una cruz de oro. A pesar de venir sobre una tablilla, había permanecido sin mojarse. En la misma tablilla uno de ellos, Rodrigo, el único que sabía leer de los tres, descubrió y asombrado transmitió: “yo soy la Virgen de la Caridad”. Transcurría el Año de Gracia del Señor de 1606.
LA VIRGEN ESCOGE SU LUGAR RESIDENCIA.-
La Virgen de la Caridad así descubierta es llevada al alto de Barajagua, se le levanta una ermita y muy pronto el sitio se convirtió en lugar de adoración, peregrinaje y rogativas. Según las crónicas de la época, muchos fueron los milagros realizados por ella. Pero también se recoge que muchas veces, la Virgen desaparecía. En una ocasión una niña de la villa, la que era conocida como Apolonia, encontró a la Virgen encima de una peña. Bajó corriendo al pueblo a contar la novedad. No le dieron crédito a lo que decía. Pero ella continuó afirmando la veracidad de su narración. Tan fue así que llegó a oídos del cura y del administrador de El Cobre que luego de interrogar a Apolonia llegaron a la conclusión de que el relato era cierto y que se trataba de una solicitud de la Virgen porque le construyesen una iglesia en otro lugar. Al no poder ponerse de acuerdo sobre la elección de la ubicación se ofició una misa con rogativas. En la misma noche de ese día se vieron tres columnas de fuego que nacían del cerro llamado de la Cantera y se perdían en el cielo. Era el mismo sitio donde Apolonia afirmaba haber visto a la Virgen de la Caridad. Algunos subieron al cerro pensando en la existencia de un incendio, pero al llegar no hallaron nada que pudiera producir reflejo. Regresaron sin explicación para sorprenderse con la presencia nuevamente, en el mismo lugar que acababan de abandonar, de las mismas tres luces. El fenómeno se repitió otras dos noches. La Virgen de la Caridad había escogido el sitio sonde quería que se erigiese su santuario.
LA PATRONA DE CUBA
El 24 de septiembre de 1915, un grupo de oficiales y soldados combatientes de las guerras contra España, fueron a caballo desde Santiago de Cuba hasta El Cobre. Su objetivo era allí, solicitar a la Santa Sede, el reconocimiento de la Virgen de la Caridad como patrona de Cuba. No demoró mucho el Papa Benedicto XV en darle respuesta a dicha solicitud y el 10 de mayo del año siguiente, se declaró a la imagen de la Caridad y los Remedios, Patrona de la República de Cuba.
Asi, El Cobre pasó a ser como el Lourdes de Cuba. No hay un creyente que no quiera visitar al menos una vez el santuario, formulando promesas, dando gracias por las respuestas recibidas, buscando un consuelo para una pena. Dentro del santuario cuya última reconstrucción data de 1927, se encuentra el Cuarto de los Milagros donde se recogen los más diversos objetos (exvotos), desde muletas dejadas allí por aquellos que gracias a la Virgen recuperaron la capacidad de caminar sin ellas, hasta una de las medallas que se le otorgan a quienes obtienen el Premio Nobel. Visitar el Cuarto de los Milagros presupone un reto al entendimiento o un fuerte fortalecimiento de la fe. Cada día el sitio se desborda de flores de todos los colores traídas por aquellos que quieren rendir su homenaje a la Virgen de la Caridad. Usted siente allí la fuerte presencia de la paz, de la serenidad e incluso, sin motivaciones religiosas, puede experimentar ese sobrecogimiento bienhechor que proporciona la atmósfera del lugar. Ocho grandes puertas del santuario permiten la entrada a un amplio atrio de 240 metros de largo por quince de ancho. El altar mayor está confeccionado en mármoles de diversos colores y en su parte central superior se halla la imagen de la Virgen con su corona y la aureola, ambas de oro de 18 kilates. Engastados en la primera 1.450 brillantes, esmeraldas y rubíes. La cruz que lleva en la mano derecha es de brillantes y amatistas; la corona del niño Jesús es de oro y plata guarnecida de brillantes. Así fue coronada simbólicamente por el Arzobispo Zibuzarrete el 20 de diciembre de 1936 en Santiago de Cuba. Con similares prendas fue oficialmente coronada el 25 de enero del año en curso por Su Santidad el Papa Juan Pablo II en la Plaza de la Revolución, un sitio relativamente nuevo de la misma ciudad que esta vez resultó pequeño. Teniendo como fondo el monumento a uno de los grandes caudillos de las Guerras de Independencia, el Lugarteniente General Antonio Macedo y 23 enormes machetes que simbolizan su rebeldía, se erigió la urna desde donde el Santo Padre dirigió su voz a los santiagueros. Cientos de miles de personas recibieron su bendición y pudieron contemplar admirados como era ungida la Patrona de Cuba, La Virgen de la Caridad y los Remedios de El Cobre. El santuario de la Virgen de la Caridad y los Remedios, ubicado en el poblado de El Cobre, merece ser visitado, en cualquier fecha, por aquellos que desean conocer el por qué en muchos hogares cubanos, o en el cuello de muchas personas, está una imagen de la Patrona de Cuba, o por quién desee hacer una solicitud personal, con la certeza de que hallará respuesta a su anhelo.
Sabia que...
Aún muchos vecinos de El Cobre recuerdan la fórmula para lograr que en tiempos de sequía se produjese la lluvia. Reunidos todos bajo el Puente Nadal, que divide en dos al pueblo, iniciaban una marcha por el cauce seco del río hasta llegar a su nacimiento. Se llevaban velas encendidas e iban orando y pidiendo a la Virgen de la Caridad y a Dios, que lloviese. Al llegar a un sitio conocido como “El ataud”, se tomaba un pico y se perforaba hasta encontrar agua. Entonces se tomaba un poco de ella y se le iba haciendo a cada vecino una cruz en la frente al mismo tiempo que se le decía “madre agua”. El designado tenía que responder “Esta rogativa es para que nos manden agua”. Aseguran que es una fórmula muy efectiva.