Zaida del Ríoy las vibraciones de su pincel
P ara acercarse a Zaida del Río e intentar comprender su universo estético, es necesario cerrar los ojos y abrir los sentidos. Lo más contrastante es que no nos encontramos ante uno de esos seres que parecen estar sólo de visita por la tierra y apenas en contacto con ella; es una mujer espontánea y sincera, tan convincente en sus códigos estéticos que la palabra se torna insuficiente para expresar las impresiones recibidas. Tampoco el lente fotográfico podría captar ese halo de formas en que se mueve esta artista que, pese a todo lo dicho, sigue muy apegada a la tierra, a su tierra; o quizás moviéndose en sus profundidades, interactuando con la savia que nutre las raíces.
Su obra ha sido hecha para ser disfrutada y admirada; tratar de interpretarla por otras vías, sería profanar composiciones en las que menudos toques de pincel e inusitadas disposiciones cromáticas, conforman conjuntos inasibles en un solo golpe de vista, y en los que parecen fundirse las manifestaciones estéticas de muchas civilizaciones con toda su riqueza polisémica.
La figura humana, centro de una estética Fue hacia mediados de los 70 que Zaida del Río comenzó a develarnos su cosmos estético a través de las primeras exposiciones: Un tiempo en que ¨trabajé sobre todo el paisaje campesino, las historias telúricas de los campos, de los sueños, lo que me venía por herencia de la infancia. Me gusta tomar un tema estudiarlo y profundizar en él". Sobre las etapas en su obra, nos explica: "No hay un cambio grande de la proyección figurativa, pero sí de los temas: en un tiempo fueron animales; en otros trabajé personajes que se disfrazan en su encuentro con el público; después dediqué varios años a temáticas religiosas …". El resultado de esta amplia etapa creativa fue recogido en la exposición Trípticos, ganadora de premios en Japón y Egipto.
Pero la mujer-pájaro, tema que empezó a trabajar hace unos diez años, asevera Zaida que no fue una propuesta pensada, estudiada; simplemente surgió. La artista elaboró una historia acerca de ella y en momentos ha llegado a identificarse con esta figura tan libre en la expresión, como su autora durante el acto creativo: "En ese momento no pienso en quién soy ni respondo a ningún código, sólo quiero pintar y pinto lo que siento; tampoco puedo explicar racionalmente por qué pinté mucho tiempo en blanco y negro y por qué de pronto se llenó mi obra de colorido; es que generalmente respondo a un subconsciente difícil de conceptuar".
En lo que hasta hoy corresponde a la última etapa creativa, Zaida ha abordado temas por los que siente especial atracción como el zodíaco, los ángeles, los espíritus del más allá. Pero por encima de la variedad temática, hay algo que está presente en toda su trayectoria: el ser humano, el hombre y la mujer desnudos como centro de las conexiones entre todas las fuerzas visibles u ocultas que se mueven en el universo.
Secretos revelados La obra de Zaida del Río ha dado pie a hipotéticas interpretaciones, especulaciones y valoraciones críticas que ella derriba anticipadamente, con palabras que reafirman el misterio y la magia de la creación artística:
"Yo no defino ninguna tendencia o estilo en mi obra; tampoco utilizo símbolos, ni la mujer-pájaro, ni las lunas, ni las hojas, ni nada de lo que aparece es un símbolo para mí; son elementos que tienen una vida propia, viven en mí, en mi mundo, en todo lo que me rodea".
Zaida también ha incursionado en la ilustración de libros y discos compactos, en la creación de murales y en la novedosa vinculación entre las artes plásticas y la danza. La artista vive en una feliz armonía consigo misma, porque siente que vino a este mundo a pintar. Aunque no declara proyectos inmediatos, sabemos que pronto nos sorprenderá con nuevos temas, con nuevas creaciones que viven aún sin expresión concreta en su particular cosmos estético.