Una visita a los poblados de los indios Emberás es una toda una experiencia, que nos permite entrar en contacto con una de las culturas autóctonas que más han contribuido a crear la personalidad del Panamá actual.

Hace algunos años, representantes de un grupo Emberá llegaron a un acuerdo con el gobierno panameño por el cual se trasladarían al Parque Nacional del Río Chagres, comprometiéndose a actuar como sus cuidadores. Es uno de estos asentamientos el que visitamos. Los Emberás viven a unos escasos 70 Kms. de la capital de Panamá, por lo que nuestro recorrido para conocerles partirá de allí, donde podremos estar alojados, realizando la visita en un día completo.

El rio de los lagartos El río Chagres es muy importante en la vida de Panamá, pues alimenta el lago Gatún, que provee de agua al canal. Además se encarga del suministro de agua potable para las ciudades de Panamá, Colón y La Chorrera. Tiene una anchura de entre 100 y 400 metros, y navegar por él nos hace sentir como antiguos aventureros, sin necesidad de alejarnos de las ciudades principales. Los detalles curiosos comienzan cuando queremos entablar contacto con los Emberás. No tienen teléfono ni luz eléctrica, y se encuentran a 45 minutos en canoa motorizada del embarcadero más cercano. Pero Atilano, su representante, tiene un buscapersonas (él le llama biper), cuyo número nos facilitan en el Instituto Panameño de Turismo (IPAT). Le dejamos un mensaje para citarnos, mejor si es a primera hora de la mañana y de un día para otro. Atilano viene a recogernos en su cayuco motorizado, que es un tipo de canoa pequeña con capacidad para diez personas. Con ella nos lleva, remontando el Chagres, el que llaman río de los lagartos, hasta el poblado Emberá. El paseo es de majestuosa belleza. El silencio de la selva es roto sólo por el canto de algunas aves. En un recodo del río vemos un martín pescador volando a ras del agua. Las lianas cuelgan de los árboles como pensadas para que un Tarzán que apareciera de pronto pudiese cruzar el río por ellas.

Danza en nuestro honor Los miembros de la comunidad salen a recibirnos ataviados con sus ropas típicas: los hombres con taparrabos de vistosos colores y las mujeres con falda y el pecho descubierto, rodeado de unos collares multicolores que llaman chaquiras. Son gente afectuosa y encantadora, que se ofrece a mostrarnos sus costumbres y forma de vida. Danzan para nosotros, nos enseñan su artesanía (cestos, trabajos con huesos de frutas y madera, chaquiras, etc.) Después conversamos un rato con ellos en la casa comunal del poblado. Nos ofrecen una pipa de coco verde para beber mientras nos refugiamos de la lluvia, tan habitual en estas fechas del año. Cuando la lluvia cesa, Atilano y su hijo se disponen a llevarnos de nuevo al punto de partida.

Quiénes son los indios Emberás

Los emberá son parte del grupo indígena más importante del país, los Chocóes. Son unos 14.700. Su sistema de organización es democrático y en él tienen iguales derechos las mujeres que los hombres. Mantienen sus ancestrales constumbres y forma de vida, así como sus antiguas técnicas de caza, pesca y recolección. Su tradición ha sido determinante en la definición de la personalidad cultural del Panamá de hoy. Son grandes amantes y defensores de la naturaleza, y se preocupan siempre de mantener el equilibrio biológico de las zonas en que habitan. Hasta hace poco la única arma por ellos utilizada era la arcaica cervatana de dardos envenados, cuyo uso aún no han abandonado. Ajenos del todo a los rigores del clima, pues disfrutan todo el año de unas suaves temperaturas tropicales, la única ropa que sienten necesidad de llevar es un pequeño cubre-sexo de cuero, aunque también usan un chalequillo de piel cuando van a los pueblos. Se adornan el cuerpo con pigmentos, sobre todo con jagua (fruto de un árbol tropical, de pulpa agridulce). Las jóvenes emberá, al alcanzar su pubertad, realizan unos ritos festivos, durante el transcurso de los cuales beben abundante chicha (maíz fermentado). Los Emberás son muy respetuosos con la naturaleza y trabajan por conservar las condiciones del territorio en que habitan. Su tradicional medio de transporte es el cayuco, un tipo de canoa pequeña, a la que muchos han acoplado un motor de gasolina.