Carnaval de La Habana 2000
El carnaval de La Habana, aparte de una fiesta de gran participación popular, es un espectáculo a cielo abierto para contemplar desde los palcos y gradas preparados a lo largo de la avenida del Malecón, donde se realizan la mayor parte de los festejos. Allí se congregan miles de cubanos y extranjeros atraídos por un carnaval que, sin pretensiones de situarse entre los más costosos ni los más suntuosos, es uno de los más alegres del mundo.
Tres kilómetros de la avenida del Malecón, entre el Paseo del Prado en la ciudad vieja hasta la explanada de La Piragua, en las cercanías del Hotel Nacional, se inundan cada año de capitalinos, cubanos de otras regiones y visitantes de todas partes del mundo que quieren compartir la alegría de estas fechas festivas. Este año el evento fue titulado “Raíces”, y trató de simbolizar alegóricamente los diversos orígenes étnicos de los habitantes de Cuba. La algarabía y la calidad artística fueron las notas dominantes en la noche de inauguración del desfile. Participaron quince comparsas y diez carruajes, representativos cada uno de las diferentes manifestaciones que confluyeron en la cultura cubana. Las celebraciones se iniciaron con el desfile de carrozas, que son sin duda la nota más llamativa de los carnavales. Los carros eran de tema alegórico, adornados con profusión de luces y colores, guirnaldas y serpentinas. Compitieron entre sí en espectacularidad. Sobre cada carro, una orquesta marcaba el compás a las guapas bailarinas, conocidas por su atuendo y adornos como “morenas de fuego”. Los disfraces han sido siempre parte fundamental de las celebraciones carnavalescas. No tan sólo por lo que tienen de vistosidad y espectáculo, sino también porque proporcionan a las personas un vehículo de evasión de la realidad. Los carnavales de 2000 pasarán a la historia como unos de los más extensos, en tanto se iniciaron el 21 de julio y hasta el 13 de agosto hubo huellas de su paso por el Malecón. A estas fechas se añadieron los festejos del 26 de julio, que duraron tres días, y que en esta ocasión eran especiales dado que La Habana actuaba como sede de los actos de conmemoración del 47º aniversario del asalto al cuartel de Moncada en 1953 por parte de Fidel Castro y sus partidarios. Además se retomó la tradición de los “muñecones”, a quienes se les dejó campar a sus anchas y no en grupos, como venía siendo habitual. Durante las fiestas se pudo disfrutar de cenas llenas del más profundo sabor cubano, en alguno de los restaurantes ranchones, hechos de madera y guano, con el estilo de construcción de la vivienda tradicional. Los primeros carnavales Los carnavales tienen su origen en las saturnales romanas, y llegaron al “Nuevo Mundo” con el Descubrimiento. Su originario carácter religioso se ha ido diluyendo, y el carnaval ha devenido en una expresión más profana y terrenal. Su celebración en Cuba se remonta al siglo XVI, cuando congos, carabalíes, yorubas y otros descendientes de etnias africanas consiguieron que se les concediera un día festivo para poder exteriorizar su cultura. Por entonces se conocían como “carnestolendas”. Desde la capital cubana estos festejos, convertidos en tradición, fueron evolucionando y se extendieron por todo el país, con las modificaciones aportadas por las tradiciones de cada región. La referencia más antigua a unas fiestas carnavalescas en La Habana del tipo de las que hoy conocemos es de 1833. Desde su inauguración en 1838, el habanero Teatro Tacón fue sede de los cuatro bailes de máscaras del mes de carnaval. El primer carnaval habanero reconocido coincidió con los primeros alzamientos de los insurgentes cubanos contra el gobierno español, en el año 1895. Con la euforia de la independencia recién adquirida, en 1902, tuvo lugar en La Habana un gran festejo de carnaval, recordado además por ser el primero en el que participaron vehículos. La primera Reina del Carnaval fue elegida en 1908. Resultó agraciada una sencilla cigarrera, de nombre Ramona García. También aquel año desfilaron las primeras comparsas, una especie de procesión danzante colectiva que suele considerarse derivada de las antiguas fiestas del Día de Reyes, en que los cabildos afrocubanos, reunidos en “naciones”, danzaban por las calles. “El Alacrán”, “Los Monos Rosados” y “Las Rosas Encantadas”, fueron las más célebres comparsas de aquella primera época. Desde entonces, las comparsas mueven a cientos de personas a ritmo de conga, un baile cantable, colectivo y arrollador. A principios de los 90 los carnavales desaparecieron, víctimas de la difícil situación económica que atravesaba el país. Más adelante, con el auge de la industria de turismo en Cuba, fueron rescatados por las autoridades como un medio de potenciar las tradiciones culturales.
LAS COMPARSAS Cada año un jurado de especialistas concede premios a la carroza y a la comparsa más originales y vistosas. El premio ha correspondido en numerosas ocasiones, y este año una vez más, a la archifamosa comparsa “Los Guaracheros de Regla”, que existe desde hace 40 años y se compone de bailarines de este municipio, de los cuales, sólo uno es profesional, su coreógrafo. Las demás comparsas premiadas fueron la de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la de “Los Jóvenes del Este” y la de “La Giraldilla”. La coreografía, también premiada, de “Los Jóvenes del Este”, se basó en los ritmos del rap para ejecutar sus evoluciones. En el pasado carnaval de La Habana 2000 también participaron otras comparsas de afianzada raigambre popular, como son “El Alacrán”, “Los Marqueses de Atarés”, que existe desde principios de siglo, y “La Jardinera”, creada en los años 30 y que sigue arrastrando a la gente al baile con su celebérrima canción: “¡Flores, flores, que viene La Jardinera regando flores!”. O con aquella otra: “¡Adiós mamá, adiós papá, que me voy con Las Bolleras!...” Con éstos y otros estribillos pegadizos, pasaban las comparsas, invitando a la gente a unirse a la conga. Tras el paso de los desfiles, acababan los festejos oficiales, pero otro tipo de carnaval estaba a punto de comenzar. El público abandonaba las gradas y se preparaba para bailar hasta el día siguiente.
MÚSICA DEL CARNAVAL
Los ritmos populares son parte imprescindible de todo carnaval. En los de La Habana, los cuerpos no dejan de agitarse al son de rumbas, guarachas, guaguancós, mozambiques, sambas, joropos, congas, calipsos, charangas, timbas, boleros...
LA CONGA Es el ritmo que mejor representa el espíritu del carnaval. La mejor expresión de la esencia de esta fiesta colectiva y transcultural. Bailable, cantable, arrollador, resulta difícil observarlo sin participar, tal es la euforia que desprende. Los instrumentos rítmicos que utiliza son tambores (abarrilados y de un sólo parche), bombos, cencerros, ¡sartenes!, y los melódicos suelen ser de viento y metal, especialmente la agudísima trompeta china. Su origen está en los festejos de los esclavos africanos, pero también son notables las influencias españolas (vientos).
LA CHARANGA Surgió en los festejos de 1912. Fue popularizada en 1926 por el célebre Antonio María Romeu, conocido como “el mago de las teclas”, quien durante los festejos de carnaval de ese año presentó sus famoso “Tres lindas cubanas”, con gran éxito.