La historia del Colmillo Blanco cubano
Viajando desde Viñales hacia Minas de Matahambre, camino de Cayo Jutías, en la provincia de Pinar del Río, a tan solo 160 km de La Habana, cayendo una bello atardecer, uno se sorprende al observar unas extrañas esculturas que parecen sembradas en el campo, con un bonito bohío al fondo de la parcela, y cerrando el paisaje los mogotes de la Sierra de Viñales.
Es la finca de Noel, un hombre joven y con gran serenidad en su rostro, quien sentado bajo el porche de su casa, tallando con un buril y un mazo de madera una serpiente sobre una raíz, recibe a los curiosos y visitantes que llegan hasta su humilde morada. Desde que uno comienza a conversar con él, su voz tranquila, una mirada clara y una entonación que realmente no parecen proceder de un campesino, transmiten una extraña sensación de paz.
En un inicio, mi intención era hacer una entrevista al artista que había realizado ese extraño y bonito trabajo sobre las raíces que estaban plantadas en su jardín, pero pronto descubrí, que ese no iba a ser el único motivo de mi reportaje.
Noel Díaz Gala vive desde que nació, hace 32 años, en esta casa del Valle de Viñales. Campesino de profesión, siempre ha trabajado su vega de tabaco. Según cuenta, en el año 2002, un día salió al monte a buscar unas malangas para cocinar, y allí vio un tronco en el suelo por el que se sintió muy interesado. En ese momento pensó en dejar de trabajar la vega y vivir de tallar la madera, por lo que dándose la vuelta regresó a su casa con el tronco. Cuando su esposa le vio, le preguntó dónde estaban las malangas para comer, a lo que él respondió: esposa, a partir de hoy comeremos de lo que este tronco nos dé.
Desde ese día Noel trabaja la madera de las raíces para esculpirlas, raíces que después de talladas planta en su jardín, el cual se ha convertido en un centro de atracción.
No obstante, el artista conserva para sí las cinco primeras obras que talló, las cuales no ha querido vender, a pesar de que sus creaciones pueden comprarse desde 0.50 centavos de dólar, hasta $5 000, que fue la pieza más cara que hasta ahora vendió.
Noel es autodidacta, y tiene convencimiento pleno en sus creencias sobre el bien y el mal, sobre la religión y la salud. Además, defiende la idea de que toda escultura que planta en su jardín, no la vende, por lo cual se ha creado al aire libre en su jardín el museo Casa Raíces, un sitio de especial atractivo que atrae por su peculiaridad a muchos viajeros, quienes detienen su camino para admirar esa extraña obra.
Con un tono de inconfundible serenidad y con una bella entonación, relata a quien lo quiera oír que un día soñó con una voz que le decía: “Noel, las maderas que encuentres y bajes del bosque no las eches nunca al fuego, pues si así lo haces también se quemarán tus pensamientos”.
A partir de estas visiones o sueños nocturnos, Noel se ha hecho de una práctica religiosa muy original, llamada la Religión del Colmillo Blanco, en la cual no se aceptan regalos, ni dinero por sus servicios religiosos, pues él es quien hace obras de caridad, aunque también, con conocimientos que ha adquirido de forma autodidacta, cura con plantas medicinales, con las que hace infusiones o indica tratamientos, que receta de forma gratuita.
El peculiar artista afirma que el Gran Poder se le ha aparecido en varias ocasiones, y que una noche, estando dormido, soñó que le dijo: “Noel, tú has hecho una acción mala, y debes corregirla. Deberás hacer siempre el bien, pero no será fácil, pues tendrás mil personas a tu diestra que te hablarán bien y diez mil a tu siniestra que lo harán mal”. Este pinareño, quien crea oraciones como si fueran décimas, dice que su frase preferida es que “el roble para crecer fuerte y robusto debe hacerlo despacio”.
Pero más allá de su religión personal, la del Colmillo Blanco, Noel es una persona que ha encaminado su vida para hacer el bien a los demás, y un artista singular a quien merece la pena conocer.