Nadie dijo que fuera a ser fácil y más cuando el penúltimo día un error de Latvala dejó la decisión del rally en 3.4 s. La jornada comenzó con la tensión propia de los grandes momentos y con el público claramente decantado hacia un lado de la balanza, algo lógico si tenemos en cuenta que las tres últimas ediciones del Rally de Finlandia fueron a manos foráneas. A Jari-Matti Latvala no se le podía escapar el triunfo y aunque con sufrimiento, el cetro de los 1 000 Lagos se ha quedado en casa.

En cualquier caso, la jornada comenzó con 6.79 km que han trascurrido como alma que lleva el diablo. El de casa sacó esas décimas extras que da el calor del público, para conseguir el scratch en el SS24, alegría que duraba exactamente lo que tardaba en terminarse el siguiente tramo, puesto que Sebastien Ogier le respondía siendo más rápido y devolviendo la diferencia entre ambos casi a su estado original. En lugar de los ya famosos 3.4 s, el piloto conseguía tres décimas más para la tranquilidad en un Power Stage de altos vuelos.

En el Power Stage hubo más en juego que unos míseros puntos extras. La diferencia entre vencer o ser vencido, el orgullo de batir a tu compañero de equipo, la alegría de devolver el Rally de Finlandia a los aficionados locales o por el contrario asestar un golpe terrible por y para el campeonato. Los tres pilotos del podio salían al Power Stage con cuatro minutos de diferencia, por aquello de acelerar más los corazones y aunque Kris Meeke conseguía el scratch provisional al superar a Andreas Mikkelsen, los dos lobos necesitaban morder y venían con hambre por detrás.

El tiempo de Sebastien Ogier fue de 3:16.0 y con la presión en sus espaldas, Jari-Matti tomaba la salida en el Power Stage. Tres minutos de taquicardia en Volkswagen, entre los aficionados y en el mundo del motorsport en general, que se resolvían con un scratch de Sebastien Ogier por 0.1 s. La prueba estaba cerrada, Jari-Matti Latvala conseguía la victoria, los tres puntos extras y ser el hombre más feliz del mundo en Ruuhimäki dando la decimoségunda victoria a Volkswagen consecutiva. Sebastien Ogier era el derrotado, eso si, con los tres puntos extras y dando otro gran paso hacia el título, mientras Meeke se quedaba con el último punto extra, cerrando su magnífica actuación.