¡Ford Thunderbird Convertible 1958! un encuentro treinta años después
Comprobar que se trataba del mismo auto fue una de mis prioridades, pues jamás pensé que Frank –el dueño original por aquel entonces−se deshiciera de su Thunderbird. Además de ser él mismo su mecánico, trataba al auto con toda consideración en cada salida. No había apuros, acelerones ni frenazos con él. El sonido del motor V8 “Interceptor” de 5.770 L era una verdadera delicia, conducir el auto una experiencia incomparable. Su celo llegaba al extremo de guardar el vehículo a casi ocho kilómetros de distancia –en casa de su madre− para asegurarle un garaje con todas las condiciones. Al perderle el rastro en aquella época, el Ford se encontraba completamente original, con su pintura de fábrica y funcionando el mecanismo del cierre del techo.
Ahora, Miguel Roa Arencibia, su actual propietario, me cuenta los avatares del auto durante los años transcurridos. Frank lo vendió en los años noventa a unos hermanos, apremiado por la economía y la edad, que ya no le permitían mantener el mismo cuidado. Ellos trataron al Ford de forma muy diferente, haciéndole varias transformaciones que comprometieron el cuidado de años. En 2007, cuando Miguel, conoció la existencia de este ejemplar, quedaba poco de la hidalguía y elegancia que yo conocí. Logró adquirir el Thunderbird 1958 y comenzar a restaurar los daños sufridos. Tenía el proyecto de lograr rentarlo en eventos como bodas y celebraciones de quinces años –en Cuba es toda una tradición el empleo de coches de época en estas ceremonias− y para ello el auto debía estar impecable.
Por fortuna, el vehículo sufrió poco mecánicamente y por esa razón concentrósus esfuerzos en la carrocería y vestidura. Poco a poco el antiguo glamour salió a relucir, cuidando hasta los mínimos detalles y aditamentos. Hoy, el Ford Thunderbird 1958 de Miguel tal vez sea el único originalmente fabricado como convertible existente en La Habana. Para nosotros un encuentro increíble con el pasado, comprobando que estos autos han logrado vínculos inolvidables con nuestras vidas, y por ello tienen ese significado especial, que rebasa con mucho el llamarlos Clásicos.
texto y fotos: Jorge Esténger Wong