La Habana no solo tuvo tranvías para mover a su población entre los años 1901 y 1952. Paralelo a los servicios de la Havana Electric Railway Company (HERCO), se ofertaron hasta 1940 los viajes en trenes urbanos e interurbanos de la Havana Central Railroad (HCRR), adquirida en 1907 por la británica United Railways of Regla & Havana Warehouses, conocida como los «Unidos».
Entre ambas, mantenían una red que cubría la capital y las sucesivas ampliaciones que esta desplegó en esos tiempos.
La unión en 1913 de los servicios de tranvías y electricidad en una sola compañía hasta 1928 facilitó el uso de medios comunes a ambos creando sinergias muy efectivas. Pudieron verse postes de hierro que sostenían a la vez los cables y las redes de alimentación del transporte: las redes primarias, secundarias y bancos de transformadores para el servicio de electricidad a la población y diferentes entidades.
No solo la postería existe en avenidas como Infanta, 10 de Octubre, Monte y otras rutas troncales que hasta hoy cumplen esa función. Es posible apreciar, en áreas del sistema eléctrico soterradas de la capital como el Boulevard de San Rafael , las tapas de registros con el logo de la Havana Electric Railway Light & Power Co. (H.E.R.L.& P. Co.). Otras tapas correspondientes a la Havana Subway Company (H.S.Co.), cuyas redes fueron traspasadas a la HERCO en 1906, pueden verse en la Habana Vieja, Centro Habana y Plaza.
Viejas líneas de tranvías afloran en calles cercanas a la Estación Central de Ferrocariles o al Seminario religioso frente a la Ave. del Puerto y en la Habana Vieja, en general,  donde existen además los soportes de su alimentación eléctrica con características propios de calles tan estrechas.
No quedan olvidadas las líneas ferroviarias de la HCRR; sobre todo la correspondiente al tren que viajaba desde la Alameda de Paula hasta Guanajay a través de la Habana Vieja, Cerro, Puentes Grandes, Marianao y otros poblados hasta su destino final.
Seguramente muchos visitantes al cabaret Tropicana tuvieron que pasar por encima de sus rieles para acceder a la instalación recreativa; justo a unos metros de ese cruce, hoy enterrado por una buena capa de asfalto que, si bien nos hace el paso más cómodo, nos oculta algo de la historia del transporte en la capital.