«ATM hoy es un programa que se ha ganado su espacio entre las preferencias de una buena parte del público que sigue el deporte a través de la pequeña pantalla en Cuba», nos escribe Milton, vía Messenger, pues la lejanía no permite conversar en persona.
Así me narra que el programa inició hace 25 años como una sección de pocos minutos dentro de la revista dominical TR Deportes. «Creo que la perseverancia y la convicción con que trabajamos nos ha dado la razón y desde hace más de cinco años producimos un programa habitual del canal de los deportes en Cuba».
Por supuesto, se dice (o se escribe) más fácil de lo que parece. La realidad —cuenta Milton— es que «ha sido un cuarto de siglo de permanente reto». Formados en ese constante batallar, el staff de trabajo de A Todo Motor es, realmente, todo terreno: «cualquiera de nosotros hace cámara, otros editan, etc., tenemos un concepto muy alto de lo que es un equipo de trabajo».
Y la experiencia de realización es «¡ en Cuba y fuera de Cuba!».
-¿Cuáles son las perspectivas de desarrollo del programa?
«Pienso que estas perspectivas son buenas mientras exista voluntad de satisfacer necesidades espirituales (o de placer) de una buena parte del público cubano que es amante del buen deporte y conocedor de las disciplinas que tienen alta demanda a nivel mundial. ATM crece, constantemente y para bien».

Al otro lado de la pantalla

«¡Pero claro que sí! sentimos la identificación del público con ATM...», escribe Milton con emoción en una larga serie de mensajes que me veo obligada a editar para que quepa en esta página. Le pregunto sobre la audiencia y confiesa (con sobrada modestia, considero) que la fidelidad del público no se debe al talento, «aunque le ponemos el alma, puedes estar convencida de ello».
«Trabajamos de domingo a domingo, ¡ojo!,  como lo estás leyendo, en la organización, producción y salida al aire, pero también hay que agregar otras actividades que, como periodista en nuestro contexto, tenemos todos... Volviendo a los “retos”, el mío, el más trascendental, está en mi casa, que a veces pasan los días y apenas dispongo del tiempo que exigen y merecen nuestros seres queridos.
Así que medalla de oro para mi esposa María Isabel Serrano García; también para mi hijo Santos Ruiz Serrano, quien desde niño aprendió el manejo de la cámara de televisión y me sirve de camaraman, cuando la cosa “se me pone mala”... Con mi familia, he logrado mucho».
Habla, además, de su nieto Alejandro: «el relevo en estas aventuras parece estar garantizado... En resumen: el día que no sienta el mensaje de identidad del público con ATM, ese día guindo los guantes».
Pero no parece que el momento esté cerca, primero porque «el fenómeno automotor en Cuba, más que en cualquier otro punto, es un fenómeno cultural. El carro es algo propio de nuestra tierra, prácticamente desde principios del pasado siglo. Como es toda una cultura, estoy convencido de que vale la pena su divulgación en todos los órdenes, como espectáculo deportivo de alto vuelo, hasta las ingeniosidades de esa mecánica popular que en nuestro país mantiene andando vehículos con 70, 80 y más años de existencia. La vida de los carros, en Cuba, no tiene límites».

Un hombre afortunado

Milton revela que se considera un periodista privilegiado, con oportunidades excepcionales en una carrera profesional que va camino a los 50 años. «Desde 2014 estoy jubilado, pero no retirado».
También se considera un cubano afortunado, «he caminado por ciudades estelares como Sydney, Roma, Buenos Aires, Río de Janeiro, Caracas, Bogotá, Ciudad de Panamá, Ciudad de Guatemala, San José, Ciudad de México, Chicago, Los Ángeles, Nueva York, Washington, Astaná, Lagos, Miami, Abuja, Johannesburgo, Pretoria, Harare, Lusaka, la familiar Luanda, y ahora Windhoek... ¿Sabes una cosa? En todas estas ciudades siempre apareció un nacional que, al verme, me preguntaba: ¿vas hacer algún ATM aquí?».
Ya en el final nos comenta del Premio Excelencias: «Ha sido el único reconocimiento por muchos años dedicados a la temática del deporte a motor. Es un galardón que guardo con mucho cariño y respeto en mi casa... Nunca olvidaré este gesto, cuya propuesta salió de ustedes... Muchas gracias».