La Semana Santa en el Caribe atrae a viajeros de todo el mundo, ávidos de su clima generoso.

Entre lo religioso y lo profano transcurren estos siete días, pues los visitantes disfrutan lo mismo del placer de los sentidos que los del alma, alternando el ritual católico o protestante, con las delicias de la mesa local o las abundantes playas y centros nocturnos. Algunas islas pasaron de una a otra metrópoli a lo largo de su historia, lo cual es visible hoy en la diversidad de iglesias, como en San Vicente y las Granadinas. Trinidad y Tobago suma a anglicanos y bahaistas, las religiones de musulmanes e hinduistas. Santa Lucía, por su parte, con poco más de 150.000 habitantes, alberga a más católicos a pesar de haber recibido de Gran Bretaña la herencia anglicana. Quizá excepcional es el caso de Jamaica, donde conviven protestantes, anglicanos y católicos con religiones sincréticas de origen africano, un caso similar al de Cuba, cuyos investigadores no han podido determinar aún una preponderancia de una u otra vertiente, aunque la Iglesia Católica reclama para si el mayor número de devotos y pone a la isla bajo la protección de la Santísima Vírgen de la Caridad del Cobre como su santa patrona. Barbados es más equilibrada entre católicos y protestantes, lo mismo que Martinica y Antigua, pero en Guadalupe toman fuerza los primeros, con más del 85% de la población seguidora de San Pedro. Igualmente católicas son República Dominicana y Puerto Rico. En el continente, Colombia, Venezuela y el norte brasileño disfrutan una común herencia católica, en contraposición a Guyana, donde sólo el 20% de sus habitantes siguen esta fe y el resto se declara hinduísta, protestante, anglicano o musulmán. No es pues de extrañar que en los centenares de templos de la región se vea todos los años a los turistas devotos compartir en ligera ropa, junto a los nativos de cada lugar, los pasos de la liturgia, para poco más tarde disfrutar en algún atractivo mesón las delicias culinarias o bajo el radiante sol del Caribe tomar un baño de mar.