Historia y perspectivas del diseño en América Latina y el Caribe. dos visiones de un mito
Aventurarse en la difícil tarea de cartografiar y establecer conexiones en la diversidad de identidades y culturas residentes en la región latinoamericana-caribeña, pareciera ser una pretensión poco destinada al éxito, aunque necesaria, dado que no puede atraparse toda la riqueza de un continente en apenas unos cientos de páginas. Sin embargo, todo empeño de este tipo supone una voluntad de la que siempre me siento deudora y agradecida.
La aparición en el pasado año de dos volúmenes sobre el diseño en América Latina y el Caribe (hispano) constituye una llamada de atención acerca de la necesidad de promover la obra de una pléyade de creadores que han sentado las bases de una memoria visual de fuerte impronta y valía. En efecto: Latin American Graphic Design e Historia del diseño en América Latina y el Caribe. Industrialización y comunicación visual para la autonomía son el testimonio de una tradición asentada en el trabajo de cientos de diseñadores de las más disímiles influencias, áreas e intereses creativos.
Como todo mapa cultural ambos seleccionan formas unitarias de comunicación en nuestra región. Si no, ¿cómo entender la ingente tarea de lograr un producto visual que pese a manejar códigos internacionales usuales en el más rancio diseño de vanguardia, mantenga aún elementos que trascienden el empleo desenfadado del color,1 o los referentes locales y populares, para comunicar con frescura y creatividad un concepto de diseño distinto del anglosajón o europeo? Aunque parezca una paradoja, Felipe Taborda, destacado diseñador brasileño y a la sazón autor del ensayo “Cultura Latina” del libro de Taschen, aboga por una estructura si se quiere panóptica, abierta al lector, sin jerarquizaciones de origen como cabría esperarse. Vale señalar que quizás la intención inclusivista del volumen atentó contra el cuidado de la edición pues, al margen de imprecisiones en fechas y algunos errores en la correspondencia entre imagen e información –que confieso percibo por mi obsesión editorial–, Latin American Graphic Design es un libro necesario por la pluralidad y calidad de los trabajos reunidos en él: más de 200 autores, entre diseñadores y estudios o colectivos de diseño. Creo que lo significativo en este volumen estriba en ser un calidoscopio de imágenes que bajo un mismo rasero presenta a consagrados y emergentes, establece conexiones al sugerir sitios web, empresas, asociaciones, información de contacto, publicaciones. Casi se puede decir que es una guía, un muestrario del cual partir para profundizaciones futuras, y en el que predomina el peso de lo visual antes que el análisis conceptual.2
Si se tiene en cuenta que la cultura contemporánea nos aboca a una mezcla indiscriminada de imágenes, sensaciones, noticias, de forma simultánea a veces, pudiéramos decir que Latin American Graphic Design es un resultado de esta cultura mediática, ya que explota su capacidad generativa, en tanto asociativa, dentro de una estructura que es horizontal y en la que todos podrían encontrar cabida. Aunque se corre el riesgo de caer en lo superficial, es un logro que este volumen presente al gran público3 parte del mejor diseño gráfico de los últimos cincuenta años en el continente.
Por otro lado, y también en un afán por suplir la ausencia de estudios que promuevan el pensamiento y la historia del diseño en la región, sale a la luz la Historia del diseño en América Latina y el Caribe. Industrialización y comunicación visual para la autonomía. Pienso que si algo califica esta propuesta es su seriedad al apostar por análisis casuísticos tanto de la producción gráfica como industrial. Es una suerte de genealogía parcial que indaga en la cultura material de algunos países del área –México, Cuba, Brasil, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, Ecuador y Uruguay–, para hacernos partícipes de una historia contada desde sus hacedores.4 Y es esta visión tan propia la que favorece una rápida conexión con el lector. Intuimos desde la primera parte del volumen que aquellos que cuentan las respectivas historias lo hacen desde una postura muy personal, comprometida.
La hipótesis inicial, como aclara Silvia Fernández en la presentación, procura verificar que en la década del 60 […] el desarrollo del diseño […] fue condicionado por el sector público, desde la creación de organismos de vinculación y de programas gestados por los ministerios de economía y de industria y comercio. Fue un período en el que el diseño formaba parte del discurso político en términos de autonomía.5
Asimismo, los trabajos se concentraron en el arco temporal que va de 1950 al 2000, aunque algunos autores decidieron extenderlo de acuerdo con su interés. Otro acierto visible de esta propuesta es la confrontación que se establece con otras tradiciones y conceptos del diseño contemporáneo.
En efecto, la segunda sección del volumen incluye ensayos que exploran los trasiegos entre Europa y América Latina (inter-influencias y aportes de cada quien),6 la relación entre diseño y artesanía, la impronta de nuevas nociones y necesidades presentes en la enseñanza de esta disciplina, la teoría de los objetos, así como la sostenibilidad y su aplicación al campo del diseño. Indiscutiblemente, el peso fundamental de Historia del diseño en América Latina y el Caribe… está en sus textos críticos ya que la imagen deviene apoyo visual, pero nunca centro de la propuesta. En este sentido, creo que hubiese sido interesante jugar un poco más a nivel visual en el diseño del libro, hacerlo más atractivo. Considero que la hondura conceptual no tiene por qué oponerse a la audacia creativa visualmente hablando. Por el contrario, deberían ir de la mano. No obstante, es reconocible su rigor al reconocerse como un “mapa provisorio” que permite nuevos caminos para la investigación. El que no se incluyera en esta ocasión un conjunto importante de países y problemáticas del diseño contemporáneo, nos hace confiar en que en el futuro –esperamos, no muy lejano– se edite otro volumen exploratorio, de igual trascendencia para los estudios sobre diseño de la región.
El mito de la existencia de un diseño latinoamericano y caribeño, con su diversidad y riqueza visual características, en medio de una economía inestable y una historia plagada de contradicciones político-sociales, se verifica en ambos volúmenes. Basta recorrer sus páginas para comprender que hay una tradición, una realidad y un futuro que deben ser estudiados, imaginados, concebidos en función de nuestros proyectos como países autónomos porque: “Una sociedad que abdica al derecho de participar en el proyecto de la cultura material y comunicacional contemporánea, soslaya sus posibilidades de futuro”.7
Celebro pues la aparición de Latin American Graphic Design e Historia del diseño en América Latina y el Caribe. Industrialización y comunicación visual para la autonomía. Constituyen, cada uno en su propuesta, dos visiones que se complementan entre sí, dejando márgenes para posteriores contribuciones. Abren el camino, es cierto. Toca ahora perseverar y no dejar que las décadas pasen sin una continuidad. Con constancia, como en casi todo, podremos lograr trascender la inmediatez de lo cotidiano.
Latin American Graphic Design: Felipe Taborda/ Julius Wiedemann, Ed. Taschen, Colonia, e Historia del diseño en América Latina y el Caribe. Industrialización y comunicación visual para la autonomía: Silvia Fernández/ Gui Bonsiepe (comp.), Ed. Blücher, São Paulo.