Luego de una trayectoria que comenzó en la primera década de este siglo mediante pinturas de gran formato de tendencia figurativo-expresionista, sustentada gracias a su formación en la Academia de Bellas Artes San Alejandro en La Habana, Rachel Valdés exhibió en dos importantes espacios de esta ciudad durante el mes de octubre.

Su experiencia artística en varios escenarios del mundo, confrontando sus obras con públicos, creadores y expertos de varias latitudes, le han permitido realizar proyectos en múltiples escalas y técnicas expresivas: fotografía, dibujo, instalaciones, escultura, pintura, atenta siempre a preocupaciones e intereses que responden a búsquedas y experimentaciones, esencialmente del universo perceptual, los espacios de exhibición y la compleja tradición abstracta. 

En el plano pictórico, atrás han quedado su inicial etapa figurativa y todo lo relacionado con el retrato. Su interés por la abstracción la lleva a experimentar con manchas, colores diversos y un sentido del espacio bidimensional que tiende a ofrecer extensas zonas de silencio y profundidad en las que el espectador parece entrar en ellas y formar parte de esas sobrecogedoras atmósferas en azul y negro. Al mismo tiempo, en dirección opuesta, hace estallar profusión de colores sobre toda la superficie del lienzo para generar sentimientos y emociones en el corazón del público y avivar con fuerza la sensibilidad en cada uno de nosotros.

Eso sentimos en Tierra (Desierto-1), pintura de grandes dimensiones (300 cm x 250 cm), desplegada en uno de los espacios de la muestra colectiva Amora, en la renovada Galería Habana, en el corazón del moderno barrio de El Vedado. Rachel revela una gestualidad violenta mediante manchas informales que proyectan su radicalidad en el uso del color, pues todos, o casi todos, comparten roles protagónicos para expresar estados de ánimo, modos de pensar acerca de todo lo que le rodea. Ahí está, subliminalmente, su angustia ante el deterioro del medio ambiente y de la naturaleza, su inquietud ante la ausencia de un orden mundial que rija nuestras relaciones actuales y futuras. Primeros planos, planos centrales y otros de cierta lejanía contribuyen a no focalizar un centro específico en la obra, sino varios, en enérgica actitud de encuentros y desencuentros universales en torno a cuestiones medulares de nuestro planeta donde las partes y el todo proponen una nueva dinámica y nuevas aventuras para la imaginación individual y colectiva.

Dicha obra goza de un equilibrio fuerte y puede uno desviar su mirada a cualquier aspecto o espacio de la misma hasta encontrar esa zona que más apreciamos en lo emotivo o intelectual y con la que más nos identificamos. Parece que hay un fondo, una figura o varias, una obertura para disfrutar de un paisaje, pero no es eso y es todo a la vez: quedamos atrapados por la composición total, y al mismo tiempo por el detalle. Se trata de un juego abstracto con trasfondo figurativo, que los hace cómplices por igual en la mirada que indaga hacia dónde nos quiere llevar esta artista, capaz de asumir la pintura como una dedicación casi religiosa y un juego de percepciones infinitas.

En el plano tridimensional encamina, desde hace varios años, su discurso estético hacia expresiones en los que volúmenes y planos ocupan un rol protagónico en el espacio que le es dado y le permiten, a su vez, una activa participación del público. Ello se hizo más que evidente en su exitosa Felices para siempre (instalación de espejos de 16 metros de largo por tres de alto y uno de ancho sobre estructura de acero) instalada en la acera del malecón habanero durante la 11na. Bienal de La Habana como parte del proyecto colectivo Detrás del muro.

Luego propuso otra importante instalación: Cubo azul (cristal azul de tres por tres por tres metros), en la que el público se adentraba en ella para observar el mar y la ciudad desde dentro, desde otras perspectivas sobre el medio ambiente urbano. Largas filas de gente esperaban diariamente bajo el implacable sol para entrar en el cubo y apreciar nuevamente su ciudad y su mar, esta vez participando de un juego de color y dimensiones perceptuales no habituales. También formó parte del proyecto Detrás del muro, el cual permitió a Rachel continuar explorando ángulos disímiles de la visualidad, de las sensaciones producidas por los materiales y las formas, y del espacio en las que confluyen y se encuentran.

La maqueta de ese Cubo azul la exhibe en la muestra Conexiones, junto a cuarenta y tres artistas y diseñadores en el espacio Factoría Habana, ubicado en La Habana Vieja, como modo de recordar al público aquella experiencia pasada (la maqueta tiene 30 cm3 y está colocada encima de un pedestal). A su lado, en la pared, exhibe seis fotografías como registro de su instalación The beginning of theend (2016), en el corazón de Times Square, en la ciudad de Nueva York, al ser escogido su proyecto entre decenas de aspirantes, durante un mes.

Mediante tal registro fotográfico extraordinario (50 cm x 33 cm cada una) observamos el interés del ciudadano en su instalación, privilegiadamente ubicada para que cualquiera pudiera atravesarla a su paso por la famosa plaza de esa ciudad norteamericana. En juegos múltiples de espejos en forma de esculturas abstractas, el caminante ve reflejada su imagen junto a la de los rascacielos y anuncios circundantes mientras camina por dentro de la instalación, y puede también observar el cielo encima de ellos, pues fue creada en abertura total en su parte alta y en sus lados.

Como en caleidoscopio, la imagen del público se confunde con la de los edificios, automóviles y anuncios alrededor; se recrea a sí misma, se expande en todas direcciones, se multiplica…, pero no se deforma en ningún instante. Es la inquietante percepción de un proyecto instalativo que apunta a redimensionar la energía emocional e intelectual del espectador.

La presencia de Rachel Valdés en dos de los más importantes espacios de exhibición de la ciudad de La Habana confirma el interés por su obra en Cuba. Con una trayectoria ascendente, esta artista, sin embargo, no descansa en sus laureles: todo lo contrario. Visitarla en su estudio de La Habana, o en el de Barcelona, es gozar de un permanente estado de tensión y de preocupación por explorar y descubrir nuevas posibilidades estéticas y reflexivas. Viajera incansable, asimila todo cuanto ve y siente en cada lugar, especialmente si está vinculado al arte, pero también todo aquello que le provoca reflexiones en lo intelectual y cultural en el más amplio sentido de la palabra. 

 

Rachel Valdés exhibits in Havana

After a career that kicked off in the first decade of this century with large-format paintings of figurative-expressionist tendency, supported by her training at the San Alejandro Academy of Fine Arts in Havana, Rachel Valdés exhibits in two important spaces of this city during the month of October.

Her artistic experience on various stages of the world, confronting her works with audiences, creators and experts from various parts of the world, have allowed her to carry out projects on multiple scales and expressive techniques: photography, drawing, installations, sculpture, painting, always on the alert to concerns and interests that correspond to searches and experiments, essentially, of the perceptual universe, the exhibition spaces and the complex abstract tradition.