Milanés La pasión por el puro
Lo que para cualquiera de nosotros pudiera parecer un mueble antiguo de madera, una simple puerta, remates de bronce, espejos o cristales, para Ernesto Milanés Ruiz es solo el comienzo de una extraordinaria aventura artística.
Este pintor y escultor cubano —tan enamorado de su profesión como del placer de fumar un Habano— tiene el don de convertir objetos aparentemente caducos en estuches humidores únicos, que le agregan un gusto propio al ceremonial de la quema del tabaco torcido.
Para Milanés, pocas cosas son tan perfectas y acabadas como un buen humidor, fruto de la combinación armoniosa del aroma natural del cedro cubano, que enriquece y conserva el olor peculiar de los Habanos. «Elegí esta temática porque soy un fumador empedernido», dice, entre bocanadas de humo.
«Al hablar de un humidor, normalmente te imaginas la cajita de madera barnizada para guardar puros. Yo los hago más artísticos, con una infinidad de diseños, procurando que ninguno sea igual a otro», explica.
«Mi trabajo tiene un sello característico. Son esculturas, obras de arte funcionales. Aprovecho las formas que vienen originalmente con los muebles, de hasta cien años de antigüedad, o si no las fundo yo mismo a mi gusto. Siempre digo que la pieza que más me gusta es la que me queda por hacer», agrega.
Cuando era muy joven —recuerda— para entrar a los cabaret, tenía que ponerme un puro en la boca y así aparentar mayor edad. Luego, con los años, me fui adentrando en el apasionante mundo del Habano y ya no hubo vuelta a atrás.
Pero no fue hasta el año 2008 que el artista recibió una invitación de su amigo Abel Expósito, reconocido director de la Casa del Habano de Partagás, para que participara con alguna de sus obras en las subastas a favor de la Salud Pública de Cuba, que tradicionalmente concluyen la fiesta anual de esa famosa marca.
Allí un discreto, pero muy original estuche, construido con materiales como madera y bronce, terminó en las manos de un comprador que llegó a pagar 10 000 Euros por la obra.
Desde entonces, gracias a la belleza y calidad de su trabajo, Milanés se ha ganado un lugar significativo en el apasionante mundo de los Habanos. Sus piezas son admiradas en todo el mundo por coleccionistas y aficionados de renombre que, como él, tienen al tabaco cubano entre sus preferencias.
«El mundo de los Habanos me ha permitido conocer mucha gente interesante y valiosa. Muchos de mis clientes se han convertido en verdaderos amigos, y es por eso que quiero destacar entre ellos al señor Luis Wertman, presidente del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, por la fuerza y apoyo que me ha dado para seguir con mi obra.
«En este empeño, también ha sido imprescindible mi familia, sobre todo mi hija Amelia. Por ella es que trabajo tanto y agradecimiento infinito a mi esposa Eunices por su apoyo incondicional»