La Habana. Universo mestizo de la coctelería
JUNTO A NUEVA YORK, SAN FRANCISCO Y RÍO DE JANEIRO, SE TRATA NO SOLO DE LA CAPITAL IBEROAMERICANA, SINO DE LA CAPITAL MUNDIAL DE LA COCTELERÍA
Combinar líquidos y otros complementos en adecuadas proporciones. Esa es la esencia del apasionante mundo de los cocteles (que más propiamente deben llamarse “cocktails” o “colas de gallo”, pues su origen está en los brebajes que se daban a estos animales para que fueran más agresivos en las peleas), alrededor del cual La Habana ostenta a lo largo de este año la Capitalidad Iberoamericana de la Coctelería 2018.
Algunos de los grandes tragos de la historia de la coctelería mundial, como el Daiquirí, el Cuba Libre o el Mojito, encuentran en la capital cubana su escenario más reconocido. En el origen del mundo del coctel, La Habana tiene, desde luego, un lugar relevante. Quizás junto a Nueva York, San Francisco y Río de Janeiro, se trata incluso no solo de la Capital Iberoamericana sino de la Capital Mundial de la Coctelería.
Universo mestizo, rico en colores y sabores, el de los cocteles es, como la cocina en sí, una sabia yuxtaposición de ingredientes. Compañía para la conversación y el ocio, el coctel ha sabido revestirse, además, de toda una mitología. Dos ejemplos me vienen rápidamente a la cabeza: el aragonés Luis Buñuel, gloria del cine español y universal, además de apasionado defensor del Dry Martini; y Ernest Hemingway, quien mucho hizo por el turismo de Cuba, al convertir El Floridita en la meca universal del Daiquirí, estupenda combinación de ron blanco y zumo de limón, cuyo nombre homenajea a una bella playa de la parte oriental de Cuba.
Son estos dos verdaderos monumentos de la coctelería, junto con otros nombres de referencia, como el Americano, el Margarita, el Alexander, el Mojito o el Bloody Mary, extraordinarios cocteles clásicos, a los que se han unido los cocteles creativos obra de los bármanes contemporáneos, dentro de un universo que, ya se trate de tragos largos o cortos, no para de crecer.
Existe toda una mitología del coctel en el cine y en la literatura. De los Daiquirís que tomaba Ernest Hemingway en el Floridita de La Habana; o de los Dry Martini (ginebra, corteza de limón y vermut seco) que consumía vorazmente Humphrey Bogart en sus películas o el escritor Dashiell Hammett, mientras preparaba sus excelentes guiones. O el Vesper Martini que a base de ginebra, vodka y Kina Lillet, tomaba el primer James Bond en Casino Royale. Mucho antes, los cocteles dieron personalidad a la América de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, con epicentro en La Habana.
A expensas de que la coctelería se reviste de esa apoyatura artística o literaria que da el paso del tiempo, el secreto del coctel, tradicional o vanguardista, radica en la habilidad del bartender para elegir los ingredientes y mezclarlos bien en la coctelera o en la copa, que no son sino símbolos de la vida misma y de la cocina, al fin y al cabo, dos artes combinatorias.
Pero quizás lo más extraordinario es la expansión que han tenido los cocteles iberoamericanos en los últimos años, todos ellos basados en un destilado propio del país. Así, el Mojito y el Daiquirí, con base en el ron cubano; el Margarita con tequila de México; la Caipiriña con cachaza de Brasil; el Pisco sour con el pisco de Perú y el Mate, basado en esa curiosa ginebra que tienen en Argentina y en la hierba mate.
Sería muy interesante en La Habana llevar a cabo un concurso entre esos cocteles iberoamericanos para ver cuál es el “number one”.
Havana: the mixed universe of cocktails
Some of the greatest drinks in the history of world cocktails, such as Daiquiri, Cuba Libre or Mojito, have Havana as their most renowned scenario. Along with New York, San Francisco and Rio de Janeiro, perhaps it is not only the Iberian American Capital, but also the World Cocktail Capital.