Montado en la ola de los restylings, Citroën también renueva al C5, actualizando la gama de motores y el equipamiento. En efecto, he aquí que es lo mismo, aunque no sea igual. Con sus formas aerodinámicas, su silueta escultural y la refinada elegancia de sus curvas, el Citroën C5 continúa siendo una referencia inobjetable en el mundillo de las berlinas, donde subraya un estilo cargado de distinción, confort y dinamismo.

Distinción, porque pocos son los autos que pueden rivalizar en carácter con este gran vehículo rutero, cuyo temperamento ahora realzan la amplia gama de llantas de aleación de 16 a 19 pulgadas y los faros de alta gama en forma de boomerang, así como el doble tubo de escape cromado en la parte trasera. Confort, porque a la perenne ergonomía de su habitáculo se suma otro sinfín de comodidades que hacen placentero cualquier viaje en su interior, desde la climatización automática, hasta el aislamiento acústico y las ayudas telemáticas a la conducción como el ultramoderno sistema de navegación NaviDrive 3D o el dispositivo de radio y de navegación en perspectiva aérea MyWay.

Todo ello desemboca a su vez en el consumado dinamismo que distingue a este modelo del constructor francés, pues no solo hereda los sofisticados trenes rodantes del C6, sino que a la doble oferta de suspensión (Hidractiva III+ o metálica) la gama mecánica añade varios propulsores nuevos como los diesel 2.2 y 2.7 HDi, cuyas potencias crecen hasta 201 y 240 CV, respectivamente. Y eso, sin mencionar la sustancial reducción en los consumos que supone nuevas mejoras como un sistema Stop&Start apoyado sobre un alternador reversible Valeo cuya vida es de 600 000 arranques, pues ese sistema, apoyado en un motor 1.6 HDi de 110 CV le permite gastar apenas 4.8 litros/100 km. Que tal sigue siendo el señorío de este exquisito vehículo.