BMW K 1200 S
La marca de Baviera ha quedado como la única representante alemana sobre dos ruedas, tras la desaparición de MZ, y para demostrar su valía, nos regala esta joya incalculable. Se trata de la K 1200 S, una súper deportiva de altos quilates. El paso que ha dado BMW con la K 1200 S, hace pensar que se han comenzado a manejar nuevos conceptos en las instalaciones bávaras, porque ello significa dejar a un lado el cómodo estatus de “motos turísticas” para entrar en la dura pelea de los mercados más exigentes y competitivos.
Cada vez que nace un nuevo proyecto de BMW, los ingenieros, técnicos y especialistas se trazan dos objetivos (1- diseñar una moto muy buena y 2- que sea diferente a sus congéneres), los cuales luego se funden en uno solo: una motocicleta única. Eso ha venido ocurriendo desde hace 90 años. Los precios (siempre altos) no son un elemento para frenar el despliegue tecnológico, BMW nos tiene acostumbrados a que sus productos exhiban un componente tecnológico superior a la media de las motos del mercado, lo cual asegura a la marca su posición en el nicho comercial que se proponga.
Para la súper deportiva, ¿qué ha hecho BMW? Abrir una brecha en su antes cerrada filosofía de confort, estabilidad y performance para entrar de lleno a la gama de las prestaciones extra súper con el motor K, un cuatro cilindros en línea transversal que da cerca de 170 CV y pasa los 300 km/h. Con el modelo K 1200 S, BMW nos trae una súper deportiva con tanta tecnología que parece una nave espacial y, además, no solo es capaz de emparejarse a la competencia en cuanto a motorización, sino que la supera en diseño y prestaciones del ciclo (chasis), así como en ergonomía.