El bióxido de carbono (CO2) tiene una larga historia como refrigerante, su empleo en los sistemas de refrigeración comenzó en la década de 1890, en la congelación y transporte de productos alimenticios, especialmente en buques frigoríficos.

Es un fluido inodoro, incoloro y más pesado que el aire, su baja toxicidad y nula inflamabilidad fueron las razones fundamentales para que este refrigerante natural se desarrollara. La industria del transporte marino refrigerado tuvo un crecimiento importante, 1800 sistemas estaban en funcionamiento en los barcos antes de 1910. En sustitución del CO2 aparecieron los refrigerantes sintéticos fluorados, pero pronto se determinaron los efectos dañinos de estos últimos en la capa de ozono y se impulsó entonces  el refrigerante R134a que es de los más difundidos hoy. 

Se retoma el uso del CO2 (designación como refrigerante R 744) con la entrada en vigor, a partir del 2017, de una nueva directiva de la Unión Europea, que establece como  valor límite del potencial de efecto invernadero de los refrigerantes o PCG (Potencial de Calentamiento Global) una cifra menor de 150. El R134a posee un valor de PCG de 1430, mientras el CO2 posee un valor de 1 (puede llegar a ser 0 si se obtiene de fuentes regenerables) y existe otro refrigerante sintético, el R1234yf,  cuyo valor es 4.  El CO2 es químicamente inactivo, no es venenoso ni inflamable y además está disponible en grandes cantidades como “producto de desecho” (producciones industriales y químicas). El R1234yf se emplea hoy en gran parte de la industria del automóvil, aunque posee una mayor inflamabilidad que el agente R134a.

El desarrollo de los sistemas de refrigeración de automóviles basados en el CO2 constituye un reto, pues las presiones de trabajo rondan los 130 bar (alrededor de 10 veces más que la de los sistemas actuales), lo cual exige el empleo de componentes especialmente robustos, limitadores de presión y sensores para controlar los parámetros del circuito frigorífico, a esto se suman una supervisión de la calidad del aire en el habitáculo y un equipo eficaz de mando.

Durante 2012 y 2013, VW y Mercedes-Benz respectivamente, anunciaban el inicio de investigaciones empleando CO2 como agente refrigerante en sus coches. Recientemente Mercedes-Benz comunicaba que a partir de octubre 2016 lo dispondrá la Clase S (S 400), y en la Clase E se incorporará a lo largo del año 2017, en combinación con el equipo opcional de aire acondicionado THERMOTRONIC. A partir de septiembre de 2016, la marca teutona incorporará sucesivamente el agente refrigerante R1234yf en la producción de todas las series.


The use of CO2 as a coolant has historic precedents in terms of air-conditioned sea transportation. It was later replaced by fluorine synthetic coolants, until their harmful effects on the ozone layer were proven. A new regulation issued by the European Union, related to the minimum value of Global Warming Potential (GWP) of coolants, urges to reassess the use of CO2 as an alternative due to its advantages, which represents a new challenge for car manufacturers. Mercedes-Benz has pioneered its implementation in serial vehicles and announced its progressive introduction in 2016 and 2017.