- La diversidad tiene un nombre: Islas Galápagos.
Llegar por vía área a la isla de Baltra —donde un insoportable calor y un paisaje volcánico con una casi inexistente vegetación dan la sensación de que se ha arribado a otro planeta—, trasladarse al canal de Itabaca y cruzar hasta Santa Cruz, es comenzar una aventura de indescriptibles emociones, en un trayecto de cuarenta kilómetros hasta el lado opuesto de la isla. A diez kilómetros aproximadamente el primer impacto: se entra a una especie de Parque Jurásico. La lluvia es casi permanente y la flora está conformada por grandes helechos y plantas arborescentes.
Las islas Galápagos fueron descubiertas casualmente el 10 de marzo de 1535, cuando el barco donde viajaba el obispo de Panamá, Fray Tomás de Berlanga, se desvió de su destino a Perú, donde cumpliría un encargo del rey español Carlos V para arbitrar en una disputa entre Francisco Pizarro y sus subordinados tras la conquista del imperio inca.
El archipiélago, ubicado en el océano Pacífico, a 972 kilómetros de la costa de Ecuador, está conformado por trece islas grandes con una superficie mayor de diez kilómetros cuadrados, seis islas medianas, y otros 215 islotes de tamaño pequeño, además de promontorios rocosos de pocos metros cuadrados, todos distribuidos alrededor de la línea del ecuador terrestre.
A 480 años de su descubrimiento, las Galápagos, situadas a unos mil kilómetros de la costa de Ecuador, siguen siendo únicas. Una enorme diversidad predomina en cada una de las islas, con especies de animales y plantas que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. Alrededor del cuarenta por ciento de la fauna salvaje son especies endémicas, incluidas las iguanas marinas, los famosos pinzones de Darwin y, por supuesto, aquellas tortugas gigantes que mostraron tal desagrado ante la llegada del joven científico.
Las islas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978 por la Unesco. El archipiélago tiene como mayor fuente de ingresos el turismo y recibe aproximadamente doscientos mil visitantes al año. También se ha desarrollado el turismo ecológico con el fin de preservar las especies. La región fue el hábitat de El Solitario George, el último espécimen de la especie tortuga gigante de Pinta, extinta el 24 de junio de 2012. En las Galápagos también conviven especies como lagartos, cormoranes, albatros, lobos marinos y pingüinos.
Al igual que la masa continental de Ecuador, el archipiélago es atravesado por la línea ecuatorial, en su mayor parte por el norte de la isla Isabela. Galápagos es el segundo archipiélago con mayor actividad volcánica del planeta, superado únicamente por Hawai. Los volcanes más activos son Cerro Azul, Sierra Negra, Marchena y La Cumbre, en la Isla Fernandina, que es el más activo del archipiélago y uno de los más activos del mundo.
Galápagos es conocida también por los estudios de Charles Darwin que le llevaron a establecer su teoría de la evolución por la selección natural. Son llamadas, turísticamente, las Islas Encantadas, denominación que se ganaron en el siglo XVI por su grandiosa biodiversidad de flora y fauna, heredando el nombre por generaciones.
Se estima que la formación de la primera isla tuvo lugar hace más de cinco millones de años, como resultado de la actividad tectónica. Las islas más recientes, llamadas Isabela y Fernandina, están todavía en proceso de formación. En junio del presente año entró en erupción el volcán Wolf, en la isla Isabela.
Administrativamente, Galápagos constituye una provincia de Ecuador, conformada por tres cantones: San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela. El 12 de febrero de 1832, bajo la presidencia de Juan José Flores, las islas Galápagos fueron anexadas a Ecuador. Desde el 18 de febrero de 1973 constituyen una provincia de ese país.
El primer testimonio que un navegante hizo de las Galápagos no fue muy favorable: «Diríase que había caído una lluvia de piedras». Era el año 1535 y el obispo Tomás de Berlanga, desviado de su ruta entre Panamá y Perú, era el primer hombre conocido que pisaba estas islas. Fue también el primero en notar que las tortugas, las iguanas y las aves demostraban una inconcebible indiferencia a la presencia humana; en ningún otro lugar del planeta los animales salvajes demuestran tal confianza en los humanos.
Tiempo después el capitán Rivadeneira arribó a sus costas y las llamó Islas Encantadas, porque le pareció que flotaban sobre el mar, que aparecían y desaparecían en la bruma.
Las islas surgieron de un cataclismo volcánico y se fueron poblando de especies animales y vegetales a lo largo de los siglos. Las condiciones en que llegaron, llevadas a la deriva, arrastradas por corrientes marinas o vientos, desviadas en sus trayectorias, hicieron que muy pocas sobrevivieran. No hay ranas, existen muy pocos mamíferos —la mayoría introducidos por el hombre— y los insectos son escasos.
Todas las especies tuvieron que adaptarse a las condiciones de las islas —a veces de cada una en concreto—, generando formas particulares que no existen fuera del archipiélago. Un laboratorio ideal en el que Darwin planteó las claves de la evolución.
En las islas se mantiene un difícil equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Algunas de ellas forman parte, íntegramente, del parque nacional, pero en otras hay zonas habitadas y cultivadas. La población de las islas, unas veinticinco mil personas, vive de la pesca, el comercio y el turismo, generándose muchos problemas de conservación del patrimonio natural. La población principal, Puerto Ayora, es también el centro donde el visitante encuentra mayor oferta a la hora de elegir alojamiento y excursiones entre las islas.
Vivir o visitar las islas proporciona una cantidad de experiencias difíciles de encontrar en otras latitudes. Una caminata de un par de horas permite observar una impresionante serie de escenas de la vida animal salvaje, es la mayor sensación de un viaje al archipiélago.
A pesar de que estemos sobre la mitad del mundo, aquí están los lobos marinos, zambulléndose en la orilla o tomando el sol, con las madres amamantando a sus crías a escasa distancia del impresionado visitante.
La mayoría de publicaciones realizadas sobre las islas Galápagos se enmarcan en sus recursos naturales, aspecto que considero insuficiente a la hora de describir tanta belleza. Este paraíso natural está colmado de grandes secretos para la ciencia, pero también para su historia y cultura. Fue refugio de piratas, y tuvo una de las más horribles cárceles en el pasado siglo; las ruinas del Muro de las Lágrimas dan fe del sufrimiento de aquellas personas que vivieron y murieron en tan inhumanas condiciones. Base aérea de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y objeto de ambiciones colonizadoras por parte de ese país, la Alemania nazi y los fascistas japoneses. Aquí muchos colonos se autoproclamaron emperadores u otros títulos nobiliarios, y llegaron a tener su propia moneda.
Hoy el Gobierno nacional, a través de sus instituciones responsables de la gestión de las islas Galápagos —Ministerio de Turismo, Ministerio de Ambiente y el Consejo de Gobierno del Régimen Especial Galápagos— trabaja cohesionadamente para garantizar el futuro de las islas y las generaciones futuras, con el ánimo de garantizar la sustentabilidad y preservar este Patrimonio Natural de la Humanidad