A cuatro manos
Una de las obras más impactantes y simbólicas de la última edición de la Bienal de La Habana fue, sin duda alguna, “El buque petrolero” de los artistas Reynerio Tamayo (Niquero, 1968) y Eulises Niebla (Matanzas, 1963). La obra pretende reflexionar acerca de algunos aspectos de la globalización, sobre todo, como símbolos de la distribución de energía en el planeta: la lucha de poderes entre las grandes potencias, la manera en que las empresas transnacionales engullen a los países del tercer mundo y los desastres ecológicos cada vez más frecuentes.
El oro negro ha sido la principal causa de los últimos conflictos bélicos y su precio rige las cotas del mercado mundial. El “buque” tiene la forma ondulada de una serpiente que fortalece el uso de la línea curva y dinámica, terminado con un acabado perfecto, lo que demuestra la maestría de los autores en una obra compleja por su tamaño (hasta siete metros de largo), y por los materiales utilizados.
A Reynerio Tamayo lo conocemos muy bien. Sólo basta una primera mirada para identificarnos con su mundo pictórico, en principio porque sus imágenes son representativas de todo el camino recorrido por la historia del arte. Su pintura participa de ese espíritu apropiador y deconstructor de una parte del arte cubano actual, sólo que en el caso de este autor esas modulaciones y diálogos están perfectamente dentro de una estética incorporativa que disuelve todas las influencias para fundar una perspectiva propia, donde ya no es visible ninguna marca de escuela o tradición, sino la personalidad del artista. En ese tipo de arte conviven, la pintura clásica europea, las vanguardias, el pop, el comic, el grabado japonés, en un juego simbiótico en el cual se anulan las épocas, los estilos, para ofrecernos una fiesta de la imaginación y una interpretación muy precisa del mundo cubano y de la vida contemporánea.
Su paso a una obra volumétrica podría sorprender a muchos, pero lo cierto es que Tamayo está en constante evolución y es un artista muy inquieto que busca por todos los medios transmitirnos ese mundo interior tan rico de imaginación; él ha experimentado todos los tipos de materiales y ya desde la etapa de estudiante sentía una inclinación hacia la escultura. Una de sus primeras obras volumétricas que tuvo contacto con el público cubano fue “El viaje de los dioses al infinito” que formó parte de la exposición colectiva Maneras de inventarse una sonrisa durante la Octava Bienal de La Habana. Realizada con la ayuda de Pol Chaviano, contaba con siete piezas, cada una formada por una nave identificativa de un orisha del panteón yoruba.
En la Novena Bienal sorprende a todos con “Taxitiburón”, obra con una gran carga semántica que no gozó de una ubicación privilegiada, pues desafiaba el espacio y necesitaba abrirse paso en las calles de la ciudad. Y uno de los “refrigeradores”, junto con Rubén Alpízar, que conformaron la muestra colateral Manual de instrucciones, en el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Escultura Monumentaria (CENCREM).
A Eulises Niebla, graduado del Instituto Superior de Arte en el año 1989, autor de una vastísima obra en nuestro contorno, se le conoce como uno de los escultores más laureados en la última década. Ha realizado exposiciones colectivas y personales y su obra escultórica, de trascendencia nacional e internacional, se encuentra ubicada en diferentes espacios del país, sobre todo, de Varadero.
Dueño de una obra generalmente no figurativa pero con gran carga de espiritualidad y composiciones que se caracterizan por la armoniosa relación entre las partes. Los materiales por él privilegiados son el metal, el mármol, el cemento directo y el cristal, ya sean solos o combinados. Otro signo recurrente en su poética es la unión de significantes y el diálogo de opuestos, el reto del manejo de los metales pesados, voluminosos, para expresar líneas aerodinámicas relativas a los retos del hombre y los códigos de la modernidad. Sus obras iniciales parten del con- cepto de la escultura ambiental, y establecen un diálogo con el entorno y con los transeúntes. Algo presente en todas sus obras es la impecable factura y la limpieza de los contornos que da el ejercicio diario de la técnica escultórica. La modernidad en Niebla se deduce del sentido conceptual de sus obras, a partir del contexto moderno en que están ubicadas.
Este buque petrolero no es el primer trabajo que realizan juntos; ya hicieron algunas variaciones de la obra “La lámpara maravillosa”, durante la exposición personal de Reynerio Tamayo Magma mia!!!, en Galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
La colaboración entre estos artistas ha crecido en el último año y ya están preparando su primera exposición en esa Galería de la UNEAC, convertida desde hace unos años en unas de las más activas e influyentes de la visualidad artística nacional. Esta exposición da continuidad a un proyecto que se realizará en Galería Habana durante los meses de mayo y junio de 2010, y que consiste en la realización de una exposición colectiva de acuarelas, pero no acuarelas como obras en sí, sino piezas que funcionen como ideas previas de propuestas artísticas tridimensionales.
Retomando su primera exposición personal es importante puntualizar que las obras abordarán el tema belicista y su repercusión en la actitud de las personas. Acorazados, armamentos modernos, blin- dados, en una simbiosis con objetos y máquinas propias de la vida cotidiana. Así veremos coches de niños blindados, cruceros de placer acorazados, las ya conocidas lámparas submarinos, pistolas como reemplazo del hombre. Todo producto de los constantes conflictos bélicos y de la violencia del hombre por el hombre, invadiendo nuestros hogares a través del indetenible alcance de los medios de comunicación. “Lámpara Nautilus” es la obra que abre la muestra como enlace con su obra en conjunto anterior y la expo Magma mia!!! En esta ocasión se apropian del famoso submarino del capitán Nemo fusionado con la lámpara maravillosa, dando como resultado una nueva forma de acorazado en forma de pez. Obra de gran valor estético y conceptual cuyos movimientos delicados y la línea curva propia de la forma de la lámpara suavizan la estructura acorazada. Es la más delicada, sutil y poética de las que estarán expuestas.
En la pieza “Crucero de placer” hay un rejuego de términos y significados. Por una parte los atractivos servicios que brindan al turista estos barcos de lujo con sus sugerentes viajes a cualquier parte del mundo. Siendo una forma de turismo única, diferente, con una identidad como símbolo de relax, exclusividad, entretenimiento y calidad, el crucero luce, sin embargo, como un barco Destroyer, acorazado y fuertemente artillado, todo un buque de guerra. Estructura imponente suspendida del techo como advertencia ante las naves del futuro y la amenaza de la incertidumbre.
Un autobús escolar, utilizado usualmente en el transporte de los niños y adolescentes desde y hacia la escuela, diseñado para la protección de estudiantes cuenta con ventanillas pequeñas, fuertes estructuras de metal y múltiples elementos de seguridad adicional. En este caso es transformado en un vehículo blindado presto para la agresión que, con el título original del transporte “School bus”, nos alerta de los sucesos que perturban la sociedad actual en un abismo de trastornos irrevocables y nos muestra el lado oscuro del ser humano.
“Baby carriage”, es la más transgresora de las piezas. Bajo la cubierta externa de un coche de niños, sobresalen puntas afiladas, cañones, elementos de metal pesado, que agreden visualmente al espectador. Obra provocadora e imponente que hace referencia al conflicto bélico, la violencia y los atropellos de poder.
Los creadores no están ajenos al fenómeno universal que representa la guerra, y actúan de modo desafiante ante el contexto actual que afronta la humanidad. Aunque debamos esperar todavía para ver realizadas estas nuevas obras, estamos seguros de que esta nueva etapa de trabajo conjunto de ambos artistas conmoverá y asombrará con un resultado definitivamente valioso para los amantes del arte inteligente y de exquisitez técnica. Así tendremos la oportunidad de ver reunidos a estos prominentes artistas de la plástica cubana actual.
Al decir del propio Tamayo: “trabajo con Eulises porque es mi amigo, él es escultor y yo soy pintor, compartimos ideas y hay cosas que él puede hacer escultóricamente que yo no puedo, vivimos una rica experiencia. Me gusta trabajar a cuatro manos”.
Septiembre 2009