Fachada de expresión ecléctica / Eclectic-style façade / (La Pastora)
Pendientes que condicionan la imagen urbana Slopes that draw the cityscape / (La Pastora)
Plaza y templo La Divina PastoraThe Divine Shepherdess Square and Shrine

La Caracas actual conserva escasas áreas de ambientes coloniales. Es la impetuosa modernidad la que domina su imagen urbana, determinada por el volumen y la verticalidad de sus edificios, las imponentes avenidas y viaductos, los grandes centros comerciales, todo expresión de una centralidad contrastante con los apiñados desarrollos de los barrios informales que, sobre las laderas de las cordilleras –y desafiando las leyes de la gravedad– delimitan y determinan el paisaje citadino.

Además de los efectos de la piratería, las guerras y los terremotos –como el que en 1812, recién liberado el país del dominio español, dejó a la ciudad totalmente en ruinas–, la ciudad ha sido sometida a un sistemático proceso de sustitución y crecimiento urbano durante muchas décadas, propiciada por el boom petrolero y las riquezas acumuladas en manos de algunos sectores. Ese movimiento desestimó la preservación del patrimonio heredado, y se han conservado sólo aquellos exponentes que no constituyeron obstáculos para el desarrollo y la modernización. De este modo, la ciudad actual presenta como principal patrimonio histórico, su núcleo fundacional, conjunto de manzanas que integran una retícula dominada en su centro por la Plaza Bolívar. Dentro de ésta se conservan valiosos monumentos representativos de la arquitectura religiosa, civil-pública y, en menor medida, doméstica.

En estos momentos, además de importantes obras de restauración en dicho núcleo, a las que se suman la reanimación de espacios públicos principales, se llevan adelante proyectos de rescate y revitalización en La Pastora y el centro histórico de Petare, conjuntos urbanos de carácter básicamente residencial –donde la vivienda continúa siendo el elemento fundamental. Las expresiones vernácu- las de su dominante arquitectura doméstica, además de otros valores históricos y ambientales, proporcionan a estos sitios reconocidos valores patrimoniales y determina la realización allí de estudios y proyectos.1

En ambos casos, estamos ante una parte esencial de los escasos reductos patrimoniales de una ciudad donde las actuaciones desordenadas, en aras de privilegiar el alto nivel de motorización con imponentes soluciones viales que intentan asimilar el tráfico caótico, la han hecho llamar “metrópolis desquiciada” por parte de algunos estudiosos del tema.

La zona patrimonial de La Pastora, delimitada al interior de la Parroquia del mismo nombre, coincide con el área de la ciudad por donde comenzó el proceso de desarrollo urbano. Los conquistadores españoles, desde las costas caribeñas, atravesaron la cordillera de El Ávila y bajaron a los llanos para fundar la ciudad. El empinado recorrido zigzagueante dio paso, tiempo después, al llamado Camino de los Españoles, el cual conduce así desde el norte hasta el sitio de la fundación de la ciudad. A mitad del tramo que va desde el final de dicho camino, en un punto que se le llamó la Puerta de Caracas, hasta el sitio en que se fundó la ciudad, surgió entonces, a mediados del siglo xviii la Iglesia Parroquial de la Divina Pastora, al servicio del antiguo asentamiento que se consolidó2 a lo largo de este recorrido.

El área delimitada como patrimonial en la Parroquia de La Pastora muestra un trazado vial irregular, en el cual la tendencia a la conformación de manzanas cuadradas provenientes de los territorios más al sur, entran en contacto con la fuerte direccional histórica de la Calle Real que comunicaba la Plaza y la Iglesia con la llamada Puerta de Caracas, en su extremo más al norte. Este aspecto da lugar a la aparición de manzanas de variadas formas y tamaños. Lo anterior, unido a la pronunciada y compleja topografía así como la presencia de las numerosas quebradas por donde bajaban siempre las aguas provenientes de la cordillera del Ávila, provocó también manifiestas irregularidades en el parcelario, adaptado a estos comportamientos. En el parcelario actual de La Pastora predominan las proporciones alargadas, con frentes estrechos hacia las fachadas.

La accidentada topografía es causa también de fuertes pendientes en las vías, del escalonamiento de las líneas de fachadas así como de la aparición frecuente de las aceras altas, conectadas por medio de escalones con el nivel de la vía. Algunas bajadas bruscas provocan la aparición de empinadas escaleras. El relieve de La Pastora y de sus entornos más inmediatos favorece la aparición de interesantes visuales hacia el atractivo paisaje circundante. Sin embargo, el propio relieve con sus complejidades dificulta la accesibilidad al área así como sus conexiones con el resto de la parroquia y con la ciudad en general.

La presencia dominante de una arquitectura doméstica de baja altura –entre una y dos plantas– de expresión claramente vernácula, asociada al origen modesto y popular del conjunto, decide la imagen urbana de La Pastora.

Las proporciones estrechas de las parcelas provocan la presencia de patios laterales, enfrentados siempre a los accesos.3 Desde éstos, en la fachada, se ubica el zaguán, a modo de pasillo estrecho que ocupa, de conjunto con el salón principal de la casa, la totalidad de la primera crujía. Luego una segunda crujía en gran medida utilizada como galería (o corredor) perimetral al patio y luego, a continuación, el propio patio. La profundidad de las parcelas da lugar, muchas veces, a un segundo patio, separado del primero y más importante, así como a un área al fondo que, en los orígenes de la urbanización, se mantuvo libre, a modo de espacio verde. En los accesos se producen, con frecuencia, escalonamientos hacia el interior de la vivienda, derivados de la accidentada topografía.

Sobre las fachadas los accesos se expresan claramente diferenciados de los vanos restantes. En ello influye la falta de correspondencia entre los dinteles, los de las ventanas son por lo general más altos que el de la puerta de acceso. Los vanos de las ventanas se desarrollan casi siempre a partir de un antepecho que incluye un elemento conocido como repisa. La herrería es generalmente sencilla, más elaborada en su parte más alta. Los vanos muestran fajas o molduras que los jerarquizan. Rematan las fachadas los pretiles que ocultan los tejados que, en gran medida, solucionan las cubiertas inclinadas de las casas.

En la arquitectura tradicional de La Pastora se conjugan sistemas constructivos tradicionales, entre ellos algunos tan antiguos como los muros de tapias y los de adobe, los techos de armaduras de madera y caña marga, junto a otros de vigas de madera y tablazón. Aún cuando se incorporaban nuevos edificios –como consecuencia de los frecuentes terremotos– no se abandonaba el uso de dichos sistemas tradicionales, aunque se recurría también al ladrillo para los muros y a las cubiertas de hormigón armado, conocidas como platabandas. De este modo, predominan en el área las expresiones estilísticas correspondientes a la primera mitad del siglo xx y, en menor medida, las de finales del xix.

La arquitectura tradicional de La Pastora continúa siendo objeto de penosas transformaciones. Las más frecuentes son resultado del deterioro de las cubiertas, lo que deriva en el uso intensivo de las láminas metálicas en sustitución de los tejados originales. Otras transformaciones tienen que ver con la incorporación, en los frentes de fachada, de establecimientos comerciales y, en otros casos, con un desafortunado afán de modernización. La municipalidad, con el apoyo de instituciones especializadas, como Fundapatrimonio,4 realiza un plan de actuaciones en las viviendas que incluye obras de diversa envergadura, desde algunas más simples que se limitan a la restauración de las fachadas y las cubiertas de la primera crujía, hasta otras acciones más profundas que implican la rehabilitación integral del inmueble, combinada con la restauración de sus elementos más valiosos.

Por su parte, el área patrimonial de Petare constituye lo sobreviviente de un verdadero centro histórico. El pequeño conjunto urbano representa la parte central, incluido el sitio de fundación, del que fuera un asentamiento independiente absorbido luego por la expansión de la gran Caracas como una de las principales parroquias del Municipio Sucre. Las apenas veinte hectáreas que integran el actual conjunto patrimonial son las únicas salvadas de un fuerte proceso transformador que las dejó confinadas al interior de un complejo sistema de autopistas y avenidas principales.

La arquitectura doméstica de Petare incluye, sobre todo en el entorno de la Plaza Central, casas de mayor jerarquía en cuanto a dimensiones y tratamientos ornamentales que, al igual que en La Pastora, expresan su carácter vernáculo. En cuanto a los aspectos tipológicos relativos a la organización de sus espacios interiores, coinciden, en general, con las soluciones detalladas en el mencionado conjunto tradicional.

El centro histórico de Petare no cuenta aún con avances de importancia en la recuperación de su valioso patrimonio, salvo las obras que se vienen desarrollando en el Templo Parroquial que jerarquiza el espacio público de su plaza central, dedicada a la memoria del prócer Antonio José de Sucre.

En este caso, el ambiente urbano es de mayor homogeneidad a partir de un grado más alto de conservación, en especial de las fachadas y las volumetrías, ya que los interiores de las edificaciones son también objeto de frecuentes modificaciones que no logran frenar ni las ordenanzas vigentes ni un Plan Especial de Rehabilitación que está requiriendo ya una necesaria actualización a la luz de criterios más avanzados.