Del realizador Fernando Pérez fue exhibido su último filme: Insumisas.

Celebrar la riqueza cultural, las tradiciones y la diversidad de las voces de Cuba y Latinoamérica define al Havana Film Festival de Nueva York, que conmemoró su vigésima edición del 9 al 16 de abril, si bien varios eventos especiales le precedieron desde el día 5 en diversos espacios de Manhattan, Queens y el Bronx. El certamen, nacido por una iniciativa del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano acogida con calidez por The American Friends of the Ludwig Foundation of Cuba ha devenido con el transcurso de los años un punto obligado de referencia en la abigarrada cartelera cultural neoyorquina para presentar el cine de América Latina con particular atención al cine de la Isla. 

Más de una treintena de películas fueron exhibidas en esas intensas jornadas —dieciséis de ellas concursantes por el galardón Havana Star Prize—, acompañadas por sesiones de preguntas y respuestas con el director de cada una o miembros de su equipo de realización. Este es un rasgo distintivo del festival, dirigido por la colombiana Diana Vargas, quien declaró: «El programa de este año tiene que ver con la perspectiva de los directores, ya no como testigos, sino como protagonistas que, además de mirar, participan. Las nuevas voces de cineastas están buscando no solo hacer vanguardia, sino un cambio en el pensamiento del cine latinoamericano, que se vea a la industria cinematográfica funcionar como un todo que genera entretenimiento sin dejar esa conversación de lo político y social que tanto necesitamos». 

Varios eventos especiales conformaron la programación, entre estos homenajes por el centenario de Santiago Álvarez, cronista del tercer mundo, y la aún reciente desaparición física del cineasta Rigoberto López, de quien el musicólogo René López presentó el documental Yo soy del son a la salsa (1996). Esta convocatoria incluyó además una pequeña retrospectiva de la obra del reputado realizador Fernando Pérez con tres de sus filmes: Clandestinos (1987), Suite Habana (2003) y una presentación especial de su nuevo título, Insumisas, codirigido con Laura Cazador, en la sede principal del certamen: los cines AMC Loews 34th. El ciclo «¡Feliz cumpleaños, Habana!», una selección de documentales con la ciudad de las columnas como protagonista, especialmente subtitulados para esta ocasión, abarcó una proyección especial de la copia restaurada del clásico Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea, que contó con la presencia del escritor Edmundo Desnoes, autor de la novela original, quien departió con el numeroso público asistente.

El Museum of the Moving Image (MoMI), en el condado de Queens, mostró el documental Eliades Ochoa: de Cuba para el mundo (Cuba-México), de Cynthia Biesteck, y el aclamado estreno en Estados Unidos el 14 de abril de Inocencia, el resonante largometraje de Alejandro Gil, a quien en la ceremonia de clausura, celebrada en la noche del 15 de abril en el AMC Theater, el jurado confirió el galardón al mejor director. El trofeo fue entregado al actor Héctor Noas y al productor Carlos de la Huerta. El Havana Star Prize al mejor filme fue entregado al peruano Álvaro Delgado Aparicio por Retablo, que también se alzara en diciembre pasado en La Habana con el Coral en su categoría. El de guion distinguió a los argentinos Ana y Daniel Katz por Sueño Florianópolis y en documental fue reconocido Lejos del silencio (México), de Olivia Luengas. Los premios de actuación fueron atribuidos al argentino Sergio Prina por El motoarrebatador, de Agustín Toscano, y a la colombiana Marleyda Soto por su labor en Los silencios, realizada por Beatriz Seigner.

Una mención especial del jurado recibió Arturo Infante, graduado de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, por su primer largometraje de ficción: El viaje extraordinario de Celeste García, que inauguró el festival. Otros títulos de producción cubana en competencia fueron Nido de mantis, de Arturo Soto y El regreso, ópera prima como realizadora de la conocida actriz cubana Blanca Rosa Blanco, que participó en el panel «Por mujeres para mujeres: Una celebración de películas de latinas detrás de la cámara», mientras que Iván Giroud presentó la edición argentina de su libro El pretexto de la memoria, que se agotó de inmediato.

Culminó el conjunto de actividades el martes 16 de abril en el Directors Guils of America Theatre una función especial de Yuli, de la española Icíar Bollaín, por el célebre bailarín Carlos Acosta, quien viajó expresamente a Nueva York luego de un fin de semana de actuaciones con su compañía Acosta Dance en el Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana. The International Performing Arts Foundation (TIPAF) y The American Friends of Ludwig Foundation of Cuba coauspiciaron este estreno en Nueva York. 

«Que es un soplo la vida, que veinte años no es nada» cantaría Carlos Gardel una y otra vez al interpretar Volver. Al cabo de dos décadas el Havana Film Festival de Nueva York confirmó su condición de punto de encuentro en la llamada «Babel de hierro» para el cine de esta América nuestra que se extiende desde el río Bravo hasta la Patagonia, tan filmada por Carlos Sorín.