Santo DomingoCiudad anclada en el tiempo.
Medio milenio de existencia han conformado el perfil urbano de esta hermosa ciudad del Caribe, una metrópoli moderna con una influencia arquitectónica actualizada.
A través de su historia, la capital dominicana ha experimentado los avatares constructivos correspondientes a cada época de su cotidiano vivir. En 1502 el nuevo Gobernador de La Española, fray Nicolás de Ovando, decide trasladar -por razones tácticas de defensa militar y económicas, ya que los yacimientos de oro se encontraban en las aguas del río Nigua- la villa de Santo Domingo hacia la parte más occidental del río Ozama, quedando entonces enclavada en un cinturón de aguas: al este, el río Ozama, al norte el río Isabela, al oeste el río Haina y al sur el impetuoso mar Caribe o de las Antillas.
Una vez mudada la villa en su totalidad, Ovando diseñó en cuadrículas la nueva ciudad, con calles rectas y anchas, edificaciones en piedra, ladrillos y argamasa, con toda la majestuosidad de una gran urbe europea, para la que sería capital del nuevo mundo.
La dota de un mágico esplendor, y por primera vez se construyen casas de alquiler, además de los más imponentes edificios y áreas públicas, sólo comparables a las de grandes metrópolis: palacios, plaza de armas, cabildo, conventos, hospitales, cárceles, fortalezas (Santa Bárbara), muelles; y todo levantado en un kilómetro cuadrado amurallado, convirtiéndose en modelo y ejemplo para las edificaciones de las nuevas urbes de Tierra Firme. Más de quinientos años después de su fundación, la realidad en el tiempo de la ciudad de Santo Domingo es la de una metrópoli moderna, con una influencia arquitectónica actualizada y una magia cultural de la cual es muy difícil escapar. Hoy existen múltiples y diversos negocios inmobiliarios, muy lejanos a la época del primer gobernador, mencionada más arriba. Vivir en la capital de la República Dominicana es más que residir pura y simplemente en una residencia adquirida; es compartir una hermosa experiencia con su cultura, idiosincrasia, gastronomía, arte, deporte, junto al pueblo trabajador de una nación en desarrollo.
A partir del período colonial, y durante un buen tiempo, la República Dominicana sufrió el estancamiento de su progreso industrial e inmobiliario, debido a las continuas intervenciones y saqueos de potencias extranjeras con el único interés de adueñarse de la isla y dominarla; tal fue el caso de Francia, España y Estados Unidos.
Además por las guerras que se daban en el territorio dominicano, de insurrecciones protagonizadas por militares que se revelaban al negarse a aceptar el orden institucional establecido, otras por ambiciones de poder personal, creando gobiernos dictatoriales transitorios en diferentes regiones del país, que hacían imposible la gobernabilidad y el orden social, económico y político de la isla, pues siempre eran derrocados por otros militares.
Tal estado de cosas e incertidumbre se mantenía cuando llega al poder en 1930, luego del derrocamiento del presidente constitucional Don Horacio Vázquez, el General Rafael Leónidas Trujillo y Molina, con ayuda del gobierno norteamericano.
Coincidiendo con el ascenso al poder del General Trujillo, la República Dominicana sufre un acontecimiento atmosférico –el famoso ciclón de San Zenón- que destruye la antigua ciudad de Santo Domingo y gran parte del país, quedando la gran mayoría de los dominicanos sin hogar. La capital quedó en ruinas, y con el meteoro apareció una plaga de hormigas asesinas llamadas «hormigas caribe o cocola». Fue entonces cuando Trujillo decidió construir la nueva ciudad de Santo Domingo, llamándola Ciudad Nueva o Ciudad Trujillo, frente al mar Caribe.
A partir de este momento la industria de la construcción es promovida por el gobierno central, gestión que se mantiene durante los sucesivos gobiernos; como el del doctor Joaquín Balaguer, que crea proyectos inmobiliarios de viviendas multifamiliares para ciudadanos de escasos recursos.
Más tarde, siguiendo la iniciativa gubernamental, se incorpora a esta actividad el sector privado, que impulsa el desarrollo inmobiliario con un nuevo concepto empresarial y de negocios, dirigido además a la esfera de la inversión extranjera, incursionado en los planes turísticos –de casas, apartamentos y villas- en los más importantes polos turísticos del país, que se convierten en paraísos inagotables de sol y playa, ocio, y múltiples atractivos, con el protagonismo de los dominicanos, gente sencilla y hospitalaria.
En la actualidad, los proyectos inmobiliarios en Santo Domingo, y en la República Dominicana en general, se encuentran en pleno auge y expansión, y cuentan con un ambicioso y prometedor futuro.