Alain Fauchier

“El tabaco es una planta maravillosa, me fascina por su adaptación y la facultad de desarrollar aromas diferentes según las características agro-climáticas del lugar de producción”

Quien así opina es un francés “aplatanado” en tierra cubana y fuertemente comprometido con los avatares de la aromática hoja desde sus años mozos, allá en el suroeste de Francia. Nacido en 1953, hace gala de una natural sabiduría cuando del habano se trata. Es en la actualidad, Director de Calidad de Habanos s.a. y accede amablemente a responder las preguntas de la Revista Excelencias a las puertas del IX Festival del Habano.

Excelencias: ¿Cómo se vincula usted al mundo del tabaco? AF: Mis padres, campesinos, atendían una finca donde la producción principal era el tabaco negro. Mis vacaciones las dedicaba a ayudar en diferentes tareas de este cultivo. Hice el bachillerato en Agronomía y después estudié horticultura, ingresando en 1976 a SEITA, la empresa tabacalera nacional, atendiendo el cultivo y la compra de la producción nacional. En 1987 me seleccionaron para el servicio de compras internacionales de tabaco en rama, año en el que realicé mi primera misión a Cuba, país donde SEITA no había comprado desde hacía doce años. En 1989, me asignan los tabacos de Colombia y estuve también entrenándome o comprando en Brasil, Estados Unidos, República Dominicana y Tailandia.

-¿Cuándo se produce su relación con Habanos en Cuba? -Mi trabajo se estableció con dos misiones anuales en Cuba y otras dos en Colombia, hasta que el Presidente de SEITA decide confiarme la representación que se abre en Cuba en 1996. La labor consistía en coordinar y facilitar las negociaciones para implantar una fábrica mecanizada de tabacos, además de la selección de tabaco en rama y chequeo de las entregas de torcidos. En 1999 SEITA y la española TABACALERA se fusionan, y crean el Grupo ALTADIS. Meses después se da a este grupo tabacalero la participación en Habanos s.a. y me proponen trabajar en dicha empresa. Al inicio me ocupé de varias tareas, y después me concentré en la rama y los torcidos. En el 2002, Habanos, S.A. crea la Dirección de Calidad y me nombra Director; puesto que ocupo desde entonces.

-¿Qué aspectos perfilan el concepto de calidad en el Habano? -La Dirección tiene dos pilares que son la calidad de los tabacos y el tratamiento de las reclamaciones. Esto último ha sido informatizado, lo que nos permite seguirlas y tratarlas más fácilmente, con sus respectivas estadísticas. También se ha creado un sistema de gestión de la calidad con la certificación ISO 9001 de la empresa, que debe culminar en el primer semestre de este año. La responsabilidad consiste en organizar las actividades del control de la calidad de los Habanos, basada en los términos contractuales entre la Industria y Habanos s.a. Se creó un programa informático que garantiza que todos los lotes de tabaco sean objeto de los controles de calidad, y que estos se hagan a través de fichas de control uniformes. Lo interesante es que los resultados y las inconformidades son comunicadas de inmediato a la Industria a fin de poder corregir sus deficiencias. También se ha multiplicado por cuatro la cantidad de técnicos para garantizar la buena ejecución de los controles.

-¿Cómo ve usted el mundo del Habano a nivel internacional, y qué lugar ocupa Habanos s.a. en ese mundo? -Siempre he considerado que el tabaco es una planta maravillosa, me fascina por su adaptación y la facultad de desarrollar aromas diferentes según las características agroclimáticas del lugar de producción. En el caso de los Habanos, los aromas que desprenden son los más exquisitos del mundo por sus finuras y complejidades. Están al mismo nivel de las mejores bebidas, chocolates y cafés, con la diferencia que son los tabacos, los de aromas más intensos y complejos. Esto hace que en todos los lugares los Habanos sean muy codiciados. En un mundo cada día más impersonal, con más riquezas individuales, más concepto del lujo y más necesidad de identidad, el Habano es el rey. Por eso Habanos s.a. siempre ha sido el líder en su sector.

-¿Qué puede decirnos acerca del nuevo almacén de Guanabacoa? -Es un almacén de torcidos recientes. Los primeros Habanos fueron almacenados a partir de agosto del 2005. Con él garantizamos la óptima conservación de los productos en tres grandes cámaras climatizadas, y estamos eliminando los riesgos de plagas (Lasiodermas), a través de la congelación de todos los productos que entran. Todas las operaciones están respaldadas por sus respectivos programas informáticos. Sus 9 000 m² de superficie lo hacen el almacén de torcidos más grande del mundo, con capacidad para 50 millones de unidades.

-¿Cómo usted definiría su labor actual y qué planes tiene para el futuro? -Constancia en los logros y elevación constante de la calidad del producto. Lograr que todos tengan conciencia que estamos trabajando para un producto de lujo, excepcional, uno de los mejores embajadores de Cuba. En cuanto al futuro, continuar en Habanos, S.A. unos años más, lo que es un orgullo para mí, una gran responsabilidad y un gran compromiso. Esos años quiero dedicarlos a perfeccionar el concepto de calidad, de la necesidad de elevar el producto e ir preparando el personal y delegar cada vez que se pueda. Cuando haya logrado esto y formado mi relevo, me encantaría cultivar un cuarto de caballería de tabaco de sol, en una finca cercana a la de Alejandro Robaina… y transmitir mis conocimientos a las generaciones futuras.