Un cimarrón nace en el fuego
En las cercanías del poblado del Cobre cada año se rinde homenaje a siglos de rebeldía esclava en América Latina y el Caribe. Siguiendo la Ruta del Esclavo, los participantes escalan hasta lo alto del Cerro del Cardenillo, desde el que una escultura monumental consagrada a la memoria de miles de anónimos cimarrones domina las inmediaciones de la mina más antigua de América y la humilde villa, donde se encuentra el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.
El monumento al Cimarrón inaugurado el 7 de julio de 1997, como parte del proyecto la Guía del Exclavo de la UNESCO. La obra del escultor santiaguero Alberto Lescay, celebra ya más de 15 años, como reflejo de la cultura caribeña.
A la Loma del Cimarrón se puede acceder por medio de 333 escalones.
El fenómeno de la esclavitud está presente en la mayor de Las Antillas durante años, dejó una profunda huella en la sociedad que llega hasta la actualidad de la mano de tradiciones, costumbres y ritos de la religión.
El vocablo cimarrón se utiliza en el continente americano desde la época colonial para denominar a aquellos esclavos que optaban por escapar de la severa explotación a que eran sometidos.
Para Cuba, se vincula también a la palabra palenque, sitio de asentamiento de los fugitivos, perseguidos constantemente por los rancheadores, una figura creada al servicio de los dueños de las plantaciones y quienes mandaban a capturar a los esclavos rebeldes.
De ahí la importancia de perpetuar en un monumento a aquella cultura que dejaron los esclavos fugitivos, situado sobre el cerro el Cardenillo (Loma de los chivos).
Para los conocedores, el monumento es visto como un punto de escala y reflexión sobre el valor que en todos los tiempos tiene la resistencia y la rebeldía frente a las acciones de opresión y las injusticias.