Calor caribeño en Fiesta del Fuego
La UNESCO dedica especial atención a la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales y en tal sentido, junto con el trazado de políticas culturales coherentes, valora la salvaguardia del patrimonio como uno de los pilares fundamentales para alcanzar esa diversidad.
El Festival del Caribe que se desarrolla cada año en la Ciudad de Santiago de Cuba es expresión relevante de la diversidad del Caribe, constituye una muestra de su rico patrimonio inmaterial y del potencial de su creatividad sobre un escenario del patrimonio mundial.
La Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO apoya la divulgación de este dossier.
Ni siquiera cuando el Diablo se quema en una inmensa hoguera frente al Mar Caribe y las puertas imaginarias de la más grande festividad de la región se cierran, los tambores dejan de sonar en Santiago de Cuba. El sonido del cuero se queda para siempre como telón de fondo en la memoria y la gente seguirá escuchándolo aún cuando regresen a sus países de procedencia y a su vida cotidiana.
Cada año, como una fuente purificadora, el fuego deja abierto los caminos del Festival del Caribe o Fiesta del Fuego, con su sede permanente en Santiago de Cuba, la segunda urbe más importante del país, ubicada unos 880 kilómetros al este de La Habana.
Surgido en 1982 con el nombre de Festival de la Cultura de Origen Caribeño y denominador común entre las naciones con raíces socio-culturales, artísticas o intelectuales similares, el convite fue creciendo hasta rebasar las fronteras del lenguaje, historia, tradiciones y costumbres. Cada cita muestra una variedad inconcebible de razas, lenguas, folclor, bailes y danzas, procedentes del Caribe y Latinoamérica, pero también de Estados Unidos, Sudamérica, África, Europa y Asia.
La fiesta constituye una expresión contundente del sentido descolonizador de la cultura de los pueblos en momentos de expansivo hegemonismo de las grandes potencias.
La tradicional apertura del foro con El Desfile de la Serpiente por las calles más céntricas de la cuatricentenaria Santiago de Cuba, muestra el colorido y belleza de una diáspora convergente en un mar de islas antillanas.
El patrimonio inmaterial del Caribe queda a la salvaguarda en esta isla con cada edición de la Fiesta del Fuego y semeja un peregrino deambulando por las calles con toda la magia de los ancestros locales. Con toda razón se le distingue a la urbe oriental, fundada hace más de 490 años por el Adelantado Diego Velásquez y cuna de varios sitios Patrimonio de la Humanidad, con la denominación de capital cultural del Caribe.
A partir de la octava edición se le reconoció al festejo regional con el nombre de Festival del Caribe y desde hace algunos años se le llama también la Fiesta del Fuego.
El evento es además un espacio ideal para el coloquio teórico sobre los más diversos temas vinculados a la cultura de los pueblos. Los debates suelen tratar temas como la historia, cultura e identidad, las relaciones intracaribeñas, hegemonía, propuestas integradoras y modernidad entre los países participantes.
También se organizan talleres de religiosidad popular, música, poesía, teatro y narradores orales. Se muestran las artesanías más variadas con elementos de la Naturaleza, las confecciones de los indígenas, la diversidad cultural. Nunca falta el encuentro entre los comunicadores sociales y el taller internacional sobre periodismo.
La Fiesta del Fuego mantiene también su armonía en los grandes espacios abiertos; y más de una treintena de lugares públicos, incluyendo parques y avenidas, acogen a los grupos musicales, danzarios y teatrales de los países participantes.
La gente se divierte hasta el cansancio y se pueden escuchar las mismas palabras en varios idiomas, mientras convergen como un solo público, alegres y bailadores, dominicanos, martiniqueños, haitianos, mexicanos, venezolanos, ecuatorianos, japoneses, angolanos, franceses y otros muchos venidos desde los confines de La Tierra.
El festival también tiene sus expresiones plásticas y literarias, fundamentalmente entre los pueblos caribeños y latinoamericanos. Las muestras pictóricas en galerías de arte suelen tener preferencias en las visitas de cubanos y turistas en esta ciudad.
Pese al calor cotidiano -por encima de los 30 grados Celsius- la gente se identifica con el dinamismo del festival y asisten masivamente a las más diversas propuestas, entre las que destacan los grandes espectáculos de gala en el majestuoso Teatro Heredia y las descargas de música tradicional en la Sala de Conciertos.
Desde hace casi una década, los negocios y la diversión parecen conjugarse cada verano, con la realización de eventos como la Feria Expo-Caribe, considerada la segunda bolsa de negocios más prominente de la región, después de la capitalina Feria de La Habana (FIHAV).
También en julio el estridente sonido de la corneta china anuncia la apertura del carnaval santiaguero, que coincidiendo como una suerte de epílogo de la Fiesta del Fuego, atrae a turistas de todas las latitudes.
Atractivo adicional para los participantes tiene cada año una ceremonia mágico-religiosa frente al monumento al Cimarrón, ubicada en una de las elevaciones más prominentes del santiaguero poblado El Cobre, a unos ocho kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba.
La obra fue realizada por el famoso escultor cubano Alberto Lescay Merencio y representa el cimarronaje cultural y la resistencia de los pueblos del Caribe.
El emblemático monumento se levanta a un centenar de metros del Santuario Nacional a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba y uno de los sitios más visitados por turistas del mundo entero.
Aunque la XXVI edición del Festival del Caribe 2006, recién finalizada en julio, estuvo dedicada a los países de la Comunidad Caribeña (CARICOM) y a la integración regional; la próxima —se anunció en la clausura— homenajeará a República Dominicana, cuyos representantes ya portan la Mpaka, símbolo de la Fiesta del Fuego, que les fue entregada en la ceremonia de cierre.
Y es que este convite de los pueblos, al decir de Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba, es el único evento en que las reflexiones teóricas y académicas trascienden las salas convencionales y continúan en las plazas y calles de la ciudad, para convertirse en una fiesta de todos.
Por eso, cada año, el diablo volverá a ser quemado en las calles de Santiago de Cuba, la serpiente —símbolo mágico religioso de muchas culturas caribeñas— volverá a recorrer sus avenidas, y el fuego, elemento imprescindible de muchas culturas aborígenes, volverá a convertirse en motivo de celebración, mientras el sonido del tambor caribeño se graba en la memoria de quienes tienen la oportunidad inigualable de participar en una Fiesta del Fuego en Cuba.