Dunlop, los inicios del neumático
John Boyd Dunlop entró a la historia del transporte a través de su invento: la cámara inflable, que forma parte esencial del neumático de hoy, y es utilizada ampliamente tanto en el transporte automotor como en el aéreo. El neumático debe a Dunlop la columna de aire que reduce el rodamiento entre la carretera y la llanta.
Mucho tuvo que avanzar la ciencia y la técnica para lograr el desarrollo necesario y fabricar el excelente neumático que hoy día conocemos. La historia de esta parte fundamental del automóvil está llena de esfuerzos, victorias y fracasos. Dos nombres sobresalen de este entramado peculiar que es la goma: el escocés John B. Dunlop y los hermanos Eduard y Andre Michelin, de Francia.
Es justo decir que la semilla del desarrollo del transporte terrestre que hoy tenemos, está ligada a la Revolución Industrial y, en particular, a la ocurrida en el Reino Unido de la Gran Bretaña. ¿Y cómo encaja John B. Dunlop en esta historia? Pues, Dunlop era un doctor en medicina veterinaria que había estudiado en la universidad de Edimburgo, la capital de Escocia.
Ejerció la cirugía veterinaria en la propia Edimburgo y en 1867, se traslada a Dublín, Irlanda del Norte. Allí se interesa por la medicina en general, pero sobre todo en sus dos grandes pasiones, que eran la mecánica y los problemas relacionados con los medios de transporte. Mucho antes que el doctor Dunlop, el inglés Robert William Thomson había desarrollado la llanta de aire, e incluso la patentó.
La llanta de Thomson estaba hecha de tejidos impregnados en caucho, pero presentaban varias dificultades y, en definitiva, no se impusieron y fueron cayendo en el olvido. Con la idea básica de Thomson, Dunlop fue desarrollando su neumático. Introdujo mejoras, ruedas más ligeras y mejor suspensión, todo para vehículos ligeros como bicicletas, sillas de ruedas y otros.
Resulta que el doctor Dunlop tenía un hijo de nueve años de edad, Johnny, cuya constitución física no era precisamente destacada. El niño tenía un triciclo de ruedas de gomas macizas, con la cual iba a la escuela y se quejaba a su padre porque sus compañeros le aventajaban. Dunlop, un hombre de gran inventiva, estudió la fricción que ejercían las ruedas sobre el suelo e inventó una manera de aislarlas.
Fabricó una tubería de caucho, le colocó un tubito con una válvula, lo selló y lo infló con una bomba de aire. Con el tubo de caucho inflado, lo sujetó a la rueda con una gasa de lienzo enrollada y luego impregnó el conjunto con goma. Esto separó la rueda del piso. De contar y contar esta historia, hoy día es famosa: puso la rueda fabricada por él junto a la de goma maciza en la terraza de su casa y las lanzó a correr patio abajo.
Observó que ambas llantas corrían por la bajada y mientras la de goma maciza apenas llegaba a la mitad del patio, la otra con la cámara inflada iba hasta el final y chocaba contra la cerca. Evidentemente su llanta rodaba más con igual esfuerzo debido a la pérdida del roce con el suelo. Cuentan que Dunlop le fabricó un par de llantas para la bicicleta de su hijo y éste fue inmensamente feliz.
Dunlop contaba entonces con 48 años de edad cuando realizó su formidable invento, lo patentó como Pneu-Bicycle y tuvo apoyo inmediato de una importante fábrica de bicicletas: Belfast R. W. Edfin and Fintey Sinclair Ltd. Un corredor de bicicletas, W. Hume participó en una competencia usando los neumáticos de Dunlop y ganó con una ventaja considerable al favorito.
Este evento atrajo la atención de todos y dio pie a la fama. Por último Dunlop vendió la patente a William Harvey, dueño de la Pneumatic Tire and Booth’s Cycle Agency, quien se encargó de asegurar el buen camino del invento, el cual revolucionó primero la fabricación de bicicletas y más adelante dio un fuerte impulso a la naciente industria automotriz.
Hoy el neumático puede parecer tan común que pasa inadvertido, lo usan los autos, ómnibus, camiones, aeroplanos y todo aquel vehículo que rueda sobre la tierra y que, sin embargo, Dunlop lo fabricó para una simple bicicleta. Y vivió para verlo útil en infinidad de vehículos, pues John Boyd Dunlop vivió hasta 1921 (81 años) con el reconocimiento de todos.
Pero el invento de Dunlop, que tan bien hizo al transporte en general, trajo implícito un problema completamente nuevo: el ponche o pinchazo. Porque la cámara inflada era maravillosa, pero una vez que perdía el aire, quedaba inservible. Ahí comenzaron a venir las soluciones, aunque todas demoraban hasta días en reparar el daño. Fueron los hermanos Michelin los que dieron con la solución final.
Mas esa es ya otra historia…