Moldes rotos y ricas polémicas. Trienal poli/gráfica de San Juan
La Primera Trienal Poli/gráfica de San Juan revisó las nociones estrictas que se enfatizan sobre el grabado permitiendo así una interpretación amplia de su influencia e impacto sobre los lenguajes contemporáneos del arte latinoamericano. Disecamos el concepto grabado y segregamos las particularidades del mismo: la serialidad, la impresión, las planchas o tacos, la huella, la ranura, la democratización, lo múltiple, el registro, grabado, esgrafiado, soporte, etc. Encontramos que los artistas latinoamericanos, herederos de una tradición gráfica rica, habían sido pioneros también en desplazar y ampliar la definición del medio durante todo el siglo xx. Margarita Fernández Zavala
Si uno de los principales aciertos de la Primera Trienal Poli/gráfica de San Juan: América Latina y el Caribe (TPSJ-1, 2004), fue su expansión espacial;1 uno de los principales de la segunda (TPSJ-2, 2009) fue su extensión temporal. Mientras la primera abarcaba la ciudad de San Juan con distintos proyectos en espacios de toda índole para hacer patente el cambio de ciento ochenta grados que transformaba irreversiblemente la Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe –el evento internacional de artes plásticas más importante realizado por Puerto Rico desde 1970 hasta 2001–, la segunda se adelantaba por más de seis meses a los momentos de la exposición formal2 mediante la producción por distintos artistas de dos series: una de seis carteles y otra de seis revistas, distribuidas ambas por el mundo entero entre mil quinientos receptores estratégicamente seleccionados por el equipo curatorial. Del mismo modo, algunos de los veinte libros de artista comisionados para la TPSJ-2 continuarían produciéndose después, contribuyendo así, a su prolongación en el tiempo. Por otro lado, si la primera Trienal tenía que desplegar su análisis de lo sucedido en los campos del grabado en las últimas décadas, hacer –en consecuencia– las contundentes afirmaciones teóricas necesarias para romper moldes en múltiples sentidos y establecer las tareas, arduas por demás, de montar un evento sin precedentes en el país y de educar sobre el radical cambio; la segunda tenía el camino parcialmente pavimentado y debía afianzarse en la torcedura desplegada para asumir las nuevas avenidas. Mientras la primera tuvo que lidiar con los problemas de aceptación por parte de sectores que veían en el nuevo concepto un desleal abandono de los méritos de la Bienal, la segunda promovió proyectos –los carteles, las revistas, los libros– que, aunque dentro del concepto de lo poli/gráfico, resultaban más amables y reconocibles para públicos acostumbrados a presentaciones tradicionales. Por ello, algunos la consideraron un proyecto más editorial que plástico.
Algo más que revistas, carteles y libros El brasileño Adriano Pedrosa, director artístico de la Segunda Trienal,3 se planteó en su momento que, si bien reconocía que las revistas, carteles y libros eran formatos impresos y gráficos tradicionales, podían ser explorados desde puntos de vistas experimentales y que en ello radicaba el aspecto innovador de la segunda Trienal. “Hasta donde yo conozco”, aseguró, “ninguna otra exhibición ha impreso tantos libros, revistas o carteles convirtiéndolos en el foco del proyecto”.4
Mientras otros eventos cuentan con un cartel conmemorativo, la Segunda Trienal terminó con seis. Las revistas, adjudicadas a los distintos artistas con el interés de que publicaran lo que podría ser una edición piloto de arte, terminaron siendo ediciones temáticas, de acuerdo con la libertad que se les concedió para su presentación.5
Pero la pasada Trienal fue más allá de los proyectos impresos gracias a exposiciones colectivas como Dinero marginal –apropiaciones de (o alusiones al) papel moneda–; Diarios –el periódico como protagonista o soporte–; Registros personales-historias públicas –piezas que abordaban la noción de archivo en su variante de registro privado–, y Vexilología –una colección de banderas comisionadas para ahondar en su poder simbólico. Como señalaba uno de los documentos promocionales de la Trienal, Vexilología “tiene una pertinencia particular con respecto a la historia de las realidades actuales en Puerto Rico, con su complejo estatus como isla caribeña y latinoamericana que, en lo administrativo, político y económico, está vinculada a los Estados Unidos, país que culturalmente le es ajeno”.
El eje Formas literarias produjo como conjunto uno de los renglones más interesantes y mejor logrados de esta Trienal. Veinte artistas,6 partiendo de esa larga tradición de diálogo entre literatura y gráfica que recorre la historia del arte, se acercaron al libro en toda su complejidad para producir propuestas tan variadas como inteligentes, provocadoras y rotundas; muchas de ellas inquietantes y de un gran lirismo. La Sala de lectura, espacio diseñado (por Gabriel Sierra, Colombia) para albergar los proyectos de varios artistas, también acogió Formas literarias, así como los carteles y revistas producidos hasta el momento.
Puertas pendientes de apertura “Todavía no se ha rasgado ni la superficie, en términos de ampliar las propuestas abiertas, de la Primera Trienal”. Así lo asegura Margarita Fernández Zavala, miembro del equipo curatorial de la TPSJ-1 y de la Comisión asesora de la TPSJ-2, lo que le ha permitido tener una visión de continuidad sobre los dos acontecimientos.
En ese sentido, Margarita Fernández Zavala, una de las figuras clave en el mundo de las artes plásticas en Puerto Rico, considera que el impacto de la Trienal de 2004 se dio desde el momento en que comenzó a concebirse y se ejecutó; y que tendrá aún más repercusiones a largo plazo. Baste señalar, según Fernández Zavala, que “cuando la Trienal de Luvjbliana invitó7 a la de San Juan a enviar una exhibición/competencia en 2005, decidimos enviar una muestra muy depurada de uno de los ejes temáticos: Impugnaciones. El impacto fue enorme y nos otorgaron el Primer Premio, lo que ha propiciado, además, que otros eventos similares se revisen, no sólo en su formato, sino en la interpretación de la propia naturaleza del medio”.
Apunta que José Ignacio Roca, uno de los curadores de la TPSJ-1, fue nombrado Director Artístico de Philagrafika, evento de alcance internacional que se desplegó en 80 “venues” en la ciudad de Philadelphia a principios de este año. “Roca se sirvió de las indagaciones y propuestas de la Primera Trienal para detonar la propuesta de este evento. El resultado fue una exhibición novel y muy dinámica que incluyó algunos de los artistas que se presentaron en la Trienal de 2004”.
Para Fernández Zavala, la TPSJ-2 “pareció repetitiva por momentos y muchas de las obras requerían algún tipo de descripción para que el público pudiera calibrarlas mejor y entender cuáles pedían ser manipuladas y cuáles no. Esta omisión causó un poco de confusión. No obstante, la idea de que artistas diseñaran carteles, editaran y produjeran revistas y libros fue magnífica, lo que convirtió a la Trienal en una especie de editorial artística interesante”.
José Ignacio Roca, quien visitó la TPSJ-2, afirma8 que “fue curada inteligentemente, no exactamente como un evento tipo bienal (en el sentido de que fue albergada en un lugar relativamente pequeño), sino que fue exitosa porque logró incluir muchos artistas sobresalientes con obras fuertes en torno a temas muy específicos”. El curador colombiano resaltó también cómo “uno de los rasgos más importantes de esta Trienal lo constituye algo que no se puede ver: los fondos asignados a revistas de arte que luchan por sobrevivir –lo que les permitió continuar editándose–9 y los concedidos también a los veinte artistas a los que se les comisionó la producción de un libro de artista específicamente para la Trienal”. Roca, sin embargo, echó de menos las exposiciones monográficas, “que le hubieran dado a la Segunda Trienal una plataforma para financiar investigación sobre el expandido campo de la gráfica contemporánea”.
Por su parte, Maricarmen Ramírez,10 responsable principal de la reorganización de la Bienal del Grabado para convertirla en un evento poli/gráfico y quien fungiera para la TPSJ-1 como Asesora,11 ve la segunda edición “carente de una estrategia política que la situara en el panorama internacional y absolutamente desprovista de ambición en todos los aspectos que implica una Trienal, desde selección de obras, artistas, locales, etc. Fue una Trienal super ‘light’ que, independientemente de la calidad de la obra y los artistas presentados, fracasó en tanto que dio marcha atrás a muchos de los cambios que logramos introducir con la primera Trienal. El primer paso atrás fue haber reducido el evento al Arsenal de la Marina12 (volviendo, así, al modelo tradicional de la sala de exposiciones y de un evento internacional absolutamente convencional) y haber abolido el modelo de la ciudad como ámbito expositivo. Con ello se cortó sus propias alas”.
Tanto Fernández como Ramírez coinciden en la importancia del papel de los curadores en proyectos de enfoque poli/gráfico. ¿Cómo fue el proceso de curaduría para la TPSJ-1, que es la que sienta las bases del cambio?, le preguntamos a Fernández. “Las discusiones de todas nuestras reuniones fueron intensas y agotadoras; fines de semana completos, los días desde la mañana hasta la noche, y al final nos quedábamos con las manos casi vacías y… a seguir explorando de nuevo. Nos interesó plantear que las ideas que surgían no eran del todo nuevas entre los artistas sino que las obras que respondían a nociones de desplazamientos gráficos no habían sido catalogadas ni descritas desde esta óptica. Por ello fue que decidimos incluir Zonas de densidad, que presentaban muy sucintamente unas pequeñas retrospectivas de artistas reconocidos, de suerte que se distinguía, dentro de los ejes temáticos, a los artistas precursores y sus rupturas como antecedentes de las propuestas contemporáneas. Entiendo que nuestra propuesta fue visionaria y creó mucho interés”, afirmó la también catedrática de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en la ciudad de Bayamón y Coordinadora de Acreditación de los Museos de la propia UPR, institución académica más importante del país.
Para Ramírez, hablar del proceso curatorial que coordinó es explicar las raíces del cambio que se logró. “El proyecto de la Trienal tenía que ver con una causa mayor: la afirmación y proyección de la cultura puertorriqueña, que marcó nuestras trayectorias profesionales desde un principio. La Bienal de San Juan facilitó mi primer contacto directo con el arte y con los artistas latinoamericanos, una pasión que determinó mi destino. Cuando comencé a viajar por América Latina en la década de los ochenta, me di cuenta de que Puerto Rico se conocía en todas partes debido al impacto a nivel continental de la Bienal. De ahí en parte surgió mi interés en ayudar a revivir y actualizar ese evento que fue fundamental para la proyección de nuestra cultura en los setenta y ochenta. Añadamos a eso mi experiencia con varias bienales, incluyendo la de São Paulo, que me habían convencido de la necesidad de actualizar la misión y el formato de la Bienal”.
La explicación de Ramírez desemboca en otro de sus fuertes comentarios sobre la TPSJ-2: el equipo curatorial “no sentía ningún compromiso con la Trienal o con la cultura puertorriqueña. Tanto el contexto puertorriqueño como la historia de la Bienal/Trienal le eran completamente ajenos”.
La tercera Trienal Poli/gráfica ¿Qué sucederá durante la 3ra. Trienal Poli/gráfica de San Juan (TPSJ-3)? Habrá que esperar. Está pautada para el mes de abril de 2012. Según Alba Ramos Román, coordinadora de Exhibiciones del Programa de Artes Plásticas (PAP) del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), organismo gubernamental responsable de la coordinación y ejecución de la Trienal, al cierre de esta edición de Arte por Excelencias se están llevando a cabo conversaciones con el(la) posible curador(a) en jefe del importante evento internacional. “Las negociaciones están adelantadas y posiblemente para agosto de este año hagamos el anuncio oficial. Aunque contamos con una propuesta preliminar del concepto, no podemos divulgarla hasta tanto se concreten los acuerdos y se firmen”, ha señalado Ramos Román.
Aunque la Trienal es una actividad oficial del Estado, así establecido mediante la firma de una ley (Ley 512) en 2004, hay preocupación en torno a su eventual realización, dado el hecho de que el gobierno de turno en Puerto Rico13 es el promotor de la unión permanente con los Estados Unidos; y, por ende, la cultura, una de las instancias que más nos separa de esa posibilidad, no es prioridad ni apoyada en toda su profundidad y alcance. Basten como ejemplos que CIRCA, la Feria Internacional de Arte de Puerto Rico, que se celebra anualmente desde hace cinco años, recibió tan sólo 10 mil dólares de los 40 mil que tenía asignados; que el Certamen literario (novela, cuento, poesía, etc.) del ICP, que se realiza desde 2006, por poco no se convoca este año; que la importante Escuela de Artes Plásticas del país vio reducido su presupuesto sustancialmente, de modo tal que tuvo que prescindir de profesores; que los cursos de arte en el sistema público de educación se han eliminado; y que han sido despedidos cientos de empleados en el ICP.
Ramos Román, quien cuenta con larga experiencia en el PAP-ICP, ha indicado que “una vez se formalice el equipo de curadores y se establezcan el concepto y los proyectos a trabajarse, se determinará el presupuesto necesario y, por ende, materiales, equipo, impresos, etc. La Trienal cuenta con el respaldo del gobierno, su presupuesto no sufrió cambios y entendemos que no tendrá corte alguno. Por el contrario”, aseguró, “contamos con el respaldo de la administración central y de todas las agencias que por ley están comprometidas con apoyar el evento. La experiencia de la pasada edición así lo demuestra”.
En relación con la 3ra. Trienal, Ramos Román tiene la esperanza de que todos los trabajos –diseño, impresión, redacción, edición, traducción, etc.– puedan realizarse en Puerto Rico “ya que esto nos permitirá tener un mejor control de calidad, cumplir más adecuadamente con las fechas en calendario y que sean los nuestros quienes realicen la mayor parte del trabajo”.
Mientras se espera por esa tercera edición de la poli/gráfica, habrá que recordar lo señalado por Fernández al indicar que todavía no se ha ahondado en las avenidas que abrió la TPSJ-1. Al preguntar a Maricarmen Ramírez sobre las expectativas en torno a la TPSJ-3, reiteró que “la Trienal no debe ser vista como una exposición más, por más artistas que reúna o más espacios que ocupe. Las bienales o trienales son dispositivos de capital simbólico con los cuales los países negocian su lugar en los circuitos internacionales del comercio, el arte y la política. El hecho de que Puerto Rico tenga una historia de más de treinta años con este tipo de evento lo debería capacitar para retomar fácilmente el liderazgo en esta área que ahora no se limita a América Latina sino a los Estados Unidos también. En este contexto, la noción de bisagra –espacio intermedio– entre los latinos de los EE.UU. y América Latina le ofrece a Puerto Rico una oportunidad inédita que, de proponérselo, podría cumplir fácilmente, incluso para sus propios fines políticos”.
Ciertamente, el estallido provocado por la primera Trienal Poli/gráfica de San Juan: América Latina y el Caribe ha arrojado esquirlas en múltiples direcciones, esquirlas que hay que atrapar con mano certera para hacerlas detonar, a su vez, en todas sus ricas posibilidades. Cada futura Trienal tendrá su turno en ese relevo.
Se trata de un lúcido trastoque irreversible. Treinta años de contundente contribución a la difusión del grabado y al intercambio de Puerto Rico con el escenario latinoamericano se han revitalizado para expandir sus nuevas propuestas y proyección al resto del continente y del planeta.