La Habana
Puerto escala de conquistadores y comerciantes, benefactora de militares y marinos que hacían la carrera de las Indias o sencillamente, llave del Nuevo Mundo, La Habana hizo gala de su envidiable posición geográfica para acoger al viajero que decidía permanecer en la isla o regresaba a su país con la sensación de haber tocado la tierra prometida. A casi cinco siglos de su fundación, la antigua Villa de San Cristóbal de La Habana presume de excelente anfitriona al recibir a todo forastero interesado en conocer sus bondades. Albacea de los principales valores culturales de la nación, la capital cubana invita al descubrimiento de su historia y cultura. Recorrer la plaza fundacional es un exquisito preludio para indagar en una ciudad heterogénea y singular que adiciona a su rica visualidad una vida cultural tan profusa como su propia arquitectura. La espiritualidad de esta urbe de mágicas leyendas y potentes tradiciones se nutre de la mezcla ecléctica que convida a fundar, cada día, su identidad. Avalada por una prestigiosa tradición musical, La Habana protagoniza un concierto eterno en el que confluyen variedades de ritmos y armonías. Añejas construcciones, como la Basílica Menor de San Francisco de Asís, se han dejado habitar por el espíritu de la música de conciertos También museo de arte sacro, esta sala sirve de escenario a exponentes de la música coral y de cámara, entre los que sobresale la Camerata Romeu. El rescate del arte musical antiguo tiene en la Iglesia de San Francisco de Paula su recinto exclusivo. Exposición permanente de obras de la plástica cubana contemporánea, este peculiar espacio acoge a la premiada Ars Longa, agrupación que ha logrado resucitar parte del patrimonio musical religioso cubano. Salvadas y enriquecidas, estas partituras se elevan en las presentaciones habituales y en los ya reconocidos Festivales de la Música Antigua Esteban Salas, momentos de convergencia de importantes cultores del género en el mundo. Avanzando hacia la zona del Vedado, un colosal edificio distingue el acervo sonoro nacional. Renovado constructiva y espiritualmente, el teatro auditorium Amadeo Roldán es sede de la Orquesta Sinfónica Nacional y dispone sus salas a la sintonía de voces y acordes de relevantes solistas y grupos, tanto de Cuba como del exterior. La música popular destaca por la autenticidad y variedad de sus ejecutores. Cubanísimos ritmos como el son, el cha cha chá, la rumba y hasta el popular baile del casino encuentran momentos cumbres en festivales de género. El fenómeno del Buena Vista Social Club, que ha contagiado al mundo entero de la más genuina tradición trovadoresca cubana, halla refugios permanentes en la nocturnidad habanera. Excelentes continuadores, los miembros del movimiento de la Nueva Trova imprimen un sello indiscutible a la cancionística nacional. A través de eventos de jazz, rock, rap, hip hop, nuevas generaciones formadas en las escuelas de arte, evidencian la amplitud del abanico musical cubano. Aderezado con disímiles ingredientes, el ajiaco de culturas que conforman la nacionalidad tiene en el legado del continente africano una de sus expresiones más reconocidas. Cantos y bailes que evocan a las deidades orishas bullen en diferentes rincones citadinos para confirmar el indiscutible arraigo dentro de la comunidad. Sitios como el Callejón de Hamel, la sociedad yoruba o la Casa de África incitan a escapar de ficticias prácticas folclóricas para compartir las verdaderas raíces cubanas. Con una multiplicidad de estilos y presupuestos teóricos, la fuerza de la danza invade la ciudad. Desde el Gran Teatro de La Habana irradia la gracia y la elegancia de los herederos de ese danzar clásico fruto de la escuela cubana de ballet. Con una experiencia de 50 años, el Ballet Nacional de Cuba dirigido por la prima ballerina assoluta Alicia Alonso hace revivir a la ciudad en cada una de sus temporadas, expresando su mayor esplendor en los concurridos Festivales Internacionales del Ballet de La Habana. Lenguajes contemporáneos propician el diálogo danzario entre compañías cubanas que se afianzan en la escena y comparten sus discursos en los Días de la Danza mientras, alejados de los espacios tradicionales, los bailarines y coreógrafos que participan en el evento Habana Vieja: ciudad en movimiento toman como pretexto, para dar riendas sueltas a sus creaciones, la antojada estrechez de una calle, la atrevida pendiente de una escalera, el borboteo del agua de una fuente o tal vez la impavidez de una plaza. A las tablas también puede acudir el visitante para conocer el desarrollo del movimiento teatral cubano que logra momentos de regocijo actoral y participativo en los festivales internacionales de teatro. Tales citas han permitido al país superar su condición de isla y adentrarse en el quehacer de otras partes del mundo con toda la sabiduría de sus mitos y leyendas. Un incipiente movimiento de arte callejero reanima los espacios públicos, especialmente en la Habana antigua donde una tropa de gigantes detiene el paso de los caminantes al irrumpir con sus voces y cantos en calles y plazas. A principios de diciembre, la ciudad, recurrida y aclamada, se torna increíblemente seductora. Suceso de participación, la fiesta del celuloide convoca cada año a los seguidores del séptimo arte a indagar en cinematografías de la región con la edición de los festivales internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Particulares poéticas y disímiles manifestaciones artísticas encuentran comunión en las bienales de artes plásticas. Tendencias contemporáneas y audaces propuestas invaden salas expositivas, sacros aposentos hasta trascender a barrios y calles. Experiencia cotidiana, laboratorio constante, este evento que reúne críticos, coleccionistas y artistas de África, Medio Oriente, Asia, Europa y América pondera la acción participativa de la comunidad. Más allá de los marcos de la Bienal, la ciudad engendra y abraza el signo creativo al convertirse en una inmensa galería urbana. Inspiración de artistas, viste de formas y colores que se dejan atrapar por las almas sensibles a la belleza y la autenticidad. La convocatoria alcanzada en subastas y expoventas dignifican a La Habana como una verdadera catedral de las artes. El recién restaurado Museo Nacional es la plaza que enaltece la plástica cubana a través de un moderno lenguaje museográfico. Sitio de visita impostergable, Bellas Artes renace en corazón de la antaño villa para propiciar el encuentro cercano con un valioso patrimonio artístico nacional y relevantes obras de carácter universal. La antigua fortaleza de San Carlos de la Cabaña se consagra a las populares ferias del libro. Considerado como uno de los acontecimientos culturales más importantes, este evento incluye presentaciones y ventas de libros. tanto de autores del patio como de editoriales extranjeras. Dentro de las amplias propuestas culturales de las que dispone el visitante, el conocimiento y la admiración del patrimonio provoca un goce sin igual. Diversa en su expresión barroca a otros sitios del continente, única por la profusión de columnas y columnatas, La Habana conserva su tradicionalidad, a la vez que muestra su más reciente modernidad. La parte antigua de la ciudad conforma su fisonomía con edificaciones de un marcado valor arquitectónico, un privilegiado sistema de plazas y un potente sistema defensivo que en su conjunto la distinguen como el centro histórico urbano más relevante del área caribeña y uno de los más notables del continente americano. Rescatados en el tiempo, palacios, fortalezas, iglesias, calles y plazas intentan revivir sus aires originales, a través de un proyecto de restauración integral. Sin embargo, las nuevas acciones constructivas no han podido desterrar una dosis de encanto en la negritud de los tejados, en los agujeros de las piedras, en el color rojizo de las rejas. Cada uno de sus detalles revelan las reminiscencias de una ciudad que no se resiste al olvido. En este entorno patrimonial conviven historias y tradiciones que se devuelven enriquecidas en museos y centros culturales. El antiguo Palacio de los Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad, es el núcleo de una amplia y diversa gama de museos que exhiben valiosos testimonios de nuestra cultura. La memoria histórica queda salvada en una serie de instituciones que insisten en recordar figuras y hechos históricos. La casa natal de José Martí, que conserva la mayor colección cubana de objetos relacionados con la vida y obra del Apóstol, complementa su discurso museológico con el memorial situado en la histórica Plaza de la Revolución. Las artes y tradiciones encuentran cobija en salas ambientadas como las del Museo de Arte Colonial, la Casa de la Obra Pía, el Museo del Tabaco, mientras en la zona del Vedado resaltan por la exquisita factura de sus piezas los museos Napoleónico y de Artes Decorativas, por solo citar algunos. Especial atractivo despierta el Depósito del Automóvil, espacio que resume en sus colecciones de alto valor técnico y cultural el frecuente tránsito por las calles habaneras de vehículos de principios de siglo, en perfecto estado de conservación. Una ciudad sumergida emerge gracias a los investigadores del Gabinete y Museo de Arqueología de la Oficina del Historiador quienes han sacado a la luz evidencias de las formas de vida de antaño. Otros museos promueven la cultura e historia de varias naciones como las casas del Benemérito de las Américas Benito Juárez, de los Árabes, Simón Bolívar y Guayasamín. Para conocer la trayectoria de luchas de este pueblo hay que dirigir los pasos hasta el Museo de la Revolución, donde el yate Granma que condujera a los expedicionarios a las costas cubanas, entre otros trascendentales objetos, permite el acercamiento a la génesis y evolución de la historia patria. Galería de memorias, espacio para enaltecer el arte y la cultura, revelación arquitectónica, La Habana se resiste a figurar solo como un atractivo turístico e invita a conocerla como una ciudad viva. Más allá de este vertiginoso inventario de ofertas, el caminante interesado en atrapar la verdadera cultura tendrá que adentrarse en grandes casas coloniales, modernos edificios, barrios hacinados y ciudadelas para descubrir el principal valor de ese patrimonio que es su espíritu, su aliento, su gente...