Tiempo, otra vez…
¿Se han dado cuenta de que ayer comprábamos regalos de navidad y ahora ya estamos de nuevo planeando las vacaciones, o los más afortunados haciendo las maletas?
El tiempo es algo increíble, incontrolable, que nos da las mayores felicidades y también nos tortura al irse tan rápidamente o pasar de modo tan lento ¡Que misterio!
El tiempo es el que nos permite también conocer y movernos hacia otros lugares, ese tiempo finito que solo nos regala gotas de ocio para asomarnos a ventanas, a lugares que nunca serán nuestros y que precisamente por eso son mágicos.
Porque como todo, solo lo que gozamos en pequeñas dosis nos resulta placentero. Supongo que tiene que ver con el descubrimiento, con la curiosidad, con el reto que supone explorar, con la satisfaccion de huir de la rutina…
Y descubrir no significa llegar muy lejos; a veces podemos encontrar lo más fascinante frente a nosotros, solo tenemos que saber observar, aprender a mirar... ¡y es tan difícil!
Ahora cuando nos sentamos con el mundo en las manos, con la posibilidad de decidir qué hacer con nuestro tiempo, se produce esa sensación de poder, de tener la posibilidad de cambiar nuestra vida por unos días, y es algo que nos trae la felicidad, esa que hemos perseguido durante doce meses y que no es comparable con nada.
Y cuando llegue pasará rápido, pero esperaremos, soñaremos y volverá.