LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA CUBA ILUMINADA, PROYECTO QUE GENERÓ UN LIBRO HOMÓNIMO, REFLEJA EL ROSTRO DE LA ISLA A MANOS DE UN FOTÓGRAFO ESPAÑOL QUE SIENTE QUE LLEGAR A LA HABANA ES REGRESAR A CASA

Cual un recolector de buenos soles, desde hace seis años Héctor Garrido llena su cámara con toda la luz cubana. Especializado en la fotografía de ciencia y naturaleza, el fotógrafo español mostró recientemente en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales una exposición que alumbró orgullos en La Habana: Cuba iluminada.
La muestra, que trasciende la exhibición habanera en un libro homónimo de primorosa presentación —a cargo de la Editorial Rueda, de Madrid—, puso en primer plano a 250 cubanos de entre los miles que, además de impresionar al ibérico, han colocado a la Isla bajo los focos de la atención internacional a partir de sus aportes en el arte, la cultura, el deporte…
Garrido sabe que, en asuntos de imágenes, explota en Cuba un yacimiento a cielo abierto, así que ha declarado que el proyecto «no se cierra nunca», y se ha propuesto continuar sus indagaciones en pos del rostro de una isla especial desde el sosegado retrato de su gente.
Desde estas fotos suyas, el mundo puede acercarse a las miradas de bailarines de relieve internacional como Alicia Alonso, Viengsay Valdés y Carlos Acosta, del escritor Leonardo Padura, de los actores Jorge Perugorría y Vladimir Cruz —respectivos «sabores» de Fresa y chocolate, en la célebre película de igual nombre—, y al sereno semblante del historiador de La Habana, Eusebio Leal.
Si se pregunta a un cubano común, seguramente afirmará que buena parte de los coterráneos más admirados en todo el país se reúnen en esta compilación de identidad que el fotógrafo integra con arte y hondura. Porque, a más de «conquistar» la pose de sus modelos, Garrido resuelve cada clic con acertada composición y tino en el uso o no de colores precisos para destacar los rasgos de personalidades intensas que, lejos de la falsa quietud, miran al tiempo que son miradas.
Las instantáneas de Cuba iluminada dejan, entre otras,  plenas estatuas del recordista mundial de salto alto, Javier Sotomayor, del sensible cineasta Fernando Pérez y de músicos como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Chucho Valdés y Juan Formell, que han nutrido el pentagrama del mundo con poemas y acordes difíciles de olvidar.
Lejos del folclorismo facilista que en la coyuntura de hoy encandila y engaña a no pocos visitantes apresurados, lo que sedujo en Cuba a Garrido fue cierta similitud con los caracteres que predominan en su Andalucía occidental. A tal punto sintió esa cercanía que de inmediato afirmó que arribar a La Habana era «sentirme como en casa, como haber regresado, en lugar de haber llegado por vez primera».
En casa cubana no solo ha hecho «uno de los más importantes trabajos» de su carrera, sino que halló a su actual esposa, la destacada actriz Laura de la Uz, quien fue en su momento una de las modelos que más retó y premió en imagen la habilidad fotográfica del artista.
Ya en 2013, al presentar el primer centenar de retratos de esta colección, Garrido había adelantado que miraba Cuba en serio.
Él ve a La Habana como el «personaje» sobre el que gira la exposición entera, pero no deja de asomarse y de asomarnos a «rincones y personas» situados en otros puntos bellos y elocuentes como Baracoa —la ciudad primada de Cuba—, Matanzas, la pintoresca Gibara y la muy apacible Pinar del Río.
Pidiendo prestados la «faz y sentimientos» de las figuras que encuadró, este fotógrafo ha conformado parte del lienzo actual de Cuba y lo exhibe en otras latitudes. La muestra será presentada, en noviembre, en el Festival de Cine de Huelva, y más tarde pudiera despertar asombros en las cosmopolitas ciudades de París y Madrid.
Creador él mismo, con más de un centenar de exposiciones y diecisiete libros bajo su firma, Héctor Garrido se ha ocupado sobremanera en resumir la personalidad creativa de los cubanos retratados. 
El español no optó por el camino de la reconocida fotógrafa Annie Leibovitz, quien en 2015 fotografió a la cantante Rihanna en La Habana para la revista Vanity Fair, con la instantánea repercusión mediática. Él se acerca más a la senda del colega israelí Felix Lupa —artista que dice: «Cuba es mi gran amor»— al entender que para centrar sus imágenes no precisa traer estrellas de afuera. Garrido sabe que las que mejor encuadran en cielo cubano están allí desde siempre.