El primer vuelo de un avión en La Habana
El 7 de mayo de 1910 un grupo de unas 50 o 60 personas, entre los que se encontraban periodistas, políticos, banqueros y veteranos de la Guerra de Independencia de Cuba, permanecían atentos al quehacer de quienes trajinaban sobre un artefacto llamado aeroplano.
Estaban todos en la pista del hipódromo del reparto Almendares, al oeste de La Habana. Pero ese día no había carreras de caballos, volaba el primer avión con motor en Cuba. Los espectadores eran pocos porque solo se trataba de una prueba y el público se enteraría luego por la prensa.
EL AVIÓN
Se trataba de un Voisin francés, tipo biplano, monoplaza, con motor trasero marca Buchet de 20 HP de potencia. Su estructura era de madera, reforzado con piezas de metal (especialmente la parte que sujeta el motor) y forrado con una tela fuerte que “amarraba” toda la estructura.
La Avions Voisin, en esa época, era una fábrica de aviones y automóviles, fundada por Gabriel Voisin al suroeste de París en 1905. Este Voisin de La Habana, venía con el timón-elevador delante y el de dirección detrás: aún no había alerones ni timón lateral.
EL PILOTO
André Bellot fue un piloto francés pionero de la aviación mundial. Vino a Cuba contratado por habaneros entusiastas de la aeronáutica. Ya se habían realizado vuelos en otros países latinoamericanos, como México (también con un avión Voisin) y Argentina, ambos antes de mayo, aunque todos en el año 1910.
Así, La Habana fue el tercer lugar del continente donde voló un avión. A Bellot lo acompañó otro aviador francés, Grass Belledin, quien hizo labores de mecánico y asistente de vuelo. Tiempo después, André Bellot volvió a La Habana en 1924 con sus colegas Charles Nunguesser, as de la aviación francesa, y el suizo Maurice Weiss.
EL VUELO
Desde la polvorienta pista de carreras de caballos en el hipódromo del reparto Almendares y pilotado por André Bellot, alzó vuelo el biplano Voisin para iniciar la Historia de la Aviación en Cuba. Rápidamente se elevó hasta una altura de escasos 30 m, tomó rumbo norte-noroeste y fue descendiendo hasta caer en Monte Barreto.
La hazaña duró 2 min y 29 s. El aterrizaje, que más bien fue una caída, prácticamente dejó inhabilitado el biplano, pues como es de suponer, un avión de madera y tela tiene que sufrir las penalidades de lo que se llama “aterrizaje forzoso”.