Buick Wildcat 1966, solo el amor engendra la maravilla
Tras años relacionado al auto clásico en Cuba, aún me maravillan las historias de estas joyas. A veces la amistad, otras el capricho y muchas el amor, hacen el milagro. Esta vez un noviazgo de adolescentes, con ese amor lleno de inocencia y que recordamos toda la vida, salvó a este increíble Buick Wildcat 1966.
Hace algunos años el hijo de José Luis Garrandés comenzó uno de esos noviazgos de adolescencia que tanto sobresaltan a los padres, pero más ilusionan a los jóvenes. Comenzó así un vínculo entre ambas familias y fue la vía para redescubrir el extraordinario automóvil que traemos hoy a nuestra sección.
Llegó a Cuba en los sesenta, suponemos a través de un diplomático canadiense, pues ya no se vendían autos norteamericanos en la Isla, y quedó relegado al patio de los padres de la novia, en medio de una suerte de taller de mecánica, que ellos tenían. Allí lo descubrió José Luis, en una de sus tantas visitas. Se encontraba “parado” por años, con muchas de sus piezas en su interior, incluyendo el parabrisas trasero, alguna ventanilla y su motor desarmado.
El Wildcat encantó a José Luis de inmediato. Gracias a las excelentes relaciones entre ambas familias, logró adquirir el Buick, tal cual estaba. A partir de ahí comenzó su restauración. Primero fue el motor, el cual repararon entre todos. Obtuvo algunas piezas originales y utilizó camisas de Avia –marca española de furgonetas y camiones- que “daban” la medida.
Luego se enfocó en retoques de chapistería, que por suerte no fueron muchos. Reparó los mecanismos de las ventanillas y el marco del parabrisas trasero que colocó intacto y respiró aliviado, pues este era uno de los momentos más delicados.
Pasó entonces a la pintura, teniendo cuidado con retirar todas las placas y logos con gran cuidado. Logró el resultado que vemos en las fotos, donde podemos apreciar cada emblema en su sitio original.
En total se produjeron 68 584 unidades de todas las versiones de Wildcat ese año. De ellas, 14 389 del sedán cuatro puertas que aparece en el artículo, cuyo precio de fábrica fue 3025.00 USD de la época.
Dato curioso: los primeros ejemplares producidos ese año llevan la placa “Wildcat” en letra cursiva, al final del lateral del guardabarros trasero –como aquí- el resto letras mayúsculas, separadas.
Mantener un auto así es muy costoso. El gigantesco V8, acoplado a la transmisión automática, consume. El renacer del turismo en Cuba, y el nuevo enfoque de la economía cubana, han permitido a José Luis contratos con las agencias turísticas Cubanacan y Havanatur. Ahora, el fabuloso automóvil es atracción para quienes deciden vacacionar en Cuba.
Buick Wildcat 1966: Only Love Work Wonders
After years of work with classic cars in Cuba, I’m still amazed by the stories related to these gems. Sometimes friendship, caprice and especially love work wonders. A relationship between two teenagers, with that beautiful love we always remember, saved this incredible Buick Wildcat 1966.
Some years ago, Jose Luis Garrandes’ son went into one of those teenage relationships that startle parents, but get youngsters excited. That was the beginning of a connection between both families and the way to rediscover the extraordinary car we are describing in our section. It was left in the backyard of the girlfriend’s parents, in a sort of mechanics workshop they had. That’s where Jose Luis found it, during one of his numerous visits. It had spent many years “stopped”, with many of its parts in the interior, including the rear windshield, some window and the engine had been taken into pieces.