Hace más de quince años que lo vi por primera vez. En un estado ruinoso, todo oxidado, lo tenía su dueño de entonces –el restaurador Jorge Enríquez– en la ultramarina Habana del Este, al otro lado de la bahía de La Habana. Después protagonizó esta sección, luego de reencontrarlo, a 100 m de mi casa, remozado y transformado. El tecnólogo Fernando Barral había hecho el milagro, convirtiendo el destartalado fotingo en un atractivo Hot-Rod (ver EM núm. 46, año 2014) capaz de protagonizar cuanto evento asistiera. Así lo conoció Hansel Mesa, líder del proyecto "Y qué historia", cuyo concepto incluye un taller de reparación-restauración, un salón de exhibiciones y un club de propietarios de autos clásicos, todo enfocado en contribuir a preservar la historia del automóvil.  

De inmediato, Hansel intentó adquirir el “Fordsito”. Dondequiera que encontraba a Fernando insistía mas, parafraseando al cantautor: el destino es travieso, cuando se juega al azar. Alguien tuvo mejor suerte y le tocó seguir a la caza del fantástico carro. Por fin, hace un par de años, la suerte le sonrió y logró adquirirlo. Así comenzó de inmediato a realizar su propio proyecto. Tenía ideas muy claras de cómo mejorar lo ya alcanzado por Fernando y, con la frescura de la juventud, las llevó a la práctica.

Poco a poco introdujo cambios. Modificó el bastidor para acomodar mejor al soberbio motor Ford V8 de 7.5 L y, de paso, bajar y desplazar hacia detrás el centro de gravedad del auto. Mantuvo la caja automática C6, también de Ford, pero decidió remplazar el tren delantero, que era el original de 1932, por el conjunto desarrollado para este modelo y que se aprecia en las fotos. Como dijimos en el artículo anterior, este motor llegó a ofrecer hasta 365 CV en las versiones anteriores a 1972.  

También modificó el frente del vehículo, entre otras cosas para acomodar parte del sistema de enfriamiento del aceite motor. El fondo recibió cambios, moviendo el depósito de combustible y eliminando el "mata-suegras". La puesta a punto llegó con varios accesorios entre los que destaca el carburador Holley, detalles deportivos dentro del habitáculo y nueva pintura, todo en negro, con diseño alegórico al tunning realizado y al rendimiento del vehículo.  

El “Fordsito” de Hansel rebasa con certeza los 220 km/h de velocidad tope y han quedado resueltos –o muy mejorados– algunos problemas de estabilidad. Pero, apreciar cómo la pasión por el automovilismo y su historia han rescatado del mar a este auto ha sido para Excelencias del Motor un privilegio increíble. 

1932 FORD B: THE MOST EXTREME HOT-ROD

It’s been fifteen years since the first time I saw it. The car was rusty when its owner at the time –restorer Jorge Enriquez– had it at East Havana, on the other shore of Havana’s bay. It later took center stage in this section, after I found it 100 m away from my place, renovated and transformed. Technologist Fernando Barral authored a miracle and turned the beat-up car into an attractive Hot-Rod (check EM 46th issue, 2014) capable of playing the leading role in any event. That was when Hansel Mesa saw it, the leader of "Y qué historia" project, a concept that includes a repair-restoration workshop, exhibit hall and a club of classic car owners, focused on the preservation of automobile history.  

A couple of years ago, Hansel Mesa acquired this 1932 Ford B and changed some elements. He modified the chassis to fit in the 7.5 L V8 Ford engine and moved the car’s center of gravity backwards. He kept the C6 Ford automatic gearbox, but he replaced the original 1932 front wheelbase. The vehicle’s front was also modified and several accessories were introduced, such as the Holley carburetor, sports details in the interior and paint, with a new design related to the vehicle’s tuning and performance.