Más de medio siglo de historia y tradición en un Buick 1952
El 8 de enero de 1954 sería especial para Vicente Manuel Montes Fernández. Ese día, se levantó sin premuras y salió temprano a darse uno de esos placeres que, en ocasiones, nos permite la vida: compraría el automóvil que admiraba por cerca de dos años desde las vidrieras de Valliant Motors S.A., agencia automovilística sita por aquel entonces en Hospital, número 74 y calle 25, a unos metros del Malecón, en la habanera barriada del Vedado.
El modelo de Buick para 1952 era, definitivamente, elegante y hasta señorial. Un auto espacioso que proyectaba una sensación de suavidad y confort desde la primera mirada. Manuel había elegido la combinación de azul y gris, entre los colores disponibles y, a su vez, equipada con la transmisión automática Dynaflow, de tres cambios. El automóvil traía uno de los últimos motores 8 en línea fabricados por General Motors y todo el conjunto le costaría 2 750,00 pesos de la época (unos 2a750,00 USD), según consta en la propiedad original que aún se conserva con el ticket de venta número 1 410. El cuidado de Manuel hacia su auto fue exquisito y solo en 1989 dejaría de conducirlo, cuando los años ya le pesaron demasiado y decidió dejarlo en las buenas manos de su hijo Alberto. Para ese entonces el automóvil aún no había necesitado reparar ninguno de sus agregados, ni su carrocería, y su tapicería original aún permanecía en su sitio. Los años noventa fueron difíciles en Cuba, y Alberto -como muchos cubanos- debió encontrar una forma de mejorar la economía familiar. El hidalgo Buick 1952 fue dedicado entonces a funcionar como taxi por algunos años y luego a brindar servicio como auto para bodas, tradición muy arraigada en Cuba y que he descrito en números anteriores. De esta forma, la historia del vehículo se enraíza en la subsistencia misma de la familia y lo convierte en protagonista de buena parte de su historia. No solo brindó a su dueño el placer de permitirse aquel pequeño goce de su compra, sino que alivió directamente las penurias de esos duros años. Precisamente por aquel entonces, en 1994, se realizó el único trabajo de pintura ejecutado hasta la fecha, cuando se hace evidente su necesidad. Jamás ha sido necesaria la intervención de un chapista. Hace unos cinco años fue preciso realizar una reparación del motor, la única en 57 años de funcionamiento. La precisión y detalle quedó recogida en cada paso y forma parte de la extensa documentación que esta familia guarda sobre el Buick 1952. El automóvil aún conserva buena parte de sus cristales originales, además de todas las manecillas y cierres. Solo el sistema eléctrico fue actualizado a uno de 12 volt -de fábrica el Buick 1952 venía a 6 volt- y fue adaptado un alternador en sustitución del dinamo original, para poder asumir los nuevos consumos eléctricos de la actualidad. Comoquiera que para Alberto los años ya comienzan a dejar sentir su peso, otra generación principia a disfrutar la pasión por este auto. Hoy su hijo se hace cargo de buena parte de las necesidades del automóvil, y es de admirar la restauración que ha hecho del timón y la pizarra, los cuales ha dejado como nuevos. Como mencione más arriba toda la vida del Buick 1952 de esta familia está documentada: desde su factura de compra (cual partida de nacimiento), hasta los instantes de las pocas reparaciones y restauraciones que han sido necesarias. Alberto Manuel Montes, el actual propietario, ha sido un digno seguidor de la pasión de su padre y, además, reconoce en el auto la ayuda vital en momentos de prueba. Pero no todo ha sido dificultades, en el histórico automóvil también han sucedido incontables alegrías, desde los matrimonios de varios buenos amigos, como los merecidos reconocimientos en la Escudería de Autos Antiguos a la cual pertenece.