Soichiro Honda es un ejemplo de la economía de Japón en la postguerra: “de la nada a la gloria”. Este ingeniero nipón puso en jaque a la imaginación para “inventar” motos de ensueño montado en la necesidad de transporte individual  de un país devastado por la guerra. Y fue avanzando Japón junto a Honda, basado en el poder económico de la buena manufactura.
Yo, que durante el siglo pasado me transporté mayoritariamente sobre dos ruedas y me tildan de conocer el mundo de “una sola huella”, quedé fascinado cuando me monté por primera vez en una Honda, allá por 1959. La marca del Ala Dorada vino a Cuba de la mano de J. Linares, representante de las motos Zündapp aquí, que radicaba en Malecón, cerca del Torreón de San Lázaro, a la izquierda de la hoy agencia FIAT.
Era un modelo de 125 cc, cuatro tiempos, dos cilindros en paralelo, cuatro velocidades, dos tubos de escape, de color azul fuerte. Inolvidable. Pero lo que me encantófue la Honda Cub 50 cc. ¡Qué maravilla!  Un ciclomotor único: ligero, potente, cómodo y apto para cualquier maniobra. Era la creación de Soichiro Honda para una “motocicleta urbana barata”, todo un éxito.
El modelo Cub (Cheap Urban Bike) de Honda fue una apuesta muy arriesgada, pues  comercializaba un motor de cuatro tiempos de 50 cc cuando el mercado de motos en ese nicho estaba copado por los motores de dos tiempos, pero Honda apostó por ciertas ventajas, como una mayor economía, mayor durabilidad, menor mantenimiento y menor número de emisiones. Porque ya Honda tenía su política ecológica.
La Honda Cub apareció en 1958, tras poco más de diez años de fundada la compañía, y resultó uno de los pilares de su éxito. Ahora la “abuela de los ciclomotores” acumula un récord difícil de igualar: 60 millones de unidades en 50 años… Y sigue fabricándose hoy todavía (54 años después), ya pasó los 60 millones hace rato. Sí, porque Honda no ha dejado de modernizar su Cub.
Sin cambiar los elementos principales que la hicieron brillantemente famosa, a saber: su desenfadado estilo, ruedas de gran diámetro (17), plataforma plana para transportar objetos,  embrague centrífugo (sin manillar), cambio semiautomático y el escudo frontal tan característico para que el motociclista no sufra de las inclemencias del tiempo ni del polvo al usarla, apta para todas las edades y sexos.
Con el tiempo fue mejorando: primero mayor potencia: 5 CV (50 cc), mayores cubicajes (70 cc y 90 cc) en los modelos Súper CUB, nuevo sistema de encendido CDI, al punto de cubrir las normativas de contaminación ambiental exigidas en el mercado de Estados Unidos, primer país a donde fue exportada. Los primeros modelos tenían tres velocidades, los nuevos ya vienen con cuatro marchas.
Ninguna de esas mejoras hizo cambiar la idea original de “motocicleta urbana barata”, la cual primó en su nacimiento. Y sigue mejorando: para su 50 aniversario se montó un nuevo sistema de alimentación de combustible, dotado ahora de inyección electrónica PGM-F1. En cuanto a su fabricación, tras Japón se hizo en Taiwán (China) y ahora la fabrican otros 15 países.
Se comercializa en más de 150 países (prácticamente en todo el mundo civilizado). En un programa de TV emitido por Discovery Channel, titulado “Las diez mejores motos de todos los tiempos” la Honda CUB es la vencedora. Hoy día es objeto de culto para los amantes a las motocicletas clásicas e históricas, tanto por su antigüedad como por la infinidad de variantes y modificaciones de su modelo Cub.
En 2008 hubo una edición especial por el 50 aniversario, que se celebró en agosto (ya en abril se habían fabricado los 60 millones de unidades). Se decoró con los colores corporativos de la marca: azul, blanco y rojo. Fue bautizada como Little CUB (50 cc) e hizo de las delicias de esta polivalente motocicleta. La versión más reciente fue catalogada como “líder por su comodidad, prestaciones y compromiso con el medio ambiente”.
La Honda Cub barrió en el mercado, llegó con un motor de cuatro tiempos cuando los 50 cc eran dominados por los motores de dos tiempos, en el momento que el nicho de las scooter estaba en manos de las motos italianas, con una arquitectura excéntrica para la época: llantas grandes, plataforma plana para transportar objetos, cambio semi-automático, cloche centrífugo (sin manilla)… Era algo diferente.
Algo  diferente que triunfó y ha perdurado, burlando modas y modos, eficaz en todos los tiempos, una motocicleta única: Honda Cub.