Anne Marie.

Una eclosión de cualidades asocian a esta mujer con la fama de bruja de la cocina. No por azar muchos directivos le solicitan la preparación de cenas muy especiales; en este caso están los máximos ejecutivos de Habanos S.A. Anne Marie Helena Cornelio Lauwers, belga de nacimiento y cubana de espíritu, desde hace cuatro años prepara las cenas de gala y clausura de los festivales del Habano.

Como una hechicera del buen comer medita su nuevo plato a partir de los designios de la luna, algunos caracoles, el estricto rumor de las olas del mar o la simple estirpe de la música altisonante de los bailables de salsa. Y es que las salsas son su punto clave a la hora de declarar la perfección en una receta, sobre todo cuando se trata de fumadores en busca de sabores fuertes y afrodisíacos, muy afines a los puros.

Anne o Ana, como le llaman sus compañeros de oficio, nació y creció en el norte de Bélgica, cercana al mar, en medio de una familia de músicos. Ella misma se convirtió en violoncellista de la Sinfónica de su país y desde los 17 años paseó el mundo con su arte. Sin embargo, la cocina le atraía sobremanera por su sentido de creación. Realizó también altos estudios culinarios en Bruselas, hasta obtener su gorro blanco y poner la armonía de su inventiva en los preparados.

El viaje a Cuba Luego de sus recorridos por Nueva York, Europa, Asia y África, el Caribe le llegó por Cuba, donde vive actualmente. Hace cinco años llegó a este país de la mano de la cadena hotelera española Sol Meliá, y luego recaló en el Club Habana, un distinguido espacio para el recreo de diplomáticos y ejecutivos.

Para su trabajo se apoya en el cubano Bismar Rondón Arias, hijo de tabaquero aunque no fumador, quien le acompaña en la aventura del cóctel y la cena de cierre del VII Festival del Habano, prevista en el Pabellón 24 del recinto ferial periférico EXPOCUBA.

Esta experimentada chef preparó las anteriores cenas de gala en salones tan importantes como el Museo Nacional de Bellas Artes, PABEXPO y El Laguito. En esta oportunidad, además de la cena se encarga del cóctel de bienvenida en el propio patio del Museo de Bellas Artes, lo que considera un reto para demostrar la valía de este equipo culinario.

Ana recuerda que al comienzo no conocía la comida cubana. Entonces mezcló sus orígenes con lo novedoso de la Isla y de ahí salió una perfecta conjunción de sabores, aromas y texturas de la cual está muy satisfecha. Por eso, quienes solicitan su trabajo piensan en platos irrepetibles, como los que les deparan a los comensales del VII Festival.

Para la ocasión, el paladar estará en un regodeo de productos del mar en fusión con carnes, los flameados atemperados con el vino y el destaque de los mejores Habanos ofrecidos para la cena. Sin embargo, la clave radica en la salsa del plato principal, un montaje de pasas, nueces, jengibre, canela y otros productos que resaltan efectos afrodisíacos con los sabores de los puros cubanos. El inspirado estilo oriental perseguirá un postre donde también las salsas darán una sorpresa.

Ana fuma habanos desde hace dos años. Lo estima un placer ligado a cenas con platos deliciosos. Es fumadora de cigarrillos, pero considera a los puros muy especiales, y sobre todo a los Habanos.

La prestigiosa culinaria se reconoce como bailadora de los ritmos caribeños, le encanta la música salsa, divertirse y arrancarle a la vida los mejores momentos.

«Antes de comenzar a preparar el menú para la cena de gala, y como el tema es la fusión, empecé a preguntar a muchos entendidos sobre este término. Los cubanos me enseñaron muchas cosas y al final comprendí que, en esencia, en verdadera esencia, yo soy pura fusión».