Efluvios de arte en templos habaneros
Tres construcciones religiosas atesoran una rica historia y sobresalen por alto valor arquitectónico en el paisaje urbano de La Habana colonial. Pero además de sus admirables esplendores de cal y canto, en su interior, unidas a las obras de arte, el público disfruta de diversas expresiones de la cultura, que distinguen a la Basílica Menor de San Francisco de Asís, a la iglesia de San Francisco de Paula y al oratorio de Sab Felipe Neri.
LA MAS HERMOSA SALA DE CONCIERTOS La antigua iglesia de San Francisco de Asís se inscribe en la historia el 18 de enero de 1575, cuando el Cabildo habanero autorizó “licencia de construcción y fábrica de un monasterio para esta orden en la ciudad”. Poco tiempo después comenzó, junto a parte occidental de la bahía, una edificación de amplias proporciones que concluyó doce años después, aunque requirió ulteriormente una amplia reforma que duró desde 1731 hasta 1738, lo cual concluyó con la consagración de su templo en 1739. Su fachada mira a la Calle de los Oficios, su espalda al muelle y uno de sus costados a la plaza del mismo nombre, En general, fue la sepultura de casi toda la aristocracia habanera de los siglos XVII y XVIII.
En 1841 el Ministerio de Hacienda español promulgó leyes relativas a la incautación de los bienes del clero por lo cual se dispersaron obras de arte religioso del patrimonio, los frailes se alojaron en las iglesias de Guanabacoa y de San Agustín. Y el inmueble fue destinado a almacén, depósito de la Aduana de La Habana y Casa de Correos.
Según Emilio Roig de Leuchsenring, primer historiador de la Ciudad,“lo más notable del edificio, compuesto en su interior por tres espaciosas naves –sostenidas por columnas en cada una de las cuales se erguía un apóstol- es la torre, levantada con sólidos sillares sobre la puerta principal.(...)La torre está rematada por una estatua de San Francisco de Asís en piedra, cuya cabeza fue arrancada por la fuerza del viento durante el famoso huracán de 1846. La iglesia tenía también otra puerta ornamental sobre la plaza de su nombre”.
A fines de 1980, se iniciaron trabajos arqueológicos en el inmueble, con el fin de compilar información para propiciar una restauración acorde al estilo del original y a la historia del convento y la ciudad.
Al concluir la labor que le devolviera su rostro original, la Basílica Menor de San Francisco de Asís reabrió sus puertas el 4 de octubre de 1994 y devino la más hermosa sala de conciertos de la ciudad, dedicada a música coral, de cámara y para solistas instrumentistas y vocales.
El 17 de noviembre de 1995 fueron concluidas las obras en el claustro norte y sus espacios llegaron a transformarse en el Museo de Arte Sacro, único de su género en Cuba. En estos momentos, concluyen la Capilla de la Tercera Orden, que servirá de sala teatro para niños con trastornos sicomotores.
EL REINO DE LA MUSICA ANTIGUA Una de las joyas de la época colonial. Así consideran estudiosos de la arquitectura la parte que queda en pie de la iglesia de San Francisco de Paula, adjunta al concluir su construcción al antiguo hospital, que también llevaba su nombre.
Tanto el hospital como la iglesia resultaron destruidos por un ciclón, pero fueron levantados nuevamente en 1745. La edificación, que ya no brindaba los servicios para los cuales fue creada, fue vendida en 1607 a los Ferrocarriles Unidos. Esta empresa decidió derribar la construcción, pero a ello se opusieron el Ayuntamiento de La Habana y la Junta Nacional de Arqueología y Etnología.
Las parte correspondiente al hospital fue demolida y lo que quedaba de la iglesia declarada Monumento Nacional en 1944. Fue expropiada, reconstruida y restaurada, en 1946. Y, en la década del 60 pasó a ser la sede del Instituto de Investigaciones Folclóricas.
Es conocida mundialmente por haber aparecido como uno de los escenarios de la novela Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, y hoy acoge al Conjunto Ars Longa, que ha transformado aquel legendario edificio, situado en la Alameda de Paula y las calles de Desamparados, San Isidro y Cuba en el reino de la música antigua, no solo por las interpretaciones de tan afamada agrupación, sino de invitados que también rinden culto a la música barroca.
OBRA MAESTRA DE RESTAURACIÓN La reinauguración del oratorio de San Felipe Neri, ocurrida el primero de febrero de este año, en el ábito del Festival de Mísica Antigua Esteban Salas, alcanzó una gran relevancia, debido a que –tras un exquisito trabajo restaurador- se ha convertido en el único en su género en Cuba.
Por ello, la Oficina del Historiador de la Ciudad ha decidido que constituya la sede del Teatro Lírico Nacional de Cuba, en una programación basa en conciertos de obras variadas o de obras completas, de la cual fue un ejemplo admirable La Traviata, de Giuseppe Verdi, exclusivamente a partir de las arias, recitativos y partes cantadas a coro o por varios cantantes, desde dúos hasta septetos, acompañados a piano.
Esta prestigiosa compañía, dirigida por el maestro Adolfo Casas, brinda funciones los jueves y domingos, aun cuando presenten temporadas en la sala García Lorca, del Gran Teatro de La Habana, a partir de dos elencos simultáneos.
Hurgando en sus antecedentes históricos, ha podido descubrirse que en la esquina de las calles de Obrapía y Aguiar, con frente sobre esta última, fueron construidos, en 1693, una iglesia y un convento, el cual fue ocupado sucesivamente por oratorianos, capuchinos y monjes carmelitas.
En 1841, como las demás iglesias con convento, fue incautada por el gobierno español y, en 1844, devino la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País. El inmueble fue entregado en 1887 a los carmelitas, quienes embellecieron grandemente el templo, donde permanecieron hasta 1924, cuando les fue entregada la parroquia del Carmen.
Poco tiempo después, el templo de San Felipe Neri acogió al Banco del Comercio, solo sufrió las modificaciones indispensables. Según plantea José Linares, asesor de la Oficina del Historiador de la Ciudad: “se trata de un exponente singular en La Habana Vieja, ya que cuando se organiza y reestructura para banco, se respeta la disposición del antiguo templo, compuesto por una nave central y dos laterales, con cubiertas de madera en forma abovedada y una cúpula, además de conservarse su coro alto.
Linares agrega que “poco después de cumplir funciones religiosas, entre 1926 y 1928, la iglesia fue remodelada pare adaptarla a institución bancaria por el arquitecto mexicano Rafael Goyeneche, quien le agregó el actual pórtico ecléctico, concebido a a partir de códigos clásicos y remata su fachada con decoraciones influidas por el barroco mexicano”.
Aparte del disfrute de las atractivas opciones culturales que caracterizan a estas instalaciones, el visitante puede percibir efluvios de arte en estos templos, por los valores arquitectónicos y decorativos que exhiben, como expresiones del barroco en La Habana colonial.