Antiguo lugar de culto y oración, hoy templo cultural por excelencia, el Convento y la Iglesia de San Francisco de Asís se ubica entre las expresiones más representativas de la vocación humanista y restauradora de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH.

Recuperada en los años 90 del siglo pasado, por un equipo de trabajo cuyo proyectista principal fue el Premio Nacional de Arquitectura, Daniel Taboada, la emblemática edificación, ubicada en la plaza de igual nombre, se dedicó a mostrar en sus espacios: la iglesia y los claustros norte y sur, obras artísticas cuyo gran simbolismo recuerdan sus dos etapas (1575-1719 y 1739-1842) como basílica menor de la Orden Franciscana.

La impresionante majestuosidad del conjunto religioso visto desde el exterior, ya sea desde la calle Oficios donde está su portada principal, desde la plaza, en su lateral, o desde la bahía habanera, a la que le da la espalda, es la primera evidencia de su excelencia y misticismo. También observable desde la Plaza de San Francisco, en la torre, es la escultura de Santa Elena, patrona de los franciscanos de Cuba y la Florida, que fuera devastada por el ciclón de octubre de 1846, conocido como Cordonazo de San Francisco y restituida en su lugar original.

Cruzar el umbral, llegar a la otrora iglesia, y encontrar a Cristo en su cabecera, determina esa sensación de paz que sólo se siente en los lugares de culto. Esa pieza, donada por el Conde de O´ Reilly al templo, es una de las más valiosas de la colección expuesta permanentemente, según asegura Beatriz Sardiñas, jefa del departamento de museología.

Además, en el lugar fueron halladas evidencias arqueológicas de enterramientos de gobernadores, generales, almirantes, y hasta de una virreina del Perú, la Marquesa de Monte Claro. También guarda los restos de Luis de Velasco, heroico defensor del Morro durante el ataque inglés a La Habana en 1762, pues era costumbre de la época enterrar a los muertos en las iglesias, la cual se mantuvo hasta la construcción del primer cementerio, el de Espada, en 1806.

Lugar de oficio religioso, la iglesia es hoy Sala de Conciertos que apuesta por la música de cámara y coral, sitial de ensayo de agrupaciones como la de Liuba María Hevia, la Camerata Romeu y la Schola Cantorum Coralina, dirigida por la maestra Alina Urraca Llama; y presenta, semanalmente, un espectáculo sabatino que transmite la emisora adscripta a la OHCH, Habana Radio, en su espacio Concertazo, los domingos, a las ocho de la noche.

A cuatrocientas piezas asciende el fondo de la abadía artística, entre las que están expuestas y depositadas. Hay colecciones de orfebrería, imaginería, pinturas y muebles, con los más diversos motivos religiosos, o aludiendo a la época del Convento, mientras se muestran verdaderos tesoros de cerámica hallados por la labor arqueológica, tanto en la Iglesia como en el Convento.

Los salones superiores exhiben exposiciones transitorias de lo más representativo de las artes plásticas cubanas. San Francisco de Asís funge como sede de diversos foros anuales entre los que sobresalen la Bienal Internacional de Arquitectura de La Habana, el Salón de la Ciudad, los Encuentros Internacionales de Manejo y Gestión de Centros Históricos, y otros convocados por la Oficina del Historiador y varias instituciones.

Mediante un proyecto de colaboración con Bélgica, la organización Luthier sin Fronteras prepara, en un aula taller en los predios de la institución, a futuros restauradores de violines. La iniciativa contribuye al desarrollo económico local, genera oportunidades de empleo y brinda un servicio prácticamente inexistente en todo el país. Un regalo a la espiritualidad infantil representa el Aula en el Museo, experiencia del Centro Histórico de La Habana sin precedentes, a la que se ha sumado este emporio de arte sacro.

Una pequeña sala de teatro infantil también fue construida en el espacio inferior de la Capilla de la Orden Tercera, mientras la superior acogerá un conservatorio de música para el aprendizaje de jóvenes talentos.

Al Jardín Madre Teresa de Calcuta, espacio al aire libre iluminado por la vegetación y compartido, más recientemente, con la Iglesia Ortodoxa Griega, se puede acceder desde el Convento y desde la Plaza.

Y para rematar el conjunto, esculpida en bronce por el artista Villa Soberón, la figura de la más viva estampa de La Habana que deambulara por las calles de esta ciudad en el siglo XX, el Caballero de París, hace historia junto a una de las gigantescas puertas de San Francisco de Asís.

Allí parece darle la bienvenida al visitante ese famoso delirante que un día, antes de encontrar la muerte, confesó en un momento de lucidez: «Yo no soy el Caballero de París, estos no son tiempos para nobles, ni caballeros andantes».