Cohesión y confianza, dos pilares del Espacio Cultural Iberoamericano
No es la primera vez que viene a Cuba. Sus múltiples obligaciones y responsabilidades, primero desde la Secretaría de Cultura de su natal México, y ahora en el desempeño de sus funciones como coordinador del Espacio Cultural Iberoamericano de la Secretaría General Iberoamericana, con sede en Madrid, le han permitido viajar con frecuencia a la Isla.
En esta oportunidad, viene por motivos meramente personales que explicará posteriormente en el transcurso de una entrevista exclusiva que concedió a Excelencias, justo tras su llegada a La Habana y sin apenas haber tenido tiempo para desempacar las maletas.
Como buen mexicano, disfruta de la conversación distendida, sin protocolos ni exclusividades, un verdadero mano a mano que deshiela cualquier fría formalidad y da paso a un diálogo entre amigos.
Este hombre de trato afable y que comienza la entrevista agradeciendo a Excelencias por darle la oportunidad de explicar su quehacer diario, es Eduardo Vargas Flores. Llegó a la Secretaría General Iberoamericana en el año 2007, de la mano del uruguayo Enrique Iglesias, otrora presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), secretario ejecutivo de la Cepal y primer secretario general Iberoamericano en el año 2005, y del colombiano Ramiro Osorio, quienes lo invitaron a unirse al equipo de Cultura de la Secretaría General Iberoamericana.
En aquellos años, Enrique trabajaba en el Ministerio de Cultura de México. Cuando llega a Madrid, la entonces secretaria general Rebeca Greesnspan le hizo la invitación para que presidiera los esfuerzos en materia de cultura.
«El coordinador del Espacio Cultural debe convertirse en un facilitador de procesos, en un ente que acompaña los procesos, que pueda ser el hilo conductor o el facilitador entre una buena práctica que se esté llevando a cabo en un determinado país y el resto de las naciones de la región. El fondo y el objetivo final de todo esto es constituirse en un vehículo de integración regional —explica Enrique Vargas—. Ahí, en ese tema, que se nos ponga quien quiera delante, pero somos una potencia cultural con valores propios de dignidad, de principios, de ética, de proyección, de fortaleza, de crecimiento y de diálogo. La cultura es desarrollo. Uno de los grandes factores para el desarrollo integral de una sociedad pasa por el fomento cultural».
La Cumbre Iberoamericana nace en México en el año 1991 y, a partir de ese momento, se convierte en el mecanismo más eficaz para concertar un espacio de diálogo entre los veintidós países de la región iberoamericana, que, en opinión del entrevistado, es la afortunada suma idiomática y cultural entre el español y el portugués.
«Uno de cada diez habitantes que poblamos la Tierra hablamos español o portugués. Ese es el tamaño de lo que representamos. En clave cultural somos una potencia, compartimos matrices culturales comunes, y tenemos anhelos y aspiraciones comunes —afirma el coordinador del Espacio Cultural Iberoamericano—. Tenemos nuestros propios retos regionales, nacionales y locales, pero también dialogamos con el mundo y dialogamos entre nosotros. Vamos a hacer proyectos conjuntos de cine, de música, vamos a sacar adelante proyectos de museos. Tenemos un total de catorce programas de cooperación cultural que manejan una bolsa importante de recursos financieros, que son aportados por los Estados y que se convierten en fondos que garantizan que los creadores desarrollen sus proyectos».
Esos programas de cooperación, que no son otra cosa que la suma de voluntades de países, de estados y de ministerios de Cultura, lo que persiguen es conseguir los objetivos culturales de conjunto.
Además de Ibermedia, la Secretaría General Iberoamericana, a través de su Espacio Cultural Iberoamericano, desarrolla Ibermúsica, Iberartesanías, Iberescenas, Iber Orquestas Juveniles e Ibermuseos, entre otros, hasta completar los catorce programas diferentes de integración cultural para la región.
En el caso de Ibermuseos, Enrique detalla: «Estamos hablando de más de diez mil museos en red. Somos, por ende, una de las regiones que mejor narra su historia y que mejor muestra a sus creadores».
Retos y logros del Espacio Cultural
Cualquier mecanismo de integración regional tiene retos constantes e invariables. Para Enrique, no hay mayor desafío que el de mantener viva la llama de la cohesión. Pero, sin vacilación, asegura que el reto supremo es mantener el nivel de confianza que se ha construido a partir de la unión de los países.
«Tener confianza, ser congruentes, ser conducentes, ser facilitadores, manejarse con absoluta transparencia dentro de los programas y de las diferentes acciones, tener resultados y que la población vea esos resultados y continúe confiando en la existencia de un mecanismo que funciona. Esa es la clave del éxito», asegura.
En cuanto a los principales resultados, explica que el hecho de poder contar con una mejor institucionalidad de la cultura es un logro sobresaliente, como también lo es una mayor responsabilidad por parte de los Estados, una responsabilidad que, en opinión del coordinador del Espacio Cultural Iberoamericano, es irrenunciable.
«Todos los países lo entienden, lo asumen, actúan en consecuencia y desarrollan esa institucionalidad. El desarrollo institucional de la cultura en Iberoamérica, a la par de la Cumbre Iberoamericana, cuenta con un sistema de cooperación que destaca entre sus principales activos.
»No existe en ninguna región del planeta un sistema de cooperación como el que maneja Iberoamérica, en el que todos ponen y todos ganan. Es una cooperación totalmente atípica, alejada de la cooperación tradicional entre donante y receptor. Aquí estamos hablando de coproducción; estamos hablando de aunar esfuerzos y voluntades en un sistema en el que todos aportan y todos reciben».
A manera de ejemplo, Enrique subraya el programa Ibermedia, un proyecto gracias al cual, después de veinte años, Iberoamérica cuenta con una industria cinematográfica competitiva, que tiene que salir a buscarse la vida todos los días, pero que es competitiva.
Antes de Ibermedia y sus resultados, existían —y de hecho aún existen— industrias cinematográficas locales con un gran peso, como la mexicana, la argentina o la española. Calidad y buenos proyectos ha habido siempre en todas partes, pero no existía la coproducción entre los países.
«Hoy podemos afirmar que los principales premios en los principales festivales del mundo son para las películas que llevan el sello de Ibermedia. Filmes como Las siete cajas, de Paraguay, películas venezolanas y chilenas, están cosechando lauros en los principales festivales internacionales, y lo hacen de la mano del sello Ibermedia. Creo que hoy podemos afirmar con orgullo que, dos decenios después, Iberoamérica cuenta con un catálogo propio de más de mil quinientas películas», dice con orgullo.
La visita a Cuba
En esta ocasión, llega a La Habana invitado por los organizadores del Festival Timbalaye, quienes le harán entrega del Bastón Pagugu de la Memoria Ancestral en reconocimiento a su férreo compromiso e incansable labor en aras de la protección, promoción y difusión de la cultura, vista desde su infinita diversidad de expresiones y manifestaciones.
«Siempre lo he dicho y así lo entiendo: que este es un logro colectivo y no individual. En este caso, me entregan un reconocimiento por mi modesto aporte para que las cosas puedan funcionar en el ámbito de la cultura. Estoy muy agradecido con los organizadores», dice nuestro entrevistado.
Pero la obra de Enrique Vargas Flores va más allá del empeño integrador. Su formación en el mundo del teatro lo ha llevado a producir varias puestas en escena. También ha desempeñado un sinnúmero de responsabilidades en la red de Casas de Cultura de Ciudad de México, concretamente en tres alcaldías diferentes.
Ahora concreta todos sus esfuerzos en hacer de Iberoamérica una región mucho más sólida desde el punto de vista cultural. Está convencido que Iberoamérica tiene reconocimientos y merecimientos que se ha ganado, en buena medida, gracias a su proyección cultural. Para él, Iberoamérica es simplemente muy grande en todos los sentidos.
«La historia universal no se puede explicar sin lo que América y la península Ibérica han aportado. Hoy estamos en La Habana, inmersa en las celebraciones por su aniversario 500, y esta ciudad y este país son un ejemplo claro de ello».