Las calles de la ciudad de Panamá no solo se caracterizan por sus modernos edificios, sino también por la presencia de ómnibus que son como murales rodantes que llaman la atención de más de un transeúnte. Águilas, caricaturas, ángeles y rostros de artistas y hasta de políticos forman parte del imaginario que adornan los buses del transporte público.

Cuando usted los ve acercarse a una parada, puede divisar en la puerta o en la primera ventanilla a un joven pregonando a toda voz su recorrido. El autobús comienza a aminorar la marcha pero la puede reanudar velozmente si el chofer y su ayudante aprecian que no hay pasaje interesado en abordarlo.

Ya en su interior puede usted tomar asiento si no es una hora muy complicada del día, y entonces comprobará como, al igual que escolares disciplinados y solidarios, las personas que van sentadas en la hilera de asientos de atrás del chofer, le hacen siempre un espacio y van de a tres en cada puesto.

Para bajarse solo tiene que decir "parada" y el diablo rojo" obedece al momento y es entonces cuando debe pagar el pasaje cuyo valor es de 0.25 dólares. La mayoría de los propietarios de los buses son pequeños empresarios y cada cual hace que su bus sea el más llamativo, en una especie de competencia donde cada uno quiere tener el premio al "mejor decorado".

El historiador panameño Julio Arosemena, detalla que esta iniciativa se usaba en las llamadas "chivas", un medio de transporte de asientos laterales que data de 1910 y que fue reemplazado por los buses actuales a principios de la década de 1970. Pero aunque su decoración ha cambiado con los años, se ha mantenido hasta ahora el color que los caracteriza.

A pesar del dinero y el tiempo que se invierte para convertir a un medio de transporte urbano en una obra de arte o mural rodante, el dueño o conductor del colectivo no muestra a la comunidad su "diablo rojo" sin que al menos lleve la franja de ese color, a la cual le irá agregando imágenes y caricaturas de su preferencia para mantener vivo el folklore urbano panameño.

Al decir de muchos, el nombre popular de estos autobuses coloridos, es un tema polémico. Unos lo interpretan como producto de la decoración donde el rojo es el color predominante, y otros, como consecuencia de la mala fama que le han dado algunos de los choferes que los hacen rodar por las calles panameñas.

Lo cierto es que están ahí para impresionar a todos los visitantes foráneos y aunque los panameños aseguran que ya se van a acabar los "diablos rojos", todavía circulan muchísimos de ellos por todas las calles de la ciudad, como muestra de que tienen ya un lugarcito en la historia de Panamá.